Is the party over?
Cuando la recesión dejó de ser una amenaza y se hizo carne entre nosotros, el titular de moda fue “the party is over” (la fiesta se acabó). Se empleó así, a la manera anglosajona, quizás como la forma más natural de dar la bienvenida a la primera globalizada, y de la globalización.
Cuando las olas de la crisis nos tienen aún más tiempo la cabeza bajo las turbulentas aguas que encima, las noticias nos dan cuenta de algunos recovecos del sistema donde la fiesta parece no haberse acabado, como si en realidad nunca hubiese parado ni siquiera cuando en un momento se fundieron los plomos.
JP Morgan ganó en el 2009, el año de la gran recesión, 11.730 millones de dólares, el doble que en 2008. Según datos de The Wall Street Journal, las 38 principales firmas financieras en Estados Unidos pagaron el año pasado a sus empleados 145.000 millones de dólares, un 18% más que en el 2008.
Is the party over? ¿Se acabó la fiesta? Para algunos, probablemente, nunca paró, aunque los vecinos indignados les echaran en cara su comportamiento. Por esto, y quizás también por otras razones más vinculadas a estrategias electorales que a sólidas convicciones, Obama está proponiendo castigar con un impuesto especial a la banca de Wall Street. Si van de chulos, que paguen.
Todo eso mientras los cuatro grandes comparecen ante el Senado norteamericano (o el Congreso, ahora no me acuerdo) para ser interrogados por los representantes del pueblo sobre su actuación y sus posibles responsabilidades ante la crisis.
¿Y aquí? Pues nada. Vemos esas historias de Washington como una película de Hollywood. Creo que aquí no ha pasado a rendir cuentas ante los representantes políticos si Hernández Moltó, el increíble expresidente de la Caja Castilla La Mancha. Aquí, a sus señorías los banqueros, se les interroga cuidadosa y discretamente en lugares apropiados y previa cita. No sea que se enfaden.