Nos falta rigor
Creo que las prisas con que tenemos que trabajar en esta sociedad tan acelerada están empezando a pasarnos factura. Y malo es que en una profesión como la nuestra en la que la materia prima son cosas tan delicadas como la imagen pública de las personas y empresas a las que nos referimos, esas urgencias puedan empujarnos a perder precisión en los datos y el lenguaje.
Pensaba sobre esto esta mañana cuando leía una de las piezas que componen la columna “En clave empresarial”, en la tercera de El Economista. Se decía allí que “la primera empresa del país (Telefónica) eludió las pérdidas en los tres primeros trimestres del año, gracias al vigor de los negocios en Latinoamérica…”
¡Hombre, tanto como pérdidas! Telefónica ha ganado en los nueve primeros meses del año 5.610 millones de euros (casi un billón de aquellas pesetas), en los nueve primeros meses del año. Un 0,3% más que en el mismo período del año pasado. No creo que todo ese dinero venga de Latinoamérica.
Otra cosa es que, de no ser por los negocios de ultramar, Telefónica hubiera presentado unos resultados inferiores a los conseguidos en el 2008. Pero de ahí a hablar de pérdidas… media un abismo. Como dice un compañero mío: ¡Ya me gustaría a mí llorar con sus ojos!
Por otra parte, y dentro de ese llamamiento a una mayor precisión en el lenguaje, bien estaría que empezáramos a mirar todos los datos del informe financiero y no sólo los de los primeros renglones. En una situación tan negativa como la actual, el beneficio por acción ha pasado de 1,2 euros a 1,23. No está mal y dicho queda.
Aunque puestos a buscar rigor, he quedado patidifuso esta mañana cuando he leído que Jesús Salazar, expresidentes de SOS, uno de los grandes grupos mundiales de alimentación, recientemente destituido y a quién se acusa de un supuesto desvío de 230 millones de euros al extranjero, ha sido declarado insolvente, evitando el embargo de su patrimonio, por el Juzgado de lo Mercantil número 11 de Madrid. ¡Válgame Dios!