Sánchez: funambulismos constitucionales para perpetuarse
Se acumulan los ejemplos de las contradicciones entre lo que decía el ciudadano Pedro Sánchez y lo que dice ahora el presidente del Gobierno
Convendría concretar antes de una entrevista o conversación con Pedro Sánchez si se tiene delante al presidente del Gobierno o, por el contrario, si quien responde es el ciudadano Pedro Sánchez. Carmen Calvo tuvo la amabilidad de confirmarnos la bipolaridad del presidente.
Se acumulan los ejemplos testificados por la hemeroteca de una flagrante contradicción entre lo que decía el ciudadano Sánchez, entonces únicamente secretario general del PSOE, y lo que dice ahora, con la misma convicción, el presidente de Gobierno.
Los comportamientos de Sánchez en el poder encajan perfectamente en la definición de funambulismo de la Real Academia: «Habilidad para desenvolverse ventajosamente entre diversas tendencias u opiniones opuestas, especialmente en política».
La última bipolaridad de Pedro Sánchez: los presupuestos
La última bipolaridad se refiere al anuncio de que el Gobierno está a punto de renunciar a presentar su proyecto de Presupuestos Generales del Estado, al constatar que carece de apoyos para su aprobación, y gobernar utilizando decretos ley con la prórroga de los presupuestos que logró aprobar Mariano Rajoy.
No hay que remontarse más que hasta el mes de marzo de este año cuando el ahora presidente afirmó con énfasis: «Un Gobierno sin Presupuestos es tan útil como un coche sin gasolina». También dijo entonces que «los Presupuestos son la primera y principal obligación de un Gobierno».
La prórroga de los presupuestos está contemplada en la Constitución como corolario de la obligación de presentarlos. Dice el artículo 134: «El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior».
Sánchez trata de evitar el desgaste que le pudiera promover la constatación de que no tiene apoyos
Y con respecto a la prórroga de Presupuestos, establece en el apartado cuarto de ese mismo artículo: «Si la Ley de Presupuestos no se aprobara antes del primer día del ejercicio económico correspondiente, se considerarán automáticamente prorrogados los Presupuestos del ejercicio anterior hasta la aprobación de los nuevos.»
Podría desprenderse de que hay obligación de presentar un proyecto de Presupuestos y que en caso de que no sean aprobados por el Congreso y cumplido el plazo señalado en el artículo 134 de la Constitución, se consideren prorrogados los del año anterior. Quizá este sea un esfuerzo intelectual inútil al tratar de conjugar el texto literal de la Constitución con el espíritu con el que se redacto.
Hay discusión entre constitucionalistas para determinar si una prorroga presupuestaria requiere o no el intento de aprobar unos presupuestos para que puedan prorrogarse los anteriores.
Algunas reflexiones sobre los funambulismos de Sánchez
Primera: Las críticas al último presupuesto de Rajoy formuladas por el ciudadano Sánchez no pudieron ser más feroces. Y, paradojas del destino, no solo está gobernando al dictado de aquellos presupuestos, sino que su intención es prorrogarlos para el año 2019 sin siquiera haber intentado la aprobación de unos propios.
Ni siquiera los va a presentar para su debate. Trata de evitar el desgaste que le pudiera promover la constatación de que no tiene apoyos para aprobarlos. De esa manera no va a prorrogar unos presupuestos propios, sino que mantendrá en vigencia un año más los de Rajoy.
Segunda: Sánchez es el único presidente de España cuyo acceso se produjo a través de una moción de censura, contra el gobierno de Rajoy. Un conglomerado de partidos, unidos únicamente por el deseo de expulsar a Rajoy del Gobierno, le hicieron presidente. Solamente con 84 diputados socialistas.
La moción de censura establece en cierto modo una interinidad
Tercera: Nadie puede discutir la legalidad y legitimidad del procedimiento con el que Sánchez ha logrado ser presidente del Gobierno de España. Se trata de un procedimiento excepcional porque vincula la posibilidad de cesar a un presidente con el nombramiento automático de quien promueve esa iniciativa.
Es una moción de censura constructiva que el constituyente instauró para evitar un vacío de poder y una utilización desmedida de este mecanismo parlamentario.
Tácitamente, la moción de censura establece en cierto modo una interinidad, ya que los ciudadanos no han podido opinar de nuevo sobre quién debe gobernar cuando se han producido unas circunstancias graves que han alterado la vida pública, como fue la sentencia del caso Gürtel.
En lógica democrática, Sánchez debiera considerarse un presidente provisional, circunstancia que se atenuaría si consiguiera que las Cortes Generales aprobaran unos Presupuestos, como forma complementaria de definir su acción de gobierno.
¿Un gobierno con los presupuestos prorrogados de su antecesor, es un gobierno débil?
Cuarta: Ahora Sánchez, que en tantas ocasiones criticó el abuso de utilización de decretos ley intenta sustituir unos Presupuestos Generales propios, que ni siquiera va a presentar, eludiendo lo que establece la Constitución, por sucesivos decretos ley.
No puede haber manifestaciones más claras de que el único objetivo de Sánchez es mantenerse en La Moncloa, aplazando todo lo posible su convalidación democrática ante los ciudadanos por medio de unas elecciones generales. Es difícil encontrar ajuste democrático en esta decisión de resistencia.
Hasta su socio principal, Podemos, ha afeado la decisión y se ha manifestado contrario, considerando que al menos el presidente Sánchez debiera presentar una moción de confianza.
Quinta: ¿Un gobierno con los presupuestos prorrogados de su antecesor, es un gobierno débil?
Sin duda. El gobierno de Sánchez es un gobierno precario, no solo por contar únicamente con 84 diputados incondicionales de un universo de 350, sino porque ni siquiera se atreve a intentar aprobar unos Presupuestos, que son la herramienta esencial de una acción de Gobierno.
Sánchez no actúa como si dirigiera un gobierno provisional
Su osadía se reafirma en el hecho de que no actúa como si dirigiera un gobierno provisional, sino que se encamina a anunciar grandes transformaciones que en lógica democrática solo debiera intentar un gobierno con amplio respaldo parlamentario.
Se da la circunstancia de que España se encuentra en un momento político muy complejo. En vísperas de comenzar uno de los juicios más importantes de la democracia, que sentará en el banquillo a los responsables de intentar asaltar la Constitución.
La estabilidad parlamentaria de Sánchez depende de los diputados de esas formaciones secesionistas. Por si fuera poco, promueve iniciativas que se interpretan como una concesión a esos partidos independentistas, incluido el cambio de criterio en la calificación de sus presuntos delitos, para suavizarlos.
Las ondas gravitacionales del entusiasmo de Sánchez
Sánchez ha elegido una vía muy complicada para mantenerse a toda costa en el gobierno. Utilizar cotidianamente decretos ley para sortear el espíritu y la letra de unos presupuestos denostados por él, es un ejercicio de funambulismo constitucional.
Sustituir una acción de gobierno sujeta a un plan establecido en los Presupuestos por un día a día de improvisaciones sucesivas. Transformar el apoyo de la moción de censura en una validación de acción de gobierno sin el control de la cámara de unos Presupuestos que ni siquiera se atreve a presentar.
Hay una pregunta que todavía no tiene respuesta.
¿Cuánto más van a durar las ondas gravitacionales del entusiasmo que provocó Sánchez al sacar a Rajoy del gobierno y cuando se le va a enjuiciar por sus actos políticos en la Moncloa sin aquella protección? La primera respuesta la sabremos el próximo dos de diciembre, cuando se cierren las urnas en Andalucía.
Hay algunos datos del peligro existente para Sánchez, como es el hecho de que la candidata socialista Susana Díaz esconda el logo del PSOE en las farolas electorales y el hecho de que el presidente solo esté programado en dos mítines de esa campaña electoral.
No cabe duda de que son planes a medio y largo plazo los que tiene Sánchez en los que estará sujeto a ejercicios de funambulismo sin una red muy sólida. Solo el tiempo confirmará o no estos temores.