La falta de rumbo ‘condena’ a la mediocridad a las universidades de Madrid
Los centros de la capital han caído en todas las clasificaciones de calidad durante la última década. Los campus catalanes, con una política pública clara y sostenida, se han aupado como referentes
Las últimas clasificaciones que evalúan la calidad de las universidades españolas lo dejan claro: Cataluña se ha convertido en el referente a nivel nacional. Del otro lado se sitúa la Comunidad de Madrid, cuyos centros no han parado de caer desde inicios de los 2000. ¿A qué se debe este panorama, tan diferente al de una década atrás, cuando la Autónoma, la Complutense o la Carlos III sacaban la cabeza sobre el resto de campus españoles?
Los expertos, sin importar su procedencia, apuntan a un mismo motivo. En un periodo de recortes generalizados, Cataluña ha sido capaz de mantener una política coherente en el tiempo y con objetivos claros. Por el contrario, la gestión del sistema universitario madrileño ha sido mucho más errática.
El empuje de la investigación
«Ha faltado una política bien planificada», señala Elías Sanz Casado, profesor de la Carlos III y director del INAECU, un instituto interuniversitario especializado en la evaluación de la actividad científica y tecnológica. Es precisamente en ese campo, el de la investigación, donde las universidades catalanas han logrado adelantar a toda velocidad a sus homólogas madrileñas.
Así lo muestran las cifras oficiales. El 37,9% de los artículos científicos con firma española provienen hoy de Cataluña, por el 34,7% de Madrid. Lo mismo ocurre con los fondos europeos dedicados a la investigación, donde los centros catalanes ganan con creces desde hace años a los del resto del país.
Estabilidad en las políticas
«En Cataluña se ha hecho una apuesta importante por la universidad pública», añade Casado, quien señala dos de las claves de este éxito: «la evaluación seria y rigurosa de las actividades de los centros» y, por otro lado, una política de «asignación de recursos competitiva, por criterios de mérito».
A 500 kilómetros de distancia, un ex alto cargo de la Generalitat coincide en el análisis. Antoni Castellà, secretario de Universitats i Recerca hasta noviembre pasado, habla de la «estabilidad» en la que ha vivido este departamento desde el año 2000, cuando Andreu Mas-Colell se incorporó como conseller del ramo.
Captación de talento
Entonces se inició una estrategia, mantenida por los sucesivos gobiernos de diferente color político, que ha tenido como una de sus patas fundamentales la captación de talento nacional e internacional. Para ello se creó la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), una fundación regida por un patronato y en la que el gobierno autonómico tiene una participación mayoritaria, también desde el punto de vista de los recursos.
A día de hoy, ICREA cuenta en plantilla con 255 investigadores de primer nivel, repartidos por unas 50 instituciones, tanto públicas como privadas, de toda Cataluña. El objetivo pasa por traer a los mejores a través de un estricto proceso de selección, para que estos a su vez consigan fondos internacionales que financien investigaciones punteras, explica Castellà.
Modelos de contratación
Para conseguir captar el mejor talento, sea nacional o extranjero, hay que mirar a los diferentes modelos de contratación presentes en España, uno de los temas más espinosos para la academia. A través de la Llei d’Universitats de 2003, Cataluña incorporó la figura del agregado, profesores contratados por centros públicos sin plaza de funcionario.
Al mismo tiempo añadía incentivos económicos a las universidades que fichasen para sus claustros a profesionales con características específicas. Entre ellas, experiencia fuera de la universidad y un currículo por encima de la media de su departamento.
Preguntado sobre esta cuestión, el profesor Casado coincide en la necesidad, también en los campus madrileños, de «abrir la universidad al exterior» y de establecer procesos de contratación más rigurosos, pero también más flexibles –la nacionalidad española sigue siendo una exigencia en algunos centros–. «Necesitamos que otras figuras se incorporen a la actividad científica», resume.
«Sacar la investigación de luchas políticas»
A pesar de que el Partido Popular se ha mantenido inalterable en el Gobierno de la Comunidad de Madrid en este tiempo, desde la academia no dudan en señalar los bandazos y las injerencias que ha sufrido la política universitaria e investigadora de la región durante los últimos 15 años. Además del conocido hachazo en sus fondos.
El equipo que ha incorporado Cristina Cifuentes parece, sin embargo, que ha traído aires de cambio. «Es radicalmente distinto. (…) Tienen muy buena voluntad», señala Sanz Casado, con la prudencia de los pocos meses que llevan en los cargos. Con todo, este profesor madrileño repite una idea que parece clave para que las universidades de la región recuperen su pujanza: «Hay que sacar la actividad investigadora de las luchas políticas». El espejo catalán así lo ha demostrado.