La fuerza de las mujeres, entre la reivindicaciĆ³n y la celebraciĆ³n
Hace tiempo una amiga me dijo que de todas las revoluciones del s. XX, la única que había triunfado era la feminista. De entrada, la afirmación resulta sorprendente pues la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo enorme, la pobreza es mayoritariamente femenina igual que el analfabetismo y el número de casos de violencia machista y de feminicidios es atroz. Y eso en las democracias occidentales, porque en otros lugares del mundo la situación de las mujeres no sólo no ha mejorado sino que ha empeorado.
Sin embargo, es cierto que es también mucho lo que se ha conseguido y la situación de las mujeres de hoy es muy diferente a la que tenían a principios y mediados del s. XX cuando la mujer era considerada una especie de eterna menor de edad que siempre tenía que estar bajo tutela de un hombre, fuera su padre o su marido. Y otro cambio que no es, a mi entender, menor: las actitudes machistas suelen concitar la condena social cuando se denuncian.
Esas actitudes machistas persisten cuando, por ejemplo, en los pies de página de un periódico se comentan las intervenciones de los políticos y la ropa de las políticas –como les sucedió a Inés Arrimadas y Anna Gabriel- y eso demuestra que todavía queda mucho por hacer pero, como mínimo, lejos de considerarse normal, produce repulsa pública
Las actitudes machistas suelen concitar la condena social cuando se denuncian.
Algo semejante sucede con la paridad en los medios de comunicación. En verano de 2016, un grupo de feministas crearon la etiqueta #onsónlesdones (dónde están las mujeres) para denunciar que muchas de las tertulias estaban protagonizadas sólo por hombres y que cuando se buscan “expertos” éstos siempre son masculinos. En cuestión de meses han conseguido que en los medios públicos catalanes estén rozando la paridad en sus tertulias lo que demuestra que, al menos en este caso, querer es poder.
Ahora las mujeres cineastas de CIMA están intentando también la paridad en el mundo del celuloide siguiendo el ejemplo de la sueca Anna Serner que en sólo cuatro años consiguió la paridad tanto en dirección como en producción y guiones a la vez que en Suecia los premios cinematográficos han aumentado y las salas de este país han visto como crecía la recaudación de sus taquillas.
Esto último me parece bastante lógico: si se dan más puntos de vista es más fácil suscitar el interés de un público más amplio. No lo digo, por supuesto, desde un punto de vista esencialista, no creo que las mujeres por el simple hecho de serlo, seamos de una determinada manera pero sí me parece acertada la formulación de María-Milagros Rivera cuando habla de la experiencia de vivir en un cuerpo sexuado en femenino que necesariamente da una visión diferente.
Así pues, sin duda nos queda mucho por hacer para conseguir la igualdad efectiva entre hombres y mujeres pero también son muchos los avances que debemos celebrar. Las mujeres tenemos cada vez más visibilidad aunque tenemos que seguir venciendo techos de vidrio. Las mujeres somos más lectoras que los hombres según todas las encuestas y cualquiera que haya asistido a cualquier taller de lectura o club literario sabe en ellos las mujeres somos mayoría. También poblamos las salas de exposiciones y las salas de cine y teatro.
Las mujeres somos más lectoras que los hombres según todas las encuestas y cualquiera que haya asistido a cualquier taller de lectura o club literario sabe en ellos las mujeres somos mayoría.
En el mundo del deporte, son cada vez más los triunfos de nuestras deportistas aunque la repercusión de sus éxitos y sus honorarios no tienen nada que ver con el de sus compañeros masculinos. Eso por no hablar de los comentarios machistas que deben aguantar con respecto a su aspecto físico o imposiciones de vestuario. Pero ahí están conquistando día a día un espacio que había sido siempre coto privado de los hombres.
En el ámbito universitario es mayor el porcentaje de mujeres que de hombres aunque luego sean ellos los que copen los órganos de dirección y las cátedras. Pero unas jóvenes cada vez mejor formadas es, sin duda, una buena noticia. Ahora nos falta que sean cada vez más las mujeres en las carreras técnicas y científicas y que los hombres se inclinen más por una profesión tan fundamental para la transformación de la sociedad como es la de la educación infantil y la primaria.
El día 8 de marzo es un día para reivindicar los cambios necesarios para lograr la igualdad, para coger fuerzas para seguir luchando para que la mujer adquiera el papel que realmente merece pero es un momento también para celebrar todo lo conseguido. Quizá decir que la única revolución del siglo XX que ha triunfado es la feminista es demasiado optimista pero trabajaremos día a día para que lograr una sociedad más justa y que las diferencias no supongan una desigualdad.