A 24 horas del 21 de diciembre
El conflicto se basa en mantener vivos los escenarios de crisis como el que se vive ante el próximo Consejo de Ministros
Los hechos anteriores al 21 de diciembre, las movilizaciones que viviremos el 21 de diciembre y las posteriores valoraciones que se harán sobre lo acontecido nos dejan una importante lección sobre cómo se conduce la política para dar respuesta a los problemas de los ciudadanos.
La respuesta se puede resumir en un ‘todo vale’ mientras no se sepa cómo solucionar el problema. Al observar la ‘microcrisis’ vivida entre el Gobierno de la Generalitat y el Gobierno de España por la celebración del próximo Consejo de ministros en Barcelona, nos percatamos de que la voluntad de unos y otros se basa en mantener y, a ser posible, aumentar la tensión social.
El gobierno catalán está en abierta oposición a cualquier intento de distensión del gobierno español
El filósofo esloveno Slajov Zizek, en un interesante artículo publicado el 2017 bajo el título Esta es la razón por la cual la izquierda no puede cargar con la independencia de Cataluña advierte: “…cuando nos enteramos de la posición de nuestro enemigo, automáticamente asumimos que nuestra posición debe ser la opuesta”.
El conflicto avanza en la mentalidad política del gobierno catalán, con matices en el caso de ERC, en abierta oposición a cualquier intento de distensión del gobierno español y éste en oposición a cualquier propuesta que parta del independentismo.
La posición del Gobierno de la Generalitat no es realista para afrontar la debilidad de su situación y la del gobierno español es insuficiente para abordar el problema dada su poca fortaleza política.
La situación se expresa y seguirá expresándose en reiteradas ‘microcrisis’ esperando que en alguna de ellas se cometa un error de una de los dos bloques. La secuencia es clara: crisis por la huelga de hambre, crisis por los juicios a los líderes independentistas, crisis en las elecciones municipales con la mirada puesta en Barcelona y crisis en las elecciones europeas en las que Oriol Junquera se presenta como candidato.
El Gobierno español está cada vez más presionado por la derecha patriótica para aplicar el artículo 155
Una secuencia que implica nuevos desencuentros, más descalificaciones y la retórica encendida en la que el Gobierno de la Generalitat buscará sacar réditos electorales. Mientras, se debilitará el Gobierno de Madrid cada vez más presionado desde la derecha patriótica para aplicar el artículo 155 de la Constitución.
Todo se basa en mantener vivos los escenarios de micro crisis como el que se vive ante el próximo Consejo de ministros; un escenario que se va a saldar con rectificaciones, encuentros improvisados y fotos tranquilizadoras de los máximos representantes del gobierno español y catalán, mientras se espera con preocupación que las movilizaciones sean pacíficas y ordenadas.
Se ha pasado del climax al ‘anticlimax’, a la espera de otro momento de climax, a la catarsis colectiva que gestionará el Gobierno de Generalitat y a la que deberá dar respuesta el Gobierno español.
La necesidad de un nuevo marco de políticas realistas
La cuestión que debemos abordar es como se podría evitar esta voluntad de provocar escenarios de ‘microcrisis’, antes de que desemboquen en una gran crisis de la que la política ya no pueda dar respuesta una vez la calle haya tomado su propia iniciativa.
Algunas respuestas deberían partir sobre la base de conseguir articular un mínimo consenso de todas las fuerzas políticas sobre lo acontecido el 1 de octubre del 2017, verificar si hay voluntad o no de avanzar en un diálogo que se inscriba en el estado de derecho, garantizar un juicio justo y garantizar que los jueces no se vean influidos por la presión de las manifestaciones pro independentista y aprovechar el próximo ciclo electoral para garantizar una mayor estabilidad en Cataluña.
La ‘microcrisis’ del 21 de diciembre, sin conocer aún sus consecuencias, debería obligar a la política catalana y española a plantearse un nuevo marco de iniciativas realistas con lo que está ocurriendo.