Ferran Centelles: »Durante mis años en El Bulli encontré muy pocas respuestas»
''Nuestra obsesión es comunicar de manera efectiva'', explica el sumiller y antiguo responsable de la bodega de los Adriá en 'Conversaciones en torno a una copa de vino'
Premio Nacional de Gastronomía en 2010 y nombrado mejor sumiller de España en 2006, con apenas 25 años. Ahora, una década después, Ferran Centelles habla con la experiencia de un veterano, a pesar de su juventud, pero con la mochila de un recorrido profesional que la ha convertido en referencia en el mundo vitivinícola de España.
Para Centelles, protagonista esta semana de Conversaciones en torno a una copa de vino –serie web producida por Economía Digital con el patrocinio de Bodegas Torres–, su pasión comenzó en quizás la mejor cantera que haya tenido nunca la gastronomía española. Entre 2000 y 2011 ejerció como sumiller en El Bulli, primero a las órdenes de Eloy Sánchez y después como responsable de la bodega del restaurante.
En Cala Montjoi nació esta «obsesión», tan relacionada con «el mundo de los sentidos» y su traslación comunicativa, explica. «Las personas somos buenas máquinas de percepción. (…) pero nuestro lenguaje a veces es difícil de comprender para los consumidores», razona. Metáforas, nuevas ideas, relatos… todas ellas herramientas utilizadas por estos profesionales.
«La obsesión de los sumilleres es comunicar de manera efectiva», señala. Algo para nada sencillo cuando hablamos de un mismo producto, el vino, que al mismo tiempo presume de tantos matices. «Estuve dos años en una escuela de cata perdido», recuerda Centelles sobre sus inicios para ilustrar la compleja tarea de percibir, expresar y prescribir, la labor final del sumiller.
El arte del maridaje
Reciente autor de un libro centrado en el mundo de los maridajes (¿Qué vino con este pato?, Planeta Gastro, 2016), Centelles se ha especializado en ese arte que es la unión de los alimentos y el vino en una misma experiencia gastronómica. Una pulsión que nació también en sus inicios como sumiller.
«Durante mis años en El Bulli encontré muy pocas respuestas. Cada día cambiaba un plato, una combinación… Era un atropellamiento total», rememora. De esa explosión de creatividad surgió la necesidad de investigar y de combinar, de la mejor de las maneras, ambas materias primas, explica.
Volviendo a los retos de su profesión, Centelles no es ajeno a cómo la cultura del vino ha cambiado en los últimos años. «El vino ha salido del día a día», reconoce. De ahí los intentos de él mismo y de su gremio por volver a conectar con el público «más joven», paso imprescindible para mantener viva la pasión por el mundo de la uva.