Suquet de l’Almirall: Un clásico pescador
Passeig de Juan de Borbón, 65, Barcelona 93 221 62 33 www.suquetdelalmirall.com suquet@suquetdelalmirall.com
Probablemente es el restaurante de cocina marinera con más prestigio de la Barceloneta, que es tanto como decir de Barcelona. Los hermanos Marqués, herederos de una larga tradición familiar, llevan este local desde hace años. Situado en un emplazamiento privilegiado y decorado con muy buen gusto, el Suquet es lugar habitual de artistas barceloneses, como Joan Manuel Serrat o el desaparecido Pepe Rubianes, y de gentes del mundo de la empresa, que a pesar de que está desplazado del centro de la ciudad invierten el tiempo necesario para degustar de su cocina marinera clásica renovada con acierto. También se sientan a sus mesas personajes del mundo de la política, que lo tienen relativamente cerca del Parlament. He visto pasar por allí a todo el arco parlamentario, incluido el reciente ganador de las elecciones autonómicas de Catalunya, Artur Mas.
Lo básico de la carta son los pescados y los arroces, aunque trabajan muy bien las tapas, con las que elaboran el primer plato de un menú de mucho éxito. La carta de vinos no es muy amplia, aunque está especialmente enfocada a los blancos de manera que resuelve perfectamente las necesidades de su clientela. Figura en las mejores guías de restaurantes de la ciudad, lo que fomenta la presencia de muchos extranjeros, pero no de los que buscan la típica paella, sino de comensales más exigentes: una ventaja porque llevan el bolsillo preparado y una desventaja porque son más exigentes.
El éxito del local, como ocurre con otros de este barrio marinero, es un arma de doble filo. Por una parte, le permite hacer vacaciones tres semanas de agosto y cerrar también por Navidad en los días más señalados, mientras que en otros solo abre por las mañanas, costumbres más propias de un Príncipe de Barceloneta (conozco a varios) que de un restaurador. Pero, por otra parte, aumenta el riesgo de irregularidad, en el que el Suquet incurre con demasiada frecuencia, sobre todo desde la cocina, aunque también en la sala. Es una lástima, porque se trata de un pecado mortal en todos los casos, pero en éste los precios de su carta lo hacen del todo imperdonable.