Martínez de Pisón reniega de las identidades colectivas, llenas de «vergüenzas»
El último Premio Nacional de Narrativa cuestiona en un artículo los intentos del nacionalismo catalán de quedarse sólo con lo bueno que les une a España y desechar lo malo
El debate en torno a qué es Cataluña hoy en día y qué quiere ser en el futuro pasa de puntillas por una campaña electoral a punto de terminar. Pero en ocasiones aparecen reflexiones que aportan algo de luz y unas cuantas dosis de sensatez. Ignacio Martínez de Pisón, recientemente nombrado Premio Nacional de Narrativa por su novela La buena reputación, escribe este viernes un artículo en las páginas de La Vanguardia bajo el título ‘Identidades’.
En él, a partir de una cita del diputado de la CUP David Fernández, en la que aseguraba querer independizarse de España sin renunciar a Machado, Lorca o Rosalía de Castro, Martínez de Pisón reflexiona sobre el intento de los nacionalismos –en este caso, el catalán—por intentar quedarse sólo con lo bueno de la historia y desechar lo malo.
«Abrimos un vertedero, le ponemos el nombre de España y arrojamos en su interior todo los que nos desagrada (que no es muy distinto de lo que desagrada a la mayoría de los españoles). Completada la operación, ¿cómo no aspirar a independizarse del vertedero ese?», escribe el escritor zaragozano afincado en Barcelona.
Responsabilidad compartida
En el texto también se recuerda la responsabilidad, obvia por otra parte, de Cataluña en los periodos más oscuros de la Historia española y en sus innumerables tachas, como demuestra la importancia de Barcelona como capital del negocio colonial y esclavista en la segunda mitad del siglo XIX o el papel del general Prim en las guerras del Norte de África.
«El nacionalismo aspira a construirse un pasado inmaculado, apolíneo», apunta Martínez de Pisón, quien recuerda cómo tras la confesión de Jordi Pujol, para muchos pasó de ser «el padre del catalanismo contemporáneo» a «un vulgar españolazo».
La reflexión del escritor no sólo incumbe al nacionalismo catalán sino que alude también a otros, como el español, y a la «lastimosa grandilocuencia» de Mas al alardear de ser el presidente 129 de la Generalitat o a «la de Rajoy cuando proclama que España es la nación más antigua de Europa».
Corregir viejos errores
Para acabar, Martínez de Pisón recuerda que «seguramente en nuestro pasado colectivo son más abundantes los episodios de los que debemos avergonzarnos que aquellos de los que podemos enorgullecernos. Pero sin ese sentimiento de vergüenza retrospectiva difícilmente había avanzado eso que llamamos civilización, que presupone una voluntad compartida de corregir viejos errores».