Sánchez desgarra los planes del PSOE
Su intención de forzar un congreso extraordinario deja a la gestora en una posición delicada, y al ya presidente del Gobierno le dificulta la gobernabilidad con los socialistas divididos
Pedro Sánchez lanzó una patada hacia adelante, al proponer un congreso extraordinario y unas primarias que dejaran claro qué debía hacer el PSOE con la investidura de Mariano Rajoy. Fue una decisión personal, que provocó un huracán, pero ahora se ha convertido en una opción que comparte una buena parte del partido.
Su renuncia al acta de diputado, con la intención de presentar las firmas necesarias para organizar un congreso que elija a una nueva dirección, —como adelantó el jueves Economía Digital– sin que nadie le pueda decir que ha desobedecido al partido, desgarra los planes del PSOE, que ahora controla la gestora que preside Javier Fernández, pero también complica la legislatura de Mariano Rajoy.
Sánchez quiere seguir adelante, cueste lo que cueste, con el objetivo de plantear una alternativa a Susana Díaz, en una lucha por el poder. Y al conjunto de la organización, al PSOE, eso le puede comportar una ruptura, una división enorme.
El PP necesita un interlocutor en el PSOE
Lo que ocurrió este sábado es sintomático de que Sánchez tiene algunas opciones, que pasan por las firmas para dejar sin cometido a la gestora, lo que provocará una disputa jurídica.
Los diputados más fieles se abstuvieron, obedeciendo la decisión del comité federal del PSOE. A la espera de la gestión que pueda realizar Javier Fernández, esos diputados, como Patxi López –que será una pieza esencial para Sánchez—o Adriana Lastra, María González Veracruz, o César Luena, que forman parte de su dirección, siguieron el plan del ex secretario general. Nada de desobedecer al partido, porque, en caso contrario, no tendrían legitimidad para intentar un nuevo asalto a la cúpula del PSOE.
Los contrarios, independientes, además del PSC
Votaron en contra de la investidura de Rajoy algunos diputados que se consideran fuera de la órbita de la nueva dirección del PSOE, o que son independientes. Además del PSC, que lo había dejado muy claro, y cuya dirección, con Miquel Iceta a la cabeza, apoya sin fisuras a Pedro Sánchez, votaron en contra de las directrices de Javier Fernández y de Susana Díaz –la líder en todo el proceso desarrollado en las últimas semanas—Margarita Robles y Zaida Cantera, que son independientes.
También los dos diputados del PSOE de Baleares, que lo habían advertido, con Francina Armengol, como referente. Y también rechazaron a Rajoy tres diputadas a título individual, María del Rocío de Frutos (Ourense); Susana Sumelzo (Zaragoza) y María Luz Martínez (Palencia).
Figura legitimada, de cara a la militancia
Es decir, de lo que ocurrió en la investidura de Rajoy, Sánchez aparece como una figura legitimada, con la militancia a favor. Dependerá de la gestora, de cómo afronte la situación en las próximas semanas, de cómo se serenen los ánimos, y de cómo también sepa negociar el PP con el PSOE cuestiones tan cruciales como los presupuestos de 2017.
Porque esa es la otra cuestión. Rajoy no tuvo reparos, incluso el día de su investidura, en la que necesitaba por lo menos 11 abstenciones del PSOE, en defender su programa, en considerar que, aunque estará abierto a acuerdos y a cesiones, habrá cosas que defenderá con convicción. Y una de ellas es el compromiso adquirido con la Comisión Europea, que, de hecho, es quien controla las cuentas del Reino de España.
Batalla de alto voltaje
¿Puede Sánchez romperlo todo? ¿Tiene opciones reales de darle la vuelta al PSOE y recuperar el poder? En todo caso tiene un plan, que pasa por hombres como Patxi López o Josep Borrell –muy comprometido con Sánchez en las últimas semanas—que se pueden presentar como candidatos de consenso.
En el otro lado está Javier Fernández, al frente de la gestora, y Susana Díaz, que aspira a la secretaría general. Pero Díaz también se ha calcinado en el último mes, forzando la salida de miembros de la ejecutiva de Sánchez, y buscando una victoria en el comité federal para lograr la abstención en la investidura de Rajoy.
Ha comenzado una batalla interna en el PSOE, que puede ser de alto voltaje. Y eso repercutirá en todo el sistema político español.