Deben más de 600 millones de euros…. y tan frescos
El gobierno acaba de reconocer a preguntas de un diputado del PP que el fútbol español, de primera y segunda división, debe 627 millones de euros a Hacienda y casi 5 a la Seguridad Social.
Esta escandalosa cifra, generalizada, no impide que, aunque a la baja, los clubs sigan presentando presupuestos con déficit, sigan manteniendo en la mayoría de los casos un nivel salarial impropio de sus posibilidades y sigan haciendo alarde una irresponsabilidad inaudita.
¿Por qué lo hacen? Pues me da la impresión de que una gestión tan desastrosa sólo es posible cuando se está convencido de que hay una cierta impunidad, que al final alguien va a arreglar el desaguisado para aparecer como salvador ante el pueblo o para acceder a una plataforma desde la que dar salida al inmenso ego que les mueve.
¿Y el gobierno? Pues da la impresión que silbando. ¿Se habría llegado a esa situación en el caso de una empresa normal? No lo creo. ¿Por la impunidad de la que hablaba?
Pero… ¿cómo es posible que en medio de la crisis que estamos atravesando, el gobierno admita sin hacer nada esta injustificable deuda con el Estado, sobretodo cuando podríamos encontrar seguramente subvenciones indirectas vía favores municipales o autonómicos o de otro tipo?
No sé si Jaime Lissavetzky tiene alguna idea desde la secretaría del Consejo Superior de Deportes o si los últimos abrazos con Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol, a quién, por cierto, hubo un tiempo en que lo quería llevar ante los tribunales, le han secado cualquier iniciativa para imponer un poco de cordura y limpieza en ese mundo tan opaco.