James Bond contra los especuladores
Al final, entre susto y susto y algún amago de brote verde, nos podemos hacer unas risas con alguna noticia. Por ejemplo, la que el viernes empezaron a resaltar todos los medios, siguiendo a un colega griego, según la cual los servicios secretos de Grecia y también los de España, Francia y Alemania se habrían puesto a trabajar para descubrir a los agentes del mercado que estaban luchando contra la deuda griega y el euro.
Los diarios aseguran que los corajudos servicios secretos habrían llegado a una conclusión definitiva: los malvados agentes especuladores existían y se dedicaban a vender por la mañana grandes cantidades de bonos, griegos por ejemplo, y comprarlos por la noche cuando por efecto de sus perversas acciones el precio había caída hasta la desesperación. Y, así, una y otra vez.
Descubierta la trama gracias a nuestros James Bonds europeos, nada indica que los servicios de Su Majestad, el euro, hayan intentado detener a los asaltadores y traficantes de monedas.
Uno, sin embargo, espera que nuestros servicios secretos no hayan dedicado la jornada entera a tan sesuda investigación y mucho menos empleado a sus mejores hombres, que probablemente les haya bastado con destinar algunos becarios a tiempo parcial.
Nosotros podríamos haberles ayudado si nos hubiesen dicho algo, porque sin haber trabajado ni en la CIA, ni en la KGB, ni en el CNI, ni en el Mossad, ni en nada parecido sí que sabemos, más por viejos que por diablos, que desde que existe eso de los mercados muchos agentes, organizados y por libre, se dedican a comprar cosas cuando están baratas y venderlas cuando tienen un precio superior.
Además esta observación se la hubiéramos hecho llegar gratis, sin más, como un nuevo servicio a la patria. Especialmente a Grecia, a la que tenemos tanto cariño y tanto les debemos por ser la cuna de nuestra civilización. A Grecia, sobretodo, no fuera el caso que después de contratar a Goldman Sachs para que le ayudara a engañar a la Unión Europea, ahora tuviera que hacer frente a un dispendio extra desplegando sus servicios secretos para que descubran que en los mercados se especula.