Sánchez busca una carambola el 10-N mediante Franco y Vox
El PSOE, en ligero descenso en las encuestas, coloca la exhumación del dictador en precampaña para provocar una sacudida en el electorado
Los trackings (sondeos electorales diarios) en manos de varios partidos políticos coinciden en una tendencia: el PSOE va ligeramente a la baja y Pedro Sánchez va a tener dificultades para conservar los 123 escaños que logró en las elecciones del 28 de abril.
Así, al menos, están las cosas a falta de un largo mes de precampaña. Los socialistas, claro, no piensan quedarse de brazos cruzados mientras se deslizan pendiente abajo y ya han activado la cuenta atrás para exhumar los restos de Franco, una medida que —pertinente o no— promete ser un golpe de efecto para Sánchez en su camino a las elecciones del 10 de noviembre.
Tan evidente es el deseado golpe de efecto que el Gobierno ya ha previsto informar a los medios de comunicación con 48 horas de antelación de la extracción de los restos del dictador. Es decir, prácticamente al mismo tiempo que la propia familia Franco. El Gobierno, además, habilitará una zona para los periodistas en el Valle de los Caídos, alejada, eso sí, de la basílica donde se halla el antiguo general. Y, entretanto, ha ordenado cerrar el recinto para evitar según qué escenas.
El desenterramiento del dictador ha puesto en guardia a Vox, que está llevando a cabo todo tipo de iniciativas para evitarla. Una de ellas consiste en forzar al gobierno de la Comunidad de Madrid a interponer un recurso porque, según su interpretación, la exhumación de Franco necesita una autorización sanitaria del ejecutivo autonómico. Otra en acudir a la Junta Electoral Central.
Y hay más. El partido de Santiago Abascal también ha puesto en marcha algo parecido a una campaña en las redes sociales para advertir de los verdaderos propósitos de Sánchez: derribar la cruz del Valle de los Caídos. La parroquia de Vox ruge.
PSOE y Vox: vasos comunicantes
Los rugidos de Vox son música celestial para el PSOE, que ve ante sí una ocasión magnífica para ganarse la simpatía de los millones de españoles que aplauden el traslado de Franco al cementerio del Pardo y, sobre todo, para contraponerse a «la ultraderecha» (y a sus socios, PP y Ciudadanos). Una carambola electoralista destinada, en definitiva, a reanimar el voto del miedo para beneficio del PSOE.
«Nos sentimos muy honrados como Gobierno de haber sido una parte sustancial de un impulso que formará parte de la historia de nuestra democracia», dijo este viernes la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, en una pequeña muestra de la grandilocuencia que va gastar el equipo de Sánchez a lo largo de los próximos días.
La carambola está diseñada tan al milímetro que incluso la exhumación tiene un límite para llevarse a cabo (25 de octubre) y, más aún, una fecha aproximada para concretarse. Será, probablemente, a finales de la semana que viene o, a más tardar, a principios de la siguiente.
Observadores de la jugada de Sánchez la califican así: «A partir del lunes, la sentencia del procés lo va a inundar todo. El PSOE no quiere una campaña monopolizada por este tema y la exhumación de Franco servirá para contrarrestarla».
Franco gana las elecciones
Dicho de forma algo provocadora, el interrogante es saber si Franco será capaz de ganar unas elecciones. A falta de saberlo, una cosa está clara y es que Sánchez piensa explotar esta baza a fondo, puesto que en todos y cada uno de los mítines de campaña hay alusiones al asunto. «La exhumación del dictador es una gran victoria de la democracia española», clamaba este viernes el líder del PSOE desde Valladolid.
El PP, que ha tenido dificultades para trazar discurso en este tema, se lo tomó con cierta guasa. Fue el secretario general del PP, Teodoro García Egea, quien consideró que la exhumación de Franco ya está más que amortizada, «no da para más», y quien ironizó con que si hay unas terceras elecciones Sánchez irá «a por los Reyes Católicos».