La lencería de Vanity Fair no levanta cabeza
La compañía VFB Lingerie Europe, con sede central en l’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), ha vivido durante los últimos años un drástico proceso de reconversión. Con él pretende dejar atrás definitivamente las pérdidas que arrastra desde hace largo tiempo.
El ajuste ha consistido en reducir la plantilla, transformar la red comercial y abandonar las marcas locales Gemma, Belcor e Intima Cherry, para centrarse en Vanity Fair, Variance, Bestform y Lou.
La firma produce lencería en varias plantas fabriles situadas en Túnez. Luego la distribuye por medio de su red de filiales, que abarcan España, Francia, Bélgica, Italia y Portugal. El entramado de España incluye corners en El Corte Inglés y otros centros, así como media docena de tiendas propias bajo el rótulo de Tulip.
El año pasado contabilizó una facturación consolidada de 28,3 millones de euros y declaró una pérdida final de 8,2 millones. Tales guarismos son inferiores a los del ejercicio precedente, que se cifraron en 33,4 y 12 millones, respectivamente.
La compañía arrastra una larga sequía de resultados que se remonta hasta el año 2000. Desde entonces, ha cerrado doce ejercicios consecutivos de números rojos. Sólo logró beneficios en 2004 y 2006. El saldo negativo acumulado se eleva a 74 millones de euros.
VFB Lingerie Europe tiene su origen en la histórica firma catalana Vives Vidal Vivesa, fundada por José María Vives en Igualada. En 1992, este empresario y sus familiares vendieron sus sociedades textiles al grupo norteamericano Vanity Fair Corporation, en un pelotazo de 154 millones de euros.
Previamente, sus asesores le habían diseñado un complejo sistema de ingeniería financiera, a fin hurtar a Hacienda los impuestos correspondientes a la transacción. Pero el montaje fue descubierto y en 2003 el Tribunal Supremo sentenció a Vives a 14 años de cárcel por delito fiscal.
Finalmente, hace siete años VF Corporation traspasó el negocio al consorcio norteamericano Fruit of the Loom.