Yolanda Díaz, los dilemas de una líder ‘de silencios’
La ministra de Trabajo ha abandonado IU, pero los que la conocen descartan que lo haga para 'asaltar' Podemos. Su relación con Iglesias continúa fuerte
«Yo soy libre. Nada puede contener la marcha de mis pensamientos, y ellos son la ley que rige mi destino». Este miércoles, 15 de julio, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, recordaba unas palabras de la poeta Rosalía de Castro en el 135 aniversario de su muerte. Tan solo unas horas después se hacía pública una información que evidenciaba que, desde luego, nada contiene a la política gallega. La que fue candidata de Izquierda Unida a la presidencia de la Xunta de Galicia abandonó el partido en el que militaba durante el otoño el pasado año a raíz de desencuentros con la dirección federal de la formación relacionados con la negociación de Unidas Podemos con el PSOE en la fallida investidura de Sánchez.
De inmediato este hecho dio lugar a todo tipo de especulaciones. La realidad es que la popularidad de Díaz crece mientras que la del secretario general de Unidas Podemos y vicepresidente del Gobierno parece bajar (aún a pesar del CIS). Siendo la titular de Trabajo la ministra con más peso mediático de Unidas Podemos dentro del Ejecutivo central (para muchos incluso por encima del propio Iglesias), la realidad es que una parte de las bases de la formación morada la ven como un posible recambio al dirigente político. No obstante, hasta ahora, esta posibilidad no cobraba fuerza por el simple hecho de que Yolanda Díaz militaba en Esquerda Unida (la federación gallega de Izquierda Unida). El hecho de abandonar las filas de la histórica formación izquierdista fue entendido por algunos como una maniobra para ‘asaltar’ la dirección de Podemos. No obstante, el entorno de la política gallega lo desmintió de inmediato. De hecho, evidencian que la ministra mantiene su afiliación al PCE y, lo más importante, «no forma parte de la organización de Pablo Iglesias». No hay ninguna aspiración a liderar Podemos.
«Una distancia desde hace años»
En Galicia, fuentes del espacio rupturista corroboran esta visión. «Hace muchos años que existe una gran distancia entre la ministra y la actual dirección de Esquerda Unida en Galicia. Una parte de la misma le afeaba, desde su marcha al Congreso, en 2016, que estaba más cerca de Podemos que de IU», apuntan.
«Aunque parece que hay quien quiere transmitir la idea de que Díaz está dispuesta a liderar Podemos, no parece algo creíble. Es cierto que es una política ambiciosa, que ha crecido en los años, pero su relación con Iglesias es muy buena y no se ha visto debilitada en este tiempo», opinan otras voces consultadas por este medio. Todas coinciden en que, si en un futuro hipotético llegase a haber algún movimiento de este tipo «sería algo consensuado con Iglesias». «En cualquier caso, eso no es algo que esté sobre la mesa en este momento, hay que tener en cuenta que Iglesias acaba de ser reelegido en mayo«, recuerdan.
Desastre en las elecciones gallegas
La ministra y el secretario general de Podemos participaron en la campaña gallega de forma conjunta (la última vez, en un mitin en A Coruña para arropar a su candidato a la Xunta, Antón Gómez Reino). A pesar de que Díaz tuvo una presencia muy activa en la campaña de Galicia En Común (confluencia formada por Unidas Podemos, Anova y las mareas municipalistas), el espacio del rupturismo fue totalmente vapuleado en las urnas, al no ser capaz de conseguir representación en el Parlamento gallego (en 2016, bajo la marca En Marea, llegó a ser segunda fuerza política con 14 diputados). No obstante, semeja que el resultado obtenido –calificado por el propio Iglesias como una «derrota sin paliativos«– no ha salpicado a la ministra, que no ha hecho, ni en sus redes sociales, ni públicamente, ninguna mención a la debacle electoral. La realidad es que, a pesar de la fuerte implicación de Díaz, el candidato escogido, Gómez Reino, no deja de ser una apuesta personal de Iglesias.
Una rentable gestión del silencio
Lo cierto es que, ante los dilemas, a Díaz la administración de silencios le sale rentable. Este miércoles, su entorno indicaba que, si bien había causado baja en Izquierda Unida a finales del año pasado (fue Podemos la que la propone como ministra, ni siquiera IU), la titular de Trabajo evitó hacer pública la renuncia «por respeto a la organización». También ahora opta por no entrar a valorar las especulaciones sobre su futuro o sobre el resultado de las elecciones gallegas.
Sobre las causas que explican la debacle de las mismas, Podemos aún no ha hecho una valoración (el viernes ha convocado a su Ejecutiva para analizarlas), si bien la portavoz adjunta en el Congreso, Ione Belarra, ha indicado que que parte de la causa puede radicar en los «problemas internos» que arrastra la formación desde hace años, así como, en el caso de Galicia. en las disputas que ha habido entre los miembros de la confluencia y que se han evidenciado públicamente en muchas ocasiones. Curiosamente, Díaz no se ha visto especialmente salpicada públicamente por estas desavenencias y es que, la ferrolana ha sabido colocarse de perfil cuando tocaba.
Lo hizo hace unos meses, cuando la socialista Nadia Calviño e Iglesias se cruzaban acusaciones a costa de la reforma laboral. Lo hace ahora. Su popularidad se amplía en su espacio político. También, cuando quiere, sus silencios.