Desafíos 2010
Si en el post anterior me dedicaba a hacer un balance muy sintetizado de los hechos que a mi juicio habían marcado 2009, bien está que el primer post del nuevo año lo emplee en marcar lo que creo que van a ser los principales desafíos del futuro más inmediato.
• El paro. No hay ninguna duda y si lo hubiese puesto a votación entre, por ejemplo, los analistas de La plaza este tema habría conseguido el podio por aclamación. Con un paro oficial del 19,4% -Eurostat dixit- no hay economía que se sostenga. Es lo más urgente: hay que introducir cambios en el modelo económico, hay que evitar fracturas sociales, hay que incentivar la búsqueda de empleo, incrementar la eficacia de los sistemas de protección… El paro, pues, como gran y primer desafío de este 2010 y no sólo en España, lo que hace aún más grave el problema.
• La deuda. Los déficits presupuestarios y la deuda no pueden incrustarse de modo recurrente en la cultura de un Estado, una administración local o una familia. Los gastos han de ajustarse a los ingresos y aunque no soy un fundamentalista del déficit cero –lo que me acarreo buenas broncas hace algunos años- sí soy un firme defensor de que los presupuestos sean ajustados y la deuda se mantenga, si es necesario, en un contorno razonable. El estado español que hemos construido es muy poco austero. La descentralización autonómica, que ha tenido muchas virtudes –políticas e, incluso, de asignación más eficiente de recursos (pensemos en Italia)- ha disparado el gasto público global. Es urgente un gran consenso que racionalice las actuales estructuras.
• La política. El sistema que se creó en la transición y al que le debemos uno de los períodos más estables y prósperos de la sociedad española comienza a mostrar síntomas de anquilosamiento. Hay que introducir reformas que combinen el poder de los partidos con otras fórmulas que acerquen más la política a los ciudadanos y les permita ser más partícipes y protagonistas de la cosa pública. Hay que desarrollar controles más efectivos que desincentiven las corruptelas y los abusos de poder.
• La formación. Creo, sinceramente, que es el desafío que marcará nuestro futuro como país. Hay también una cierta unanimidad en que así es, pero como las inversiones en este terreno funcionan a muy, muy largo plazo, pues es más fácil posponer decisiones sin que se aprecie de manera inmediata el coste de ese retraso. Es urgente mejorar la calificación de los docentes y que en las universidades se preste atención no sólo a la investigación y a los currículums de sus profesores sino también a su calidad pedagógica. Hay que aumentar y mejorar el nivel de los recursos (instalaciones, materiales didácticos…). En este terreno, que nadie lo dude, nos lo estamos jugando todo como país.