Borja García-Nieto: «Hay silencios que matan»
El presidente del Círculo Ecuestre dirige además un banco de inversión y alude a la historia para explicar el clima actual
Es partidario de un relato «inclusivo y reflexivo» en el que se da por supuesto el encaje catalán en España. Y no es el único que busca este refugio, ahora que al país reinante lo llevan en volandas los propagandistas del «patria o nada» dispuestos a exigir la insumisión. La desobediencia civil sobre el rastro de antecedentes incompatibles: Mahatma Gandhi en la India o el I Ihave a dream, patentado por el doctor Luther King.
Ante la apuesta por la ruptura, a Borja Garcia-Nieto Portabella, presidente del Círculo Ecuestre, le puede la «tristeza». Proviene del catalanismo reformista. Un tronco familiar en el que han abundado fundadores de bancos (Riva y García, Simeón), creadores de escuelas de negocio (su padre Ramón Garcia-Nieto estuvo junto al padre Sobreroca en el equipo germinal de Esade), renovadores con estilo (su hermano Ignacio preside el Círculo del Liceo), intelectuales comprometidos (su tío Juan Nepomuceno) y hasta pioneros en el impulso invisible en Círculo de Bibliófilos o en la Academia de las Artes y las Letras.
El cruce cultura-economía-deporte que propulsó la Mancomunitat de Prat de la Riba fue el arranque de una Catalunya anti-mitómana, cuya continuidad habría que buscarla en la Generalitat reconquistada de Tarradellas. Un sueño de enarcas afrancesados. García-Nieto se mueve en la luz de la historia: «Pienso en el General Prim y en la colaboración gozosa de Francesc Cambó con los gobierno de España». «El tema no es irse a ninguna parte sino meterse hasta el fondo y ocupar el papel que deberíamos en la política Española».
Es un maníaco de la colaboración. Pero ahora, la Convergència rupturista de Rull y Gordó ha secuestrado el alma centrista de CiU, que propició momentos brillantes. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué la anti España se ha instalado entre nosotros? «Sería demasiado largo. Ha habido muchos momentos de desencuentro, como el del Estatut, pero pienso que todavía hay un gran recorrido para el entendimiento». ¿No nos quieren o no les queremos?. «No es posible querer lo que no se conoce. La lejanía respecto a España se va instalando en los corazones de la gente y no debemos dejar que eso siga así». ¿Qué hace usted para evitarlo?: «Educar a mis hijos en la libertad; llenar el Ecuestre de debates y foros de opinión en los que todos los colores se defienden desde la igualdad y opinar. Publiqué un artículo en La Vanguardia, que me ocasiono buenos dolores de cabeza: 1714 ¿Buenos y malos catalanes? Se titulaba. ¿Por qué lo hice? Me sentí en la obligación de opinar y defender lo que es obvio, que no es un problema de buenos o malos. Lo hice por mis hijos, por el futuro. No quiero que algún día me digan, ¿y tú dónde estabas?
Algunos dicen que en Cataluña los soberanistas tienen una lista negra. Sería curioso que ahora existieran los desafectos a la independencia en un país que, en otro tiempo, se llenó de desafectos al régimen militar. ¿Existe la lista negra? «No lo creo; o no lo quiero creer». ¿Seguimos siendo un país puntero? «Eso no se puede dudar. Somos punteros en tecnología, industria, arte, conocimiento y hemos demostrado nuestra capacidad de impulsar la democracia. Piense que una de las cosas que mejor nos distinguen a los catalanes es nuestra aportación en el periodo de democracia y libertad más largo de la historia de España». La historia de España de estos últimos treinta años es insólita. Es el tercer país del mundo que más ha crecido en un periodo tan largo ¿Nos queremos ir?, ¿no será mejor implicarse y cambiar lo que no nos gusta?
Entonces, esta confrontación ¿es un desorden neurológico o algo así? «No, nada de esto. La confrontación es fruto del desconocimiento. Los independentistas hablan de fractura, pero hay una cosa que no puede negarse: Cataluña tiene un nivel de autogobierno que tal vez no hemos sabido explorar adecuadamente». ¿O no nos han dejado? «Veamos, los años de CiU respaldando las decisiones de los sucesivos gobiernos españoles fueron insuficientes. No sirvieron para mostrarnos el camino». ¿Por qué? «Falto un mayor compromiso, faltó la coalición; el Gobierno compartido.
Asumir responsabilidades nos habría mostrado una senda que ahora está desdibujada; no se ve». Los socialistas Narcís Serra o Lluch asumieron ministerios en la etapa de González. «Pero no podemos analizar aquello como una coalición. Eran del mismo partido, compartían la misma cultura. Si el catalanismo político se hubiese implicado en los sucesivos gobiernos de PSOE y PP no estaríamos en esta situación»
¿Quiere decir que el catalanismo socialista tiene poco fuste? «No, solo que no puedes decir que en la etapa de Serra, Cataluña imprimiera carácter en España». ¿Y mucho antes, con Cambó o Jaume Carner de ministros de Fomento, por ejemplo? «Si, en sus fases ministeriales, la Lliga aportó la savia catalana. Lo mismo puede decirse del General Prim en la Revolución de 1868, la Gloriosa«.
Garcia-Nieto heredó el Ecuestre de Manolo Carreras, pensando en el legado de Carlos Güell de Sentmenat, el empresario y político que había remontado la institución a partir de los ochenta. Le ha dado un buen meneo. Hoy el Ecuestre tiene alma de foro de opinión aunque sigue siendo un club de privacidad británica. Los ministros de Rajoy festonean una grada entregada, pero conste que los soberanitas no le han perdido la cara. La Casa Pérez-Samanillo reparte juego; su caracol marmóreo caído sobre el salón principal distingue por igual a Junqueras que a Romeva. También al rabelesiano enfático de la CUP, especialmente ahora que los nuevos tiempos han sustituido la corbata por el cuello camisero.
La Junta septembrina de García Nieto no entiende de retrancas. Los escasos lectores abonados al diario mañanero del Ecuestre son, por lo general, demasiado diligentes. Nadie duerme en las butacas acolchadas por las posaderas de aquellos oficiales que relató el gran Eduardo Mendoza. La institución ha superado la crisis económica. Vive de lo que vendrá; no de lo que fue. «Los españoles sufrimos un cierto complejo a la hora de creer en nosotros y defender lo que creemos». ¿Cuál es el modelo? «La Inglaterra de Cameron, el premier de un pueblo que se siente orgulloso de sí mismo».
García-Nieto se ha convertido en platicador incansable. Su banco de inversión, Riva y García, mantiene el rumbo, pese a China, la Fed, Brasil y el precio de las comodities. Habla con una indisimulada satisfacción de los fondos de capital de riesgo que dirige y que han propiciado el nacimiento de empresas con SCYTL, líder mundial en tecnología de voto, que acaba de ganar el contrato para la gestión de las próximas elecciones generales. Dice que no es un político pero le puede la ideología del todo o nada, como a Thomas Moro, católico, romano, sabio y sometido al sacrificio por su fe. Será por esto que le jode la vigilia silente de muchos ante el oleaje soberanita: «Hay silencios que matan».