A la fuerza ahorcan
Es un viejo dicho castellano muy gráfico. Se refiere a la soga en el cuello requiere la coacción sobre el reo. Ya no hay remedio.
No me puedo imaginar un escenario más complicado en la España que gozaba de la tranquilidad del bipartidismo.
Hay muchas anécdotas. Un diputado del PP, electo por Segovia, se encuentra en paradero desconocido desde hace casi una semana. La dirección del PP guarda silencio sobre Pedro Gómez de la Serna y Villacieros. Con apellidos tan distinguidos se lo llevaba crudo como comisionista, con el embajador Arístegui de cuate. En el Partido Popular de Segovia le han dicho de todo menos bonito.
No podemos medir el efecto de la corrupción en los resultados. Pero algo habrá tenido que ver. Y no aprenden.
Bloqueo. Esa es la definición. Aritmética imposible, aún cuando en política puede ocurrir lo más contradictorio y lo más pintoresco. Mariano Rajoy suplica que le permitan la investidura. Lo tiene crudo. El PSOE y Podemos ya le han dicho que ni apoyo ni abstención. Si cumplen, no hay fórmula matemática para que Mariano Rajoy consiga la investidura.
¿Qué pasa con Soraya? Es una pregunta sin responder. ¿Qué hacía como ‘media’ cabeza de lista en esta campaña? Tal vez el cartucho que tiene el PP con la vicepresidenta del Gobierno es lograr la investidura si Rajoy se retira.
No me imagino a Mariano Rajoy travestido de Artur Mas suplicando la investidura por las esquinas. Sobre todo porque le he visto muy cansado durante esta campaña. Con ganas de tener mucho tiempo para jugar dominó, analizar la Liga, tal vez en la Cadena Ser con José Ramón de La Morena. E, incluso, asistiendo al Tour de Francia en directo. Es un residuo del pasado.
Todavía no sé que está haciendo José María Aznar esta tarde en la reunión de la Junta Directiva del PP. Seguro que no ha acudido a felicitar a Mariano Rajoy por su victoria. Ni siquiera le ha felicitado a Rajoy, Ángela Merkel. Su portavoz ha dicho que van a esperar unos días para saber a quién tienen que felicitar. Los alemanes son sobre todo, directos.
Para entender la posición del PSOE hay que observar a Pablo Iglesias. Es un actor de talento. Antes del domingo se había puesto la camiseta de sorpasso al PSOE, hasta el punto de permitirse el lujo de afirmar que Pedro Sánchez se había quedado fuera de la carrera. Este lunes se ha presentado con una lista de exigencias como si hubiera ganado las elecciones. Y le sigue perdonando la vida al PSOE, que le ha sacado más de veinte escaños.
Si hay una combinación imposible es la sopa de letras del PSOE con Podemos. Sería letal para el viejo partido socialista y no daría lugar al nuevo.
He hecho mi particular sondeo por Chueca entre quienes sé que han votado a Podemos. Hay pleno al diez en opinar que no soportan más la arrogancia, autosuficiencia y condescendencia del líder del PP. ¡Ojo! No es un sólo partido. Las segundas marcas van a tener grupo parlamentario propio y tienen su singular idiosincrasia.
Me han preguntado varias veces este lunes si había muerto el bipartidismo. Creo que está en coma. En la UCI. Pero no ha fallecido. Falta un requisito. Los llamados partidos emergentes tienen que demostrar que han llegado para quedarse. No es lo mismo predicar que dar trigo.
Hasta ahora tenían la ventaja de carecer de pasado. Ahora ya tienen presente. Incluso con una diputada elegida por Canarias sumergida en un proceso de prevaricación. Dilatar un sumario para favorecer a un ciudadano. Bueno, ya sé que Pablo Iglesias dirá que es una campaña orquestada. Pero estamos en un tiempo en que la ejemplaridad se les va a pedir a todos.
Por cierto. Una de las propuestas/exigencia estrella de Pablo Iglesias es establecer un «referéndum revocatorio» para poder destituir al presidente del Gobierno. No sé si sustituyendo o complementando la moción de censura. Es un invento venezolano. Hugo Chávez instauró el referéndum revocatorio en Venezuela para todo lo contrario. Consiguió blindarse en la presidencia de la república.
Les haré una confesión de despedida. Me lo he pasado genial en esta campaña, escribiendo estos artículos. Aunque las querencias y los hábitos tratarán de impedirlo, a nuestra clase dirigente, a la vieja y a la que se estrena, no les queda más remedio que empezar a hacer política. Les costará, serán torpes al principio, pero estas elecciones con lo que de verdad han acabado es con el «postureo». Tienen que acostumbrarse a caminar en terreno minado. Y más de uno se va a dejar las piernas.