Yolanda Díaz, Nadia Calviño, Feijóo… Así influyen los políticos gallegos en Madrid

La marcha de Pablo Iglesias a la contienda electoral coloca a dos políticas gallegas como vicepresidentas del Gobierno solo un mes después del 'tour' madrileño de Núñez Feijóo a raíz de la decisión de Casado de abandonar Génova

Yolanda Díaz y Alberto Núñez Feijóo en un encuentro en el Ministerio de Trabajo. Foto: Ministerio de Trabajo

Yolanda Díaz y Alberto Núñez Feijóo en un encuentro en el Ministerio de Trabajo. Foto: Ministerio de Trabajo

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“Teníamos un presidente que era de Pontevedra, que veraneaba en Sanxenxo y creo que los hechos para Galicia no fueron muy notorios”. De esta forma respondía esta semana Ana Pontón, la portavoz nacional del Bloque, a la pregunta de si el ascenso de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el Gobierno central traería más beneficios a la comunidad. “Galicia tiene muchos ejemplos de políticos que estuvieron en los gobiernos y que no supusieron cambios”, añadió.

Lo cierto es que, dejando a un lado los supuestos beneficios que pueda traer o no para Galicia el hecho de contar con ministros en Madrid, el peso de dirigentes autonómicos en la vida política estatal se ha reforzado este inicio de año de forma notable.

Un mes de titulares

En una sola semana, la ministra de Economía, la coruñesa Nadia Calviño, se ha visto ascendida a vicepresidenta segunda en una carambola debido a la marcha de Pablo Iglesias a la contienda electoral por Madrid y al ascenso de Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo. La fenesa también escala orgánica y mediáticamente. No solo será vicepresidena tercera en el Ejecutivo bipartito. También ha sido señalada como sucesora por el secretario general de Podemos, quien indicó públicamente su preferencia para que sea la candidata de la formación morada en las próximas elecciones generales.

Estos dos movimientos se producen, curiosamente, tan solo un mes después de que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, haya finalizado una suerte de tour madrileño en el que volvió a evidenciar su distancia con el líder del PP estatal, Pablo Casado, tras el anuncio de este de poner a la venta la histórica sede del partido en Génova, inaugurada por Manuel Fraga. Las críticas del líder de los populares gallegos a la decisión de Casado, insistiendo en que “del pasado no se reniega, sino que se aprende”, volvieron a poner al de Os Peares en las quinielas de un posible desembarco a Madrid, una posibilidad que, una vez más, volvió a rechazar y que hoy en día se difumina más todavía tras el tsunami generado por el movimientos de PSOE y Ciudadanos, con una moción de censura en Murcia que acabó provocando un adelanto electoral en Madrid.

Ministras al alza

Con estas cartas sobre la mesa, lo cierto es que, de una u otra forma, en estos momentos, tres políticos gallegos marcan actualidad en Madrid. Las tensiones entre el Gobierno bipartito de PSOE y Unidas Podemos por un lado y entre los barones autonómicos del Partido Popular y la dirección de Pablo Casado y Teodoro García Egea por otro provocan que tanto Díaz, como Calviño y Feijóo estén presentes en la agenda estatal de forma continuada. Al menos, a nivel mediático, más que en otras épocas.

Los movimientos de la última semana han colocado a dos ministras de origen gallego y de perfiles muy distintos en el centro de la actualidad. Calviño, nacida en A Coruña, de perfil marcadamente tecnócrata y sin paso previo por la política gallega, y Yolanda Díaz, que antes de dar el salto a la política estatal se labró una amplia trayectoria en comunidad, en donde llegó a teniente de alcalde en el ayuntamiento de Ferrol y diputada, presentándose a la Presidencia de la Xunta con Esquerda Unida y, posteriormente, con la coalión Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), el germen de las candidaturas de unidad popular y de Podemos, según llegó a reconocer en su día el propio Pablo Iglesias. Ambas, una en el PSOE y otra en Unidas Podemos están, según las encuestas, entre las políticas mejor valoradas del Ejecutivo central.

La ministra Calviño, al lado de María Jesús Montero y Pablo Iglesias

El barómetro del CIS del mes de enero otorgaba a Díaz una valoración media de un 4,6, por encima de la conseguida por Iglesias, de un 3,1. El Centro de Investigaciones Sociológicas de Tezanos daba a Calviño un 5, solo superada por Margarita Robles, con un 5,1.

Reforma laboral

Si bien, y según apuntan distintas fuentes consultadas por este medio, Iglesias apostó por abandonar el Gobierno central y ceder el testigo a Díaz en una maniobra que buscaba destensar las relaciones entre los socios del bipartito y esquivar la posibilidad de un adelanto electoral, la ministra de Trabajo tiene en su agenda unos objetivos que, con toda probabilidad, impactarán con la cartera de Calviño.

La salida del líder de Podemos se produce en un momento especialmente delicado para la coalición, en pleno enfrentamiento por la ley de regulación del alquiler –línea roja para la formación morada– y a punto de que Díaz libre su gran batalla: la derogación de la reforma laboral del PP. A este respecto, Calviño, muy respaldada por Sánchez dentro del Gobierno –anunció en la campaña de las elecciones de noviembre de 2019 que si llegaba a la Moncloa le otorgaría una vicepresidencia, como así fue–, es reacia. “Nos engañaríamos si pensáramos que cambiando un articulo del Estatuto de los Trabajadores se arregla el problema que arrastramos. Hemos previsto 17 reformas mirando al futuro y es importante que la ministra lo vea así”, afirmaba esta semana en una entrevista en Onda Cero.

Calviño sostiene que, en este momento, la «prioridad» en materia laboral es atajar la dualidad del mercado y que, para ello, lo urgente es reducir a tres los tipos de contratos: uno estable o indefinido, otro temporal y otro de formación.

Los otros ministros gallegos

A la espera de la ratificación del nuevo organigrama, dos políticas gallegas ocuparán sendas vicepresidencias del Gobierno. En legislaturas pasadas, el Ejecutivo central también contó con otros dirigentes gallegos. El expresidente Mariano Rajoy ya fue ministro durante las legislaturas de José María Aznar, en las que también destacaron el histórico José Manuel Romay Beccaría, ministro de Sanidad en la legistura de 1996 al año 2000, y Ana Pastor, quien ocupó esa misma cartera y, posteriormente, la de Fomento. Nacida en el municipio zamorano de Cubillos, amiga personal del expresidente popular, es considerada una representante en Madrid del PP de Núñez Feijóo. Aunque en distintas ocasiones ha concurrido a los comicios por la provincia de Pontevedra, en las últimas elecciones generales lo hizo como número dos del PP por Madrid, en un guiño de Casado al sector de Rajoy.

José Blanco, exministro de Fomento

Por su parte, en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero hubo hasta tres ministros gallegos. José Blanco, que lideró la cartera de Fomento, Elena Espinosa, al frente de Medio Ambiente y Francisco Caamaño con Justicia.

Díaz y Feijóo: ¿nuevos roles?

La nueva etapa que se abre tras el tsunami provocado por las elecciones madrileñas supone un cambio de roles tanto para Díaz como para Núñez Feijóo. La ministra de Trabajo, abogada laboralista de profesión, se ha ganado a lo largo de los meses fama de dialogante. Iglesias tuvo en cuenta ese perfil cuando la designó sucesora en el ala morada del Gobierno. También lo entienden así desde las propias filas del PSOE. Los socialistas sostiene que, a grandes rasgos, las posiciones de Unidas Podemos serán las mismas esté quien esté como principal interlocutor de Sánchez, pero sí creen que Díaz e Iglesias, hasta el momento, han resuelto los conflictos de forma distinta.

De hecho, aunque Díaz y Calviño ya han chocado en lo que va de legislatura en distintas cuestiones, la ministra de Trabajo nunca ha hecho ninguna manifestación pública evidenciando los desencuentros.

El ejemplo más claro se produjo esta semana. La intención de Iglesias era que Díaz ocupase la vicepresidencia segunda que él dejaba vacante con su marcha. Aunque en un primer momento Sánchez pareció aceptar la pretensión, dadas sus primeras manifestaciones públicas, al poco las tornas cambiaron, precisamente debido al papel de la ministra de Economía.

Los socialistas consideraban que era incoherente que Díaz fuera vicepresidenta segunda y Calviño se mantuviera como tercera cuando esta es quien preside la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, de la que forma parte la titular de Trabajo. La ministra habría declinado entrar en un conflicto por esta cuestión, aceptando el cargo de vicepresidenta tercera.

Feijóo carga contra Ciudadanos, formación con la que no se alió en las elecciones gallegas

Curiosamente, después de evidenciar de forma pública hace aproximadamente un mes su distanciamento con las tesis de Casado y García Egea, el presidente de la Xunta y líder del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo, también ha optado, en este momento electoral, por templar gaitas.

Así lo aseguran fuentes consultadas por Economía Digital, que indican que Feijóo aparcará la batalla interna que se estaba librando alrededor del liderazgo de Casado hasta que se celebren las elecciones madrileñas y se despeje la situación de Murcia y Castilla y León. El líder de los populares gallegos centrará su discurso en la “irresponsabilidad” de Pedro Sánchez al desestabilizar gobiernos en plena pandemia y, aunque marcará perfil propio –reivindicando, por ejemplo, no haberse aliado con Ciudadanos en las elecciones gallegas como pedía Génova—la nueva situación facilitará que su discurso se alinee más con el que marca el equipo de Casado.

La vuelta del BNG al Congreso

Así, por uno y otro motivo, la influencia de dirigentes gallegos en la política a nivel estatal crece. También en el ámbito del nacionalismo, ya el BNG de Ana Pontón –que consiguió sorpassar al PSOE de Gonzalo Caballero y colocarse como primer partido de la oposición en Galicia– regresó al Congreso tras las últimas generales.

En noviembre de 2019, cuatro años y tres legislaturas después, el Bloque regresó al Congreso tras obtener un escaño por la provincia de A Coruña –para Néstor Rego— que le disputó a Vox y que, finalmente, cayó del lado de los nacionalistas gallegos por unos 8.000 votos.

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