Sánchez esconde las cesiones a ERC a las puertas de La Moncloa

El candidato del PSOE será presidente este martes tras salir del primer debate sin concretar una coma de sus cesiones a Cataluña

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Pedro Sánchez perdió la votación de este domingo en el Congreso pero será presidente, si no se produce un giro de guion inesperado, mañana martes gracias al voto o abstención de una amalgama de partidos regionalistas, nacionalistas e independentistas. ERC es su mayor apoyo, y el más trabajado y criticado, pero el candidato del PSOE acudirá a la Cámara baja el 7 de enero sin haber concretado todavía las cesiones a la formación de Oriol Junqueras.

La sesión de este domingo fue una continuación de la del sábado. Crispación en un hemiciclo muy polarizado, donde fuerzas contrarias al orden constitucional español, como Bildu y la CUP, enervaron a la bancada de PP, Ciudadanos y Vox. Especialmente polémica fue la intervención de Mertxe Aizpurua, la portavoz de la formación abertzale, con citas a Arnaldo Otegi y duras críticas al Rey Felipe VI que sacaron de quicio a los partidos de la derecha, que prometen una oposición dura al futuro Gobierno de PSOE y Unidas Podemos.

Como dictaba el guion, Pedro Sánchez perdió la votación al no lograr la mayoría absoluta para ser presidente, pese a tener un voto más a favor (166) que en contra (165). Este mismo resultado le vale el martes para ser elegido, por fin, presidente tras dos elecciones y varios bandazos en cuanto a las prioridades de gobierno y su posición con respecto al independentismo catalán.

Nadie cree, ni en Madrid ni en Barcelona, que ERC haga presidente a Pedro Sánchez solo a cambio de una inconcreta mesa de diálogo

Esta postura ha cambiado radicalmente pero sigue sin estar clara del todo en cuanto a las cesiones que el gobierno presidido por él mismo y con Pablo Iglesias en la vicepresidencia está dispuesto a hacer. De hecho, el ruido de este domingo con la izquierda abertzale ha servido al presidenciable socialista para distraer la atención y despojarse un poco de la presión de su pacto con Esquerra Republicana de Catalunya, que el sábado minimizó.

Pero la realidad es que mañana martes, Sánchez será presidente gracias sobre todo a una abstención, la de ERC, que no se sabe exactamente a cambio de qué. El PSOE ha cedido a la creación de una mesa de diálogo entre el Gobierno y el Govern de la Generalitat, pero su contenido concreto es un interrogante. Entre el independentismo catalán cuesta creer que el precio del grupo parlamentario liderado por Gabriel Rufián sea solo ese, sentimiento que comparte la oposición a Sánchez a nivel nacional.

Rufián fue exigente con Sánchez este sábado con respecto a la mesa de diálogo: es condición sine qua non para la abstención de los republicanos. Pero no fue más allá. La agenda del diálogo es una incógnita, así como las exigencias de ERC con respecto a las inversiones en Cataluña, la financiación autonómica, las competencias y las medidas sociales. Sólo diálogo, consulta a la ciudadanía catalana y devolver el conflicto a la política, es decir, desjudicializarlo, como si los tribunales no fueran una herramienta válida del Estado de derecho.

Puigdemont presiona a ERC con Sánchez como víctima colateral

Pese a no concretar, miembros de las filas de ERC han lanzado mensajes que preocupan en la bancada socialista, si bien se mantienen por ahora prudentes. La portavoz del partido catalán, Marta Vilalta, ha hablado de reformar la Constitución, mientras que Pere Aragonès, hombre fuerte de Esquerra y vicepresidente del Govern, ha hablado con Quim Torra incluso de autodeterminación. Ambas propuestas van contra el principio del diálogo acordado con el PSOE, que establece que debe producirse en el actual marco jurídico.

El partido de Junqueras se mueve en aguas turbulentas pues en Cataluña es objeto de una gran presión por parte de Carles Puigdemont —él desde la distancia— y su formación, JxCat. Quim Torra ya advirtió a Aragonès, que es su número dos en el Govern, que el acuerdo de los republicanos con Sánchez no es del Govern, pese a que incluya una mesa de diálogo entre gobiernos como si de iguales se tratase. ERC ha preferido huir de la confrontación con su socio de gabinete y apoyó sin fisuras a Torra cuando, el viernes, la Junta Electoral Central (JEC) exigió su cese inmediato como diputado del Parlament y, por tanto, como presidente de la Generalitat.

Pero las presiones sobre ERC —la diputada de JxCat Laura Borràs llegó a amenazar con romper el Govern— están al orden del día y más allá de fracturar el independentismo, fuerzan también a los republicanos a lograr lo máximo de Sánchez. Ante un probable escenario de elecciones en Cataluña en los próximos meses, el acuerdo con el PSOE será un argumento del independentismo más radical, el que representan Puigdemont por un lado y la CUP por otro, para despojar a los republicanos de la etiqueta de “independentistas auténticos”, aunque sean los que más tiempo llevan en esto y tengan a su líder encarcelado por celebrar el referéndum del 1 de octubre.

ERC necesita ases en la manga

Ante la estrategia de acoso y derribo que JxCat y la CUP ya ejercen, el futuro candidato de ERC a la Generalitat necesita ases en la manga, sean en forma de acuerdos o de millones de euros. Y ahí es donde el partido de Junqueras puede sacar partido a las prisas de Sánchez por ser presidente. Dichas urgencias le han impedido un acuerdo de investidura que incluya los presupuestos, que son imprescindibles si no quiere que la legislatura sea breve y su futuro político, negro.

Cuando sea investido presidente, si nada falla este 7 de enero, y nombre a su Gobierno, con Pablo Iglesias de vicepresidente y cuatro ministros de Unidas Podemos, la primera prioridad de Sánchez será impulsar los presupuestos. Así lo han manifestado ya los dos socios, que han pactado una parte importante de las políticas y medidas fiscales para incrementar los ingresos.

Pero Sánchez e Iglesias tienen claro que si quieren el apoyo de ERC a las cuentas de 2020, absolutamente necesario para sacarlas adelante y salvar la legislatura, tendrán que incluir cheques a Cataluña. Y estos son los que no se conocen. Manga ancha con las tasas autonómicas, mayores inversiones en infraestructuras, mejor financiación e incluso la celebración de algún tipo de referéndum son medidas que pueden ponerse sobre la mesa, pero es todavía una incógnita el precio que tendrá que pagar el PSOE. Lo que parece claro es que no le va a salir gratis.

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