2016 es una eternidad
En política, esperar a pasado mañana puede hacerse una eternidad. Ahora, 2016 es la fecha tope para que Cataluña tenga el destino en sus manos y, desafío más o menos, esté a punto de ser un Estado independiente. Desde luego, sería conveniente encapsular el discurso de anteayer y sus fervores para poderlo contrastar con lo que ocurra finalmente en 2016.
¿Es que alguien puede concebir realmente que la hoja de ruta tenga la debida conexión con las perspectivas realistas? Tres mil personas son muy pocas personas, aunque griten: “¡In-inde-independencia!” Pero es que aquellas tres mil personas ni tan siquiera se representan a sí mismas. Tantos cruces del azar y la necesidad habrá que vivir para que transcurra ese trecho hasta 2016.
En realidad, la pregunta no es si el propio Artur Mas cree en su hoja de ruta, sino si hubo anteayer tres mil personas que le vieran por TV3 y den por hecha la verosimilitud y disponibilidad del trayecto. En cada recodo de la ruta se abren cien afluentes de la contradicción o el flujo de lo nuevo. Para lo que es hoy mismo la evolución de los estados de opinión, 2016 es la distancia que nos separa del planeta Marte.
Ahí, en el primer rellano de pasado mañana, no es que no sepamos conocer cuál es el impacto de Podemos; de hecho, ni tan solo sabemos con exactitud si habrá candidaturas de Podemos. Tan solo la aparición políticamente contrastada del partido político de Pablo Iglesias puede alterar de forma tan extensa como intensa el panorama catalán. Ni el mejor castillo de naipes se sostiene en una ruta tan peculiar.
Y ahí estaba Artur Mas calculando incluso quién y cómo va a financiar las sucesivas campañas electorales de la ruta. Era un Mas impávido, entregado a su destino, más allá de la nebulosa de pequeñeces en la que se ve envuelta el común de los mortales. Artur Mas, en cambio, cabalga a lomos de –como dijo– las constelaciones de sueños y esperanzas que son el big bang lumínico de un Estado catalán.
Mientras tanto, la intendencia seguirá, lo dijese Napoleón o Charles de Gaulle. La ruta se trata con estrategia superior y la independencia prosaica atiende a los pequeños detalles. Son detalles como las inversiones extranjeras, el estado de la Unión Europea, las sinergias de cooperación con España, el futuro palmarés del Barça y la afluencia de ciclistas en las aceras de Barcelona.
En fin, recordemos cómo el aleteo de un gorrión en la distancia puede desencadenar un alud de nieve. Tanta nieve obstruye las rutas y colapsa el tiempo. Pero Mas sigue con sus cálculos sobre cuántos votos puede arrebatarle a ERC y cuantos votos puede aportarle la ANC. Hay otra pregunta u otro punto de vista: ¿hasta cuándo podrá mantener la apariencia de sociedad civil en algo que ni remotamente lo es?.