Jardín del Alma, el interior de manzana
www.almabarcelona.com93-216-44-90C/ Mallorca, 271
Sentada en una de aquellas cómodas butacas, rodeada de árboles, es difícil imaginar que una se encuentra en pleno centro de Barcelona. Y mucho menos que ese espacio era hasta no hace mucho el aparcamiento de una empresa química.
El Jardín del Alma, el interior de manzana de una de las zonas más señoriales del Eixample barcelonés, es la nueva terraza del Hotel Alma, un cinco estrellas que desde hace cuatro años ocupa lo que fue la sede corporativa de Solvay. Ahora empieza a explotar en serio las posibilidades de este espacio al aire libre.
Núria Gironés, de Ca L’Isidre, es la encargada de esta nueva etapa gastronómica del hotel, que incluye una oferta específica de tapas, bocadillos y copas en la barra del jardín. La idea es competir con las terrazas del paseo de Gràcia y de la Rambla de Catalunya, tanto en producto como en precio y en comodidad.
Las tapas que ha diseñado Gironés son las más populares de la ciudad, las que tienen más éxito. Desde la ensaladilla rusa (5€) a las patatas bravas (4,5€), pasando por unas excelentes croquetas de pollo de corral (4€).
El restaurante también ha modificado su carta para presentar una oferta más bien corta que permite la rotación frecuente, propia de cada temporada. Dieciséis propuestas –ocho entrantes, cuatro platos de pescado y cuatro de carne–, más los postres. Y en base a esa carta un menú de mediodía a 39€, que no incluye la bebida, pero sí un aperitivo.
La carta de vinos también es comedida. Gironés ha hecho una selección en la que figuran etiquetas internacionales para atender a la clientela VIP de un cinco estrellas como éste. Pero a la vez incorpora toques de complicidad para los aficionados al mundo del vino. Tinto de la Ribera Sacra es uno de esos guiños y Viñas de Gain blanco, otro.
Los precios son comedidos en relación a lo que es habitual en la ciudad. El gallego –Guímaro 2012– figura a 26€, frente a los 19 de la tienda. Y el rioja a 27€, cuando en la bodega está a 18. Ya se ve que la casa carga en torno al 50%.
El otro día probé el menú, que incluía un original aperitivo de olivas gordal rellenas de atún y patatas chips. Como entrantes, carpaccio de ventresca de la Ametlla con vinagre de manzana y timbal de escalibada con sardinas ahumadas. Pescado azul con poca manipulación, la forma de cocina preferida de Gironés, poco amante de la tecnoemoción.
Después, un rape blanquísimo a la plancha con tomate dulce y aceitunas de Kalamata. Ración demasiado abundante para mi estómago, pero suave y sabroso; y como los otros pescados, sin sal.
De postre, un riquísimo flan de yema con vainilla y un crujiente de piñones por encima. El café, Tupinamba, bien medido en cantidad y temperatura.
Una nueva etapa prometedora. Tiempo atrás, Caixa Catalunya y la CAM habían tenido un 66% del capital de la sociedad propietaria del hotel. La nacionalización de ambas supuso enormes quebraderos de cabeza para sus gestores y accionistas.
Felizmente, en noviembre pasado se produjo la desvinculación definitiva. Desde entonces, Joaquín Ausejo, uno de los socios iniciales, se ha hecho con la mayor parte de la empresa y con la gestión.