Alqvimia logra lo imposible: ‘empresa feliz’ y sin deudas
El empresario Idilio Lizcano reclama “humanizar” la economía y huir de la especulación
Las empresas deben ser viables. Los números deben cuadrar, el producto debe ser atractivo y de alta calidad. Pero todo ello no puede ni debe ser incompatible con la “felicidad”, con la ‘empresa feliz’. Lo sostiene con convicción, con un punto de señor iluminado, el empresario Idilio Lizcano, que ha sabido, al frente de Alqvimia, vender productos de alta cosmética natural, por los que suspiran muchas mujeres, y algunos hombres –la mayoría, por ahora, de los cosméticos van dirigidos a ellas– sin renunciar a sus principios.
“La economía se debe humanizar, porque el único objetivo de todos los hombres y mujeres es ser felices, y hay que cambiar las cosas para conseguir ese fin”, asegura.
Lizcano se aplica la fórmula a él mismo. Nacido en Orán, en 1956, de padres exiliados, –su padre fue un militar republicano– con una infancia en París, Idilio quiso estudiar Filosofía. Pero es también perfumista, alquimista y empresario. Un humanista, en realidad, que quiere analizar las cosas desde distintos campos de visión. “No creo en esas especializaciones, en las que uno está encerrado en una determinada disciplina, pero es incapaz de ver más allá de ella”, asegura.
Meditación y clases de Tango
Y lo que ofrece a sus trabajadores –34 en una Masía en Tortellà (Girona), donde se elaboran los productos cosméticos de Alqvimia–, formación interna y externa, conciliación de los horarios profesionales y personales– se lo aplica a sí mismo. Está volcado en el mundo del arte, le encanta leer, practica la meditación y ahora trata de aprender a bailar el Tango. ¿Vive Lizcano en otro mundo?
Efectivamente, vive en un mundo propio, sin dejar de vivir en el mundo de los negocios. Alqvimia ha facturado alrededor de 4,2 millones de euros en cada ejercicio en los últimos años. Está presente en 22 países del mundo, y actúa a través de “máster franquicias”, y de tiendas situadas en los centros de spas en Hong Kong, Praga, Malasia, o Estados Unidos. Sus productos de alta gama, y los precios oscilan entre los 40 euros y los 200 euros e incluso superiores.
En contra de la supresión de las pagas extras
Lizcano asegura que no notó los efectos de la crisis hasta septiembre de 2012, con la subida del IVA y la supresión de las pagas extras de los funcionarios.
Es decir, cuando la demanda interna se desplomó, por afectación directa o por contagio que llevó a muchas personas a ahorrar, aunque pudiera tener una mayor capacidad adquisitiva. “Fue un error, un gran error, que es la punta del iceberg de esta crisis, que se quiere combatir con recortes constantes, lo que está agravando aún más la situación”, asegura.
En su empresa, donde trabaja también una hija –su otro hijo estudia en Shanghai– los salarios de sus trabajadores “están entre un 30% y un 50% por encima de los convenios del sector”. Según Idilio Lizcano “el trabajador tiene que estar contento, rendir al 100% en las horas convenidas y aprovechar también al máximo su espacio de ocio y personal”. La política es ayudar a todo personal con formación interna, o “externa, en aquellas cuestiones que nos pidan”.
Foro de la Felicidad
La imagen de Alqvimia la ha asociado Idilio Lizcano con el Foro Alqvimia de la Felicidad, un proyecto que promueve encuentros empresariales periódicos en los que se debate sobre cómo llevar una empresa, y cómo implicar a todos en esa idea de felicidad. “Un empresario neurótico, transmite neuroris, y eso es lo que se debe evitar, porque perjudica a todos”, afirma. En el último encuentro, Lizcano debatió sobre todo ello con el empresario Josep Maria Lloreda, presidente y director general de KH Lloreda, que desarrolla el producto de limpieza KH7, con la colaboración del escritor y periodista David Escamilla, impulsor del evento que se desarrolla cada mes.
Lizcano, licenciado en Filosofía, busca explicaciones a la crisis. “No podremos volver al modelo especulativo de antes, porque, además, es muy perjudicial para el planeta, nos llevaría a la destrucción en pocas generaciones”.
La deuda, enemiga de la libertad
Afirma que su empresa “no tiene ningún crédito, porque el endeudamiento es el enemigo de la libertad”, y que la economía financiera “no genera nada, no aporta ningún valor”.
Con todos esos mimbres intelectuales, Idilio Lizcano sigue su camino, consciente, también, de que el producto que elabora, con la idea de incrementar las exportaciones en los próximos años hasta llegar a un 80% de las ventas –ahora es un 60%– tiene un valor añadido, y, por tanto, un alto coste.
Todo ello le permite que cuadren los números, siempre “buscando la felicidad”.