Repsol: en busca de la estabilidad

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Los diarios Expansión y Cinco Días publicaban el miércoles la noticia de que los principales accionistas de Repsol, entre ellos Sacyr y La Caixa, trataban de consensuar el relevo de Antoni Brufau en la presidencia de la petrolera. Pocas horas después, Brufau convocaba con carácter extraordinario a su consejo de administración para que ratificaran su gestión y su liderazgo.

La noticia no debería dejarnos indiferentes en Catalunya, por muchos y diversos motivos. Uno de ellos, y no el menor, es el hecho de que hay al menos tres empresas catalanas implicadas en este conflictivo asunto. A saber: la Caixa, socio de referencia, aunque ya no mayoritario, en Repsol; Caixa de Catalunya, que comparte aún con la anterior una sociedad tenedora de un pequeño paquete de acciones, y Gas Natural, de la que Repsol es el segundo accionista (30,8%), por detrás de la Caixa-Criteria (37,5%).

Pero dejando aparte la perspectiva local, el supuesto enfrentamiento entre Brufau y algunos de los accionistas de la empresa tiene unas aristas sumamente interesantes que no deberíamos dejar pasar por alto. De entrada, la de la estabilidad de la principal compañía energética española y los riesgos que ello entraña para una parte importante del tejido empresarial español.  Pero, por otra parte, la situación que se produce en una compañía cuando un gestor choca con los intereses de algunos de los dueños de la empresa.

Tengo la sensación de que a medio plazo, Antoni Brufau lo tiene difícil, porque aunque la Caixa adopte un papel de neutralidad absoluta e, incluso, llegue a apoyarle cuando el presidente pida que se le ratifique no es fácil llevar las riendas de una compañía cuando el principal accionista –Sacyr, 20%- se encuentra incómodo y recela de las actuaciones de su máximo ejecutivo.

Los argumentos de Brufau parecen sólidos y defiende a capa y espada el plan director que le aprobó precisamente su consejo de administración, pero las necesidades financieras de Luis del Rivero, presidente de Sacyr, también lo son, y acuciantes. La constructora necesita dinero fresco y la política de dividendos de Repsol se los restringe. Brufau quiere garantizar las inversiones.

La Caixa quiere sobre todo que no haya problemas, que prevalezca la búsqueda de acuerdos y que nada de eso influya en Gas Natural, que acaba de dar un paso importante en el escenario de las multinacionales de la energía. Me viene a la memoria el chiste aquel del paciente que en el sillón del dentista pregunta, tras coger con sus manos partes sensibles del doctor, ¿verdad que no nos haremos daño?

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