Iglesias y Trump, dos populismos contra la prensa

La APM ha analizado testimonios y pruebas de los periodistas antes de emitir su comunicado de denuncia contra Podemos

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El lunes 6 de marzo, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) emitió un comunicado denunciando el acoso que sufre un grupo de periodistas, la mayoría encargados en diversos medios de la información de Podemos. Las amenazas son proferidas por el propio Pablo Iglesias y dirigentes de Podemos de su entorno y han sido realizadas con llamadas intimidatorias,comunicaciones verbales y a través de las redes sociales.

Miembros directivos de la APM han mantenido dos reuniones con el grupo de periodistas afectados, que han aportado pruebas y testimonios de las amenazas y el acoso sufrido por los mismos. Analizados estos testimonios y pruebas, la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid acordó emitir el comunicado de denuncia de esta situación intolerable y de amparo a los periodistas afectados.

La APM no ha divulgado ni la identidad de los periodistas ni los medios para los que trabajan porque en declaraciones de la presidenta de la APM esos datos son propiedad de los afectados y la asociación se reserva la identidad de sus fuentes a los que confiere absoluta credibilidad y certifica la autenticidad de las pruebas presentadas.

No es la primera vez que se producen ataques a la prensa y a algunos periodistas en particular por parte de Pablo Iglesias y otros dirigentes de Podemos. Existen videos en las que el propio Iglesias se pronuncia a favor de la nacionalización de los medios de comunicación o del control público de sus líneas editoriales. En otros se burla directamente de algún periodista desde la autoridad que le confiere un atril. 

Existen videos en las que el propio Iglesias se pronuncia a favor de la nacionalización de los medios de comunicación o del control público de sus líneas editoriales. 

El 20 de abril de 2016, el líder de Podemos se encontraba dando una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid. Iglesias trató de ridiculizar y amedrentar al periodista de El Mundo, Álvaro Carvajal, presente en el acto, acusándole de “publicar noticias falsas para medrar en su periódico”. Alguna de sus insultantes frases que fueron celebradas por el público entregado a Iglesias fueron del tenor: «Tengo que evitar que Álvaro Carvajal, que tiene aspecto de epistemólogo, pero es un periodista de EL MUNDO, me saque el titular ‘Vamos a hacer que España se masturbe’.

En otra ocasión Pablo Iglesias en una rueda de prensa trato de ridiculizar a la periodista de El Español, Ana Romero, que le había hecho una pregunta incómoda, por tener un abrigo de piel apoyado en su silla.

La obsesión por el control de la prensa llevó a Pablo Iglesias, inmediatamente después de su primera entrevista con el Rey para la formación de gobierno, a reclamar para su partido la presidencia de RTVE como exigencia indispensable en la negociación de un gobierno con el entonces candidato Pedro Sánchez, junto con el control del CNI y del Boletín Oficial del Estado.

Las tesis que sustentan la guerra desatada entre Pablo Iglesias y algunos periodistas y medios son que las empresas son las que coaccionan a los periodistas para difundir noticias falsas que perjudiquen a la organización morada.

No hay que ser muy observador para constatar que la actitud de Pablo Iglesias hacia la prensa tiene mucho que ver con la guerra que Donald Trump tiene declarada a importantes e influyentes medios de comunicación de Estados Unidos, a los que al igual que Pablo Iglesias acusa de difundir noticias falsas sobre él.

La definición de Trump y la de Podemos tiene muchos puntos en común. Los dos quieren el poder, secuestrado por el establishment para devolvérselo al pueblo. 

Los intentos de controlar la prensa es una constante en todos los movimientos populistas. Está en la lógica de su naturaleza que pretende el monopolio de representación del pueblo, uniformado con unos intereses que el líder define y defiende. Cualquier pensamiento contradictorio con esas posiciones se considera falso, intencionado o desestabilizador. Según esta lógica, la legitimidad para controlar a los medios la proporciona la idea suprema de defender los intereses de los de abajo

La definición de Trump y la de Podemos tiene muchos puntos en común. Los dos quieren el poder, secuestrado por el establishment para devolvérselo al pueblo. El establishment es poderoso, dispone del control o la influencia sobre periodistas y medios; en consecuencia, para defenderse inventa noticias falsas para desacreditar al líder del partido que pretende cambiar las cosas.

La decisión de la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa, por lo inusual, revela la gravedad del acoso sufrido por los periodistas que lo han denunciado.

La reacción de Podemos ha sido típica. Sorpresa por lo sucedido y reproche porque los afectados no se hayan dirigido a ellos para solucionar el problema. Pero, ¿es normal que quien está amenazado se reúna con el amenazador? ¿Tal vez para implorar su perdón?

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