Testigos de las llamas: así ardió la parroquia de Alixo
Leandro se quedó junto a su padre protegiendo las dos viviendas de su familia: "Cuando llegué, estaba mi casa rodeada de fuego. Cogí la manguera del vecino, ya no me importaba nada"
El fuego se llevó por delante una quincena de casas de la parroquia de Alixo. El incendio se propagó con una rapidez inexplicable para los vecinos, calcinando miles de hectáreas. Este martes, al mediodía, un bombero enfriaba los pequeños focos que todavía hacían salir humo de las paredes de una de las casas, totalmente arrasada, antes de la visita de Pedro Sánchez a la localidad, con menos de un centenar de habitantes según los últimos datos del IGE, aunque con segundas residencias de herencia familiar.
«Cuando llegué, estaba mi casa rodeada de fuego. Cogí la manguera del vecino, ya no me importaba nada«, relata Leandro Fernandes, uno de los propietarios que sin apenas medios combatió las llamas para intentar salvar la vivienda donde reside habitualmente su familia. «La salvamos porque se quedó mi padre”, asevera. Los dos se negaron a irse.
Alixo fue un polvorín. La presencia de bombonas de butano en los alpendres alcanzados por las llamas, también de maquinaria y electrodomésticos como televisores que explotaban, avivaban el fuego. La estructura madera de los tejados colapsaba.
Fernandes resistió la embestida para proteger la vivienda familiar y fue echar una mano a aldeas colindantes. «Fui a Vilariño y me quemé entero», dice.
“Sentimos un calor muy fuerte y no se podía respirar”
“Salimos de comer y vemos que hay un humo muy grande y un aire… Y empezamos con un calor muy fuerte y no se podía respirar. Y empezaba a caer una pequeña ceniza. Empezamos a mirar por el horizonte y vemos que empezaba a venir un poco de fuego». Ermitas Álvarez, oriunda de Alixo, acabó de comer y tuvo que abandonar su casa el domingo. A pesar de que habitantes de zonas cercanas –Candedo y Vilariño– les habían comentado que el incendio estaba ya «controlado», en ese momento la montaña estaba «ya rodeada de fuego y con unas llamas altísimas», por lo que decidieron llamar a los medios de emergencias.
Confiesa todavía sentir «miedo, rabia e impotencia» por la incapacidad de los vecinos de parar las llamas que consumieron casas, alpendres e, incluso, el campanario de una iglesia cuya estructura, por suerte, todavía se mantiene en pie.
“Os tenéis que ir del pueblo ya”
Las autoridades que llegaron al rato les instaron a desalojar la aldea, pero tanto Ermitas como otros vecinos insistieron –aunque sin éxito– quedarse a ayudar. Muchos de ellos, para evitar inhalar mucho humo, se pusieron una mascarilla: «Es que te ahogabas».
«Nos dicen ‘os tenéis que ir del pueblo pero ya'», relata esta vecina, que recuerda cómo sintió «rabia, impotencia, miedo» por «no saber qué hacer». Finalmente, la mayoría accedió a desplazarse hasta segundas residencias o casas de familiares y amigos. «Lo primero es la gente».
Uno de los peores sentimientos, según reconocen los pocos lugareños que ya pudieron regresar este lunes, surge al ver cómo se queda tu parroquia de origen: «Toda una vida aquí, la casa de tus padres, yo tengo a mis suegros, la casa de mis abuelos, que es una de las primeras que se estaba quemando…».
Son unos días «muy duros» en los que Alixo, situada en una pendiente desde la que se visualiza el centro urbano de O Barco, está ya convertida en una de las parroquias símbolo de unos incendios que, en toda Galicia y en menos de una semana, llevan arrasadas unas 20.000 hectáreas.