La culpa del paro la tiene la banca, sostiene Bernanke

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Aunque ayer estuvo por Barcelona, Fernández Toxo, el secretario general de CCOO, la frase que titula este post no la dijo él, sino como también está indicado el mismísimo chairman de la Reserva Federal americana, Ben S. Bernanke.

Y es que Bernanke dijo ante el selecto auditorio de ejecutivos financieros del Economic Club of New Cork lo que dice una mayoría de ciudadanos aunque seguramente sin su autoridad: que las restricciones de crédito impuestas por la banca están ahogando la economía de las familias y sobretodo de las pequeñas y medianas empresas, que son en definitiva los principales creadores del empleo del país; unos con su consumo y otros con el desarrollo de sus negocios.

Como consecuencia de ello, el volumen total de créditos inmobiliarios en todo el país ha caído, por primera vez en los últimos 60 años, y el porcentaje de pymes que piensa que tendrá dificultades para conseguir un crédito está próximo al récord de cualquier serie histórica.

Y sin empleo, sostiene Bernanke, es muy difícil la recuperación económica, aparte de los graves problemas sociales que comporta. En los Estados Unidos, el desempleo entre los trabajadores de 16 a 24 años es del 19%, y en el caso de los “afroamericanos” de esta misma franja de edad del 30%. Y aquí nadie le puede echar la culpa a que no haya una legislación laboral más flexible.

Sea como sea, ¿contra quién dispara ahora Bernanke: contra sus colegas financieros o contra el gobierno? Joseph Soler defendía, por ejemplo, ayer en La plaza que contra estos últimos porque en definitiva ellos son los culpables de haber metido cantidades nunca vistas de dinero público para el saneamiento de la banca sin haber exigido las contrapartidas necesarias para que ese dinero fluya hacia sus auténticos destinatarios: las familias y las empresas que son las que hacen economía.

Así las cosas, Bernanke ve en el futuro, si la banca no cambia su actitud, dos problemas y ninguna solución: con semejantes niveles de desempleo no hay recuperación ni peligro de inflación y por tanto previsión de mantenimiento de tipos de interés peligrosamente bajos, y por otro, y como consecuencia, dólar muy débil y excesivo debilitamiento de la divisa nacional con un déficit desbocado.

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