130 años de historias de catalanismo

“Desde luego, nosotros estableceríamos una división muy marcada, que está al alcance del más miope. Catalanistas de buena fe, de ideas más o menos exageradas y erróneas, con recta intención y que inconscientemente se presta a servir de instrumento a los otros; y catalanistas falsos, hipócritas, de aviesas intenciones, que hacen del catalanismo un arma encubierta para esgrimirla en su lugar y caso, y que utilizan la inocencia o el candor de los primeros para el logro de sus fines particulares. ¡Y que haya aún quién no conozca a estos últimos! ¡Y que los primeros tengan tan cerrados los ojos!”

Aunque pudiera pasar por un texto actual es una parte de un artículo recuperado de la hemeroteca de La Vanguardia del 12 junio 1883. Un escrito del que estos días se han cumplido 130 años y que fue publicado con motivo de las reuniones previas del Segundo Congreso del Catalanismo que se celebré entre el 20 y el 27 junio del 1883 en Barcelona. Sí, porque aunque a nuestros ojos parezca algo extraño el catalanismorequirió de un congreso. Bueno, de más de uno, para poner sus bases. Eso sí, nos han vendido que era algo imperecedero en el tiempo desde hace al menos 1000 años.

Tampoco vamos a creer a pies juntillas lo que dijera La Vanguardia en aquella época, recuerden “Diario Político de Avisos y Noticias”. Pero como mínimo es curiosa esa reflexión tantos años atrás. La verdad, una de las pocas cosas buenas del diario del Conde de Godó es su hemeroteca. Uno puede echarse unas risas sólo de ver alguna de sus portadas. Por ejemplo, aquella del 27 de enero de 1939, la primera tras la entrada de las tropas franquistas en Barcelona donde ya marcaba su línea con un rotundo “Diario al Servicio de España y del Generalísimo Franco”. ¡Pero Godó tocará otro día!

Al final, las hemerotecas, aunque sea la de La Vanguardia, son siempre los peores esclavos de los silencios. Todos sabemos las penurias de la posguerra. Unos por más, otros por menos. Pero cualquier guerra es, no sólo un desastre terrenal, sino ante todo moral y psicológico. Yo aún recuerdo algún familiar mayor recordando episodios horribles en su vejez. Qué duros fueron los 50 para todos.

Ah, no, perdón. Como es fácil encontrar en la misma hemeroteca, los 50 y como no los 60 están llenos de lo que se denominaba vida social. Una vida social no cercana a la emigración, al esfuerzo o al trabajo. Sino simplemente a vivir con los que años más tarde llamarían fascistas. Curiosamente verán apellidos bien reconocibles en estos tiempos. Fiestas en el Empordà – Ampurdán en aquellos días -, estancias en el extranjero, hasta borracheras y cánticos en catalán se leen. Vamos, esos que ahora se marcan la piel como antifranquistas, no perdonaban una.

No hay que tirar mucho de conocimiento de historia, pero no del adoctrinamiento que ofrece los medios públicos, para documentar que el 18 de julio del 1936 fue sobretodo un momento de huida de los catalanistas activos. Historias rocambolescas en muchos casos. Con una idea clara de volver con la llegada de Franco. El Conde de Godó, ex-socio de Artur Mas, y reconocido demócrata, de los del dinero claro, bien lo sabe. Pero debemos ser fieles a la realidad: “no todos se fugaron”. Recordemos por ejemplo a Francesc Cambó veraneando por el Adriático en su Yate Catalonia –si así como suena en inglés–. Ya ven preocupado por la situación del país. ¡Por cierto estas historias nunca las escuche en TV3!

Al final, quizás Artur Mas y su gobierno de los mejores ha hecho una cosa bien. Y ha sido hacernos ver a muchos que la historia de Catalunya no es la historia que nos han querido contar estos años. Como se dice muchas veces, la historia siempre la escriben los vencedores. Y aquí es un caso de libro. La historia del franquismo en Catalunya, en buena parte, la explicaron los vencedores. Y muchos son esos que ahora se llaman catalanistas. Es decir los franquistas catalanes que no sólo no perdieron su poder, sino que crearon, como ya anunciaba La Vanguardia a finales de siglo, su “propia tragedia personal” para añadir a incautos a su línea argumental.

Yo siempre me he preguntado que sería, por citar los cuatro magníficos, de Artur Mas, Pilar Rahola, Oriol Junqueras o Carme Forcadell sino tuvieran estos momentos de gloria. Y, la verdad, aparte de Carme Forcadell, que como hemos dicho alguna vez es la tonta útil del grupo, todos seguirían en sus fiestas por la Costa Brava, Barcelona o Menorca. Y bien poco les importaría el resto, como así ha sido siempre. La vida para ellos no tiene sentido sin ser partícipes de la historia. Y, como la historia no les encaja, se la inventan.