De sorpresa en sorpresa en el oasis catalán

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Sorpresa por la desfachatez, continuidad y contundencia con que Félix Millet, creu de Sant Jordi, ha asaltado las cuentas del Palau de la Música; sorpresa por la manera en que algunos están justificando sus relaciones con los tejemanejes del personaje, como las controvertidas declaraciones del despacho de arquitectos de Óscar Tusquet.

Sorpresa por la lenidad con que las administraciones públicas, todas, han controlado las cuentas de una institución en la que volcaban dinero público con una cierta generosidad.

Sorpresa por la absoluta ausencia, una vez sabido lo que se sabe, del menor atisbo de autocrítica; sorpresa por que alguien pueda espiar a los vicepresidentes del Barça, decir que el presidente no sabía nada e irse después tranquilamente a fumarse un puro, y no pase nada.

Sorpresa por la insultante frialdad estadística con que se presentan los porcentajes de informes inútiles -700.000 euros- encargados por el Govern en 2007.

Sorpresa, positiva en este caso, porque aún nos sorprendamos.

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