Segundo tren de Feijóo a Madrid: de líder casi prejubilado en Galicia a pacificador del PP
El presidente gallego renunció hace cuatro años a recoger la herencia de Rajoy pero ahora son los barones los que le piden que coja el tren en dirección a Madrid
Se acostumbra a decir que la política no da segundas oportunidades, pero por la estación de Os Peares el tren pasó dos veces. Alberto Núñez Feijóo se perfila como el líder de consenso para reconstruir el PP una vez desalojado Pablo Casado y en un escenario diferente a hace cuatro años, cuando tras mucho pensar y consultar apoyos, con un par de emisarios que envió a Madrid incluidos, decidió continuar en la presidencia de la Xunta y renunciar a pelear por la sucesión de Rajoy.
Entonces fue el dirigente gallego quien midió sus fuerzas. Ahora son los barones autonómicos y un elevado número de cargos y exdirigentes populares quienes le piden que tome el mando. La aclamación le llegó a Feijóo cuatro años tarde, cuando estaba ya más preocupado por diseñar su sucesión en Galicia que por las batallas de Madrid.
Con Casado en la rampa de salida, el siguiente paso en la crisis de los populares es que el presidente gallego dé un paso al frente, flanqueado por los barones provinciales que, en su mayoría, ya le han tendido la mano. Feijóo se presenta como un líder para coser agujeros y generar consenso, el único con galones y autoridad para hacerlo en una formación convulsionada por la guerra interna y por la presión externa de Vox.
Cuando renunció a la sucesión de Rajoy, en una rueda de prensa con sollozos de por medio en Santiago, pasaron varios minutos de intervención sin que los periodistas acertaran a saber si estaba diciendo que se marchaba o se quedaba. Este martes dijo que tomaría decisiones en función de lo que el partido le pidiera, cuando el partido ya le está pidiendo que se ponga al frente. Con eso basta para que casi todos den por hecho su viaje a Madrid, aunque no lo ha confirmado ni parece que lo vaya hacer antes de que Casado se aparte.
El plan de Feijóo
Feijóo, ya cumplidos los 60, compró billete para subirse al tren pero el plan de viaje tiene todavía muchas incógnitas. El presidente gallego puede mantenerse al frente de la Xunta, pero acarrea importantes problemas operativos, como la siempre dificultosa tarea de estar en dos sitios a la vez: Madrid y Santiago. El salto implicaría acelerar la sucesión tranquila que había planteado para la segunda parte de la legislatura y que señalará, todo apunta, al que fue su vicepresidente la última década, Alfonso Rueda.
El presidente gallego perfilaba su desembarco como un presidente de transición, para pacificar y ordenar el partido de cara a un segundo congreso que despejara el camino a un nuevo candidato del PP al Gobierno. La designación de un nuevo portavoz para confrontar con Sánchez –se especula con Ana Pastor, nombre que siempre aparece en etapas de crisis de los populares– será el quehacer más urgente. Si Feijóo se pone al frente del PP, con una candidatura de unidad avalada por los presidentes autonómicos, no podrá debatir con Sánchez en el Congreso. No tiene asiento.
De la oportunidad al rescate
Si Feijóo emprende el viaje pagará el peaje de corromper su propio discurso, el «Galicia, Galicia, Galicia» con el que asfaltó su cuarta mayoría absoluta. «Ser presidente de Galicia es la mayor de mis ambiciones políticas. Mi único pacto es con los gallegos, no puedo fallarles porque me fallaría a mí mismo«, decía en 2018. Ahora, sin embargo, desestabilizaría Galicia para estabilizar el PP.
Cierto es que la situación es distinta. Hace cuatro años no contaba con tantos apoyos y debía lanzarse a una batalla por el liderazgo con al menos dos candidatos de peso, Pablo Casado por un lado y Soraya Sáenz de Santamaría por otro. Se especulaba con la guerra de dosieres, con las fotos de Marcial Dorado, mientras Feijóo y Eva Cárdenas, ex directora de Zara Home, criaban a su hijo Alberto, que había nacido un año antes.
La ilusión por aventurarse en aquella empresa es radicalmente distinta a la responsabilidad que tendría que asumir ahora el presidente gallego, presionado ya en voz alta por dirigentes del partido de toda España. Hay más a perder que a ganar, pero todo apunta a que a la segunda irá la vencida. El BNG y el PSdeG se frotan las manos.