Multitudinaria despedida a Arsenio Iglesias: “Era un símbolo, del Dépor y de A Coruña”
El féretro del 'Raposo de Arteixo' abandonó este sábado el estadio de Riazor, en donde estaba instalada la capilla ardiente desde el viernes
El Deportivo de A Coruña y la ciudad despidieron la mañana de este sábado a Arsenio Iglesias Pardo, histórico entrenador del Superdepor, fallecido a los 92 años de edad tras una larga enfermedad. Non hai Dépor sen Arsenio nin Arsenio sen Deportivo. Es una canción de Os Diplomáticos de Monte Alto, coreada miles de veces por los aficionados al equipo de fútbol y que esta jornada pudo volver a escucharse en Riazor, donde se instaló la capilla ardiente del Raposo de Arteixo.
«Arsenio era un símbolo, del Dépor pero también de Coruña. A Arsenio todo el mundo lo conocía, todo el mundo le tenía cariño, le gustase más o menos el fútbol», comentaba una mujer en los alrededores del estadio herculino. Tanto es así que las banderas del ayuntamiento hondean a media asta por el fallecimiento del histórico entrenador.
Desde que se conociese la noticia del fallecimiento del extécnico deportivista este viernes, tanto el estadio como otros lugares simbólicos para los deportivistas como el busto de Arsenio en el paseo marítimo o el mural pintado en uno de los laterales del estadio, se han ido llenando de ramos de flores, coronas, cartas –algunas infantiles–, bufandas y camisetas.
Capilla ardiente
La capilla ardiente se habilitó durante la noche de este viernes, entre las 21:00 y las 24:00 horas, y ya en la mañana de este sábado, entre las 9:00 y las 12:00 horas. Diferentes personalidades la han visitado para dedicarle un último adiós, entre ellas, el histórico exmadridista Emilio Butragueño, que acudía el viernes no solo a nivel personal, sino también en representación del Real Madrid, club del que Arsenio llegó a ser entrenador.
Otros equipos han mostrado sus respetos por redes sociales y enviando coronas de flores, que se han ido colocando en el área técnica del Dépor, revestida también de camisetas, bufandas y dedicatorias que iban depositando los aficionados.
Precisamente por delante del área técnica y del banquillo local que ocupó en su día el responsable del conocido como Superdépor han ido pasando los que han acudido a despedirse del entrenador, accediendo a continuación al túnel de vestuarios, donde se ha instalado la capilla ardiente.
Tal y como indicaba el propio club, «en el acceso al campo de los futbolistas, que tantas veces transitó como jugador y entrenador», se ha colocado el féretro, con una gran bandera deportivista sobre él y flanqueado por cuatro grandes coronas de flores y por la familia más cercana.
Colas para la despedida
Muchos de los aficionados, además de detenerse ante el ataúd, han presentado sus respetos a los familiares, que agradecían visiblemente emocionados las muestras de cariño.
A partir de las 11:00 horas, la presencia de seguidores se ha hecho más intensa, llegando a formarse colas en el acceso principal al estadio. Desde los hinchas más mayores, que comentaban con orgullo que habían visto a Arsenio jugar, a los más pequeños, niños acompañados de sus padres –vistiendo en su mayoría la camiseta de Lucas Pérez–, ninguna generación ha querido perder la oportunidad de despedirse del responsable del primer título del equipo coruñés.
“Mucho que decir y poco que contar”
Arsenio Iglesias fue uno de los protagonistas de algunos de los momentos más brillantes de la historia del club coruñés, pero también de los más tristes.
Creador del conocido como Superdépor, que reunió en 1992 a hombres como Bebeto, Mauro Silva, Aldana o Nando y que consiguió el tercer puesto en Liga y la clasificación para la Copa de la UEFA ese año, y una Copa del Rey en 1995, se enfrentó a una de las situaciones más penosas para la afición; un hecho que paradójicamente lo encumbró todavía más.
En el último instante de la última jornada de la temporada 1993-94, con el Dépor rozando su primer título de Liga, el colegiado López Nieto decretó penalti a favor del conjunto gallego. Si el balón entraba, el Dépor era campeón; si no, el trofeo se iría a Barcelona. Sin Donato, habitual lanzador de los penaltis, en el campo, Miroslav Djukic asumió la responsabilidad y González le adivinó el lanzamiento.
«Mucho que decir y poco que contar, estaba escrito así«, señaló un hundido Arsenio tras el partido. «Fallamos el penalti cuando no había tiempo ni para respirar. Que Dios reparta suerte», añadió. Esas declaraciones continúan a día de hoy en el imaginario de los aficionados.
«Yo creo que todo el mundo ha visto esa rueda de prensa, todos conocemos esas declaraciones. Es de lo que más se recuerda de Arsenio», indicaba una joven aficionada a la salida de la capilla. «Y se recuerda por la clase que demostró ahí, habiendo perdido como perdimos. Tenía que estar destrozado y dio la cara con mucha educación. Tenían que aprender los de ahora», apostillaba una mujer mayor, apostada en la rampa de caracol que da acceso a las tribunas superiores del estadio.