11-S, tensión artificial
Todos saben que la estrategia del pragmatismo de ERC es la única posible: no habrá ni elecciones ni otoño caliente
Tal vez la afluencia la manifestación del 11-S en Barcelona sea menor que la de los otros años. Lo normal sería que pinchara pero no pinchará. La del año anterior trataba de tomar impulso o darse ánimos de cara a la que iba a ser la batalla final de la votación del 1-O.
Un año más tarde, ni los más radicales se atreven a avanzar fechas, no ya de la próxima batalla sino tan solo de la próxima escaramuza, ya que lo de los lazos no pasa de performance.
La comparecencia de Marlaska y Buch demuestra que los termómetros de la temperatura social están trucados al alza
Para calibrar la distancia entre el momento real i el momentum u oportunidad para dar el salto del que habla Quim Torra, basta con echar una ojeada a los comentarios de los independentistas más impacientes, acusando al president de mentirles i engañarles de igual o peor modo que los de ERC, que por lo menos no disimulan la rendición.
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La comparecencia mediática del ministro Marlaska y del conseller Buch después de la reunión de la junta de seguridad, ambos tan modositos y relamidos, demuestra que los termómetros de la temperatura política y social están trucados. Trucados al alza.
Por si alguien lo duda, ahí van unas declaraciones de Elsa Artadi en el sentido que la no aceptación de las sentencias a los independentistas debe entenderse en términos políticos.
Nadie es capaz de diferenciar el comportamiento de los consellers de JuntsXCat y los de ERC
“Ni la unilateralidad ni la desobediencia son el escenario central”, declaró. Quiten el “central “, destinado quienes predican la insurgencia, un atajo de “idiotas” según Tardà, y entenderán su mensaje: no es este el escenario en absoluto.
Téngase en cuenta que los consellers Artadi y Buch son fieles a Puigdemont. Si alguien es capaz de distinguir entre el comportamiento de los consellers de JuntsXCat y los “de repente buenos chicos” de Esquerra Republicana, que lo anuncie a bombo y platillo.
El govern no está divido entre díscolos y pragmáticos, sino que está unido bajo el denominador común del pragmatismo. Las diferencias se limitan al matiz verbal. Todos saben que la estrategia de ERC es la única posible y la practican al unísono. Ni elecciones a la vista ni otoño caliente.
Tanto es así que el president Torra anunció su inclinación por entenderse con los Comunes a la hora de aprobar los presupuestos. Lo que proponían desde Esquerra es ahora objetivo común.
¿Significa eso que el govern es una balsa de aceite y que han desparecido las diferencias internas? De ningún modo. Sólo significa que la batalla por la hegemonía queda reservada a los dos mandamases: Puigdemont y Junqueras
Puigdemont vs Junqueras
El partido entre ERC y los post-postconvergentes emprende el segundo tiempo cambiando de campo. ERC jugaba con la pelota del original y CDC se la disputaba.
Pero ahora que el original ha fracasado, Junqueras deja la pelota en manos de Puigdemont. Toda para ti. Con esta pelota ya no se marcan goles, a no ser en propia puerta.
De modo que Puigdemont se queda con el rupturismo entre los pies mientras los suyos, incluido Quim Torra, juegan en el campo contrario del acatamiento y la espera de tiempos mejores.
Maquiavelo, o mejor Mazzarino que era más ladino, astuto y diabluno, concluiría que así, poniéndolo en boca del jefe de unos adaptados a la nueva situación, se desvirtúa el discurso del no surrender. Maniobra envolvente a la CUP y a ver qué pillan en las municipales o en las generales si vienen antes.
El mensaje de la Diada 2018 es pura propaganda de la Crida
No Puigdemont pero sí los suyos han claudicado tanto como Junqueras y los suyos. Sin embargo, la camiseta de la Diada 2018 luce un esquema de subida al monte en varias etapas, de las cuales la última es el 21-D, que nos ha dejado “a un pas del cim”.
Literal, a un paso de la cumbre de la independencia. ¿Broma de mal gusto? Para nada. Propaganda de la Crida.
Mientras, el president Torra usurpa el término ‘marcha’. No se trata de imitar, pero si de evocar la larga marcha del presidente Mao o la del rebelde Gandhi hacia el océano para proveerse de sal.
La marcha independentista, performance alternativa a la de los lazos, se reduce a un simple recorrido por las calles de Barcelona o a una propuesta de larga excursión pirenaica.
Entonces, ¿a santo de qué se va a llenar de manifestantes la Diagonal de Barcelona? Por tres motivos. Uno, desmentir una vez más la teoría del suflé. Dos, los presos. Y tres, la anunciada presencia de cámaras de televisiones extranjeras, ante las cuales conviene quedar como unos jabatos bajo pena de que pierdan interés por el conflicto catalán.