Llega el invento que mide las horas extra que impone Whatsapp
Los gig workers, la digitalización del trabajo y la conciliación familiar exigen a las empresas nuevas herramientas para contabilizar y remunerar los excesos de jornada que van ligadas a la híper conexión
Elena, de 40 años y veterana en la empresa, se levanta a las siete y mientras prepara el desayuno de los niños comprueba en el móvil que los paquetes mandados ayer desde su departamento a tres clientes estén en el destino adecuado. Tuvo que salir antes del trabajo para recoger a uno de los niños. Su marido, 42 años, como buen adán, deja la ropa tirada en el cuarto de baño y a las ocho contesta dos mensajes de la secretaria del jefe, que le recuerda que tiene una reunión a las diez.
¿Quién les paga ese tiempo extra que le dedican a la empresa? ¿Cómo contabilizar las horas de más o de menos que les suponen unos cargos ejecutivos? La empresa valenciana Artvisual ha desarrollado un producto para estas necesidades. Andrés, de 25 años y en su primer trabajo, se quedó hasta tarde en su casa acabando de diseñar el software para una red de panaderías. Su jefe le pidió el favor de que forzara la entrega del material, para casar las fechas con otros departamentos de la consultora. ¿Quién y cómo le van a valorar las horas fuera de la oficina que lleva dedicándole a este tema? ¿Quién le paga la parte correspondiente de su wifi? ¡Todo eso no está en la nómina!
Los ‘gig workers’
Peor lo tienen aquellos que han entrado en la gig economy, el trabajo esporádico. El trabajar a ratos tiene escasa regulación laboral en España y está mal visto culturalmente. De hecho, es motivo de debate político. El contrato fijo frente al contrato a tiempo parcial. Pero el proceso es imparable, como lo demuestra el crecimiento de ese modelo económico. Son uber, la logística del e-commerce, la nueva agricultura, el trabajo digital y prácticamente todo el trabajo del conocimiento. Un proceso imparable porque quien comparte coche (BlaBlaCar) no es el que compite con Renfe o ANSA. Quien compite es Google.
Y quien marca los nuevos horarios no es el jefe, sino Whatsapp. ¿Cómo limitas los horarios laborales? ¿Pero cómo se contabiliza todo eso en una economía fabril? Aquí hay que entrar a las ocho, salir a la una, volver a sentarte en la silla a las cuatro y poner cara de ordenador hasta las siete. Cumples horario y ocupas mesa. Dos expertos como Gregorio Martín y Adolfo Plasencia ya hablaron de los grandes cambios en el trabajo que se nos venían encima. Y de hecho así está ocurriendo en la economía española, aunque la cultura y la legislación dominante siga hablando de trabajos y horarios fabriles.
El control del móvil
¿Quién tenía que decir que un fisio trabajaría en una empresa para atender en su sitio de trabajo a los que pasan muchas horas frente al ordenador? Lo hace en España Elite3D. Pero Robert de Niro lo disfruta en El Becario. La empresa Artvisual ha desarrollado en Valencia Sesame, un producto informático que, sin llegar a ser un software original, permite el control de la productividad sin fichar en la oficina, visualizar horarios y proyectos por parte de todo el personal, flexibilidad y autogestionar los horarios y adaptarse a todos estos cambios que se registran en un trabajo.
De esta manera Elena pulsaría una clave en su móvil cuando le dedica cinco minutos a ver el correo a las siete de la mañana. Y Andrés haría lo propio durante las tres horas que le llevó la noche anterior acabar en su casa el software para los panaderos. Ese tiempo se contabilizaría como parte de su horario laboral. Pero al mismo tiempo indicarán en su ficha el estado del proyecto o el tema en el que están trabajando. De manera que el tiempo quede indiciado con los resultados de su trabajo.
En tiempo y forma
Y esos datos son visualizados por recursos humanos, pero también por todos los compañeros, que comparten los diferentes estados del proyecto o han de aportar algún nuevo elemento que sume cuantificación. Todos están pendientes de los incentivos por hacer el proyecto en tiempo y forma adecuado. La solución está inventada. En España, la mayoría de las empresas todavía andan a vueltas con los horarios comerciales rígidos, los contratos fijos o parciales y olvidarse del trabajo cuando salimos de la oficina.