Rivera renuncia a los orígenes catalanes de Ciudadanos
Apuesta, junto a Garicano, por una fuerza política liberal en toda España que pone en pie de guerra a cuadros, militantes y fundadores del partido
Conversaciones cruzadas, llamadas de última hora. Albert Rivera renuncia a los orígenes catalanes de Ciudadanos para que el partido se convierta en una gran fuerza política de corte liberal en toda España. La apuesta, de la mano del economista Luis Garicano, que le ha permitido a Rivera que Ciudadanos forme parte del ALDE, la referencia de los liberales en la Unión Europea, ha provocado una revolución interna, que este viernes se trataba de encauzar con reuniones improvisadas para buscar un frente común.
Ciudadanos celebra este sábado su consejo general en Barcelona, que deberá aprobar las referencias ideológicas de cara al congreso de febrero. Rivera tendrá todo el apoyo de la comisión ejecutiva, donde se siente fuerte, pero una decena de dirigentes podría exhibir ese malestar acumulado en los últimos meses. El hecho es que Rivera prepara el congreso del partido, previsto para febrero, para que Ciudadanos deje de ser un instrumento en contra del nacionalismo, de la normalización lingüística en Cataluña, para ser una fuerza política liberal, de centro-derecha, que pueda competir con el PP en toda España.
Lejos del IESE o de ESADE
Ese ideario combativo «ha desaparecido» en el texto que prepara Rivera para el congreso de febrero. Ahora se trata de que Ciudadanos sea «un partido constitucionalista, liberal, democráta y progresista», lejos del «liberalismo progresista y el socialismo democrático». Pero la cuestión central, como apuntan dirigentes consultados, es que se ha olvidado que las bases del partido «no son profesionales de ESADE o del IESE», y que el origen ideológico está en «el centro-izquierda, el que abrazan clases trabajadoras de Barcelona, o de L’Hospitalet, por situar dos ejemplos, y que no quieren saber nada del nacionalismo, ni de la derecha».
¿Qué ha pasado entonces? La respuesta es relativamente fácil y compleja a la vez. Ciudadanos está asentado en cuatro grandes territorios, de mayor a menor: Madrid, Andalucía, Valencia y Cataluña. Es decir, el lugar fundacional, el que dio sentido a Ciudadanos, es la cuarta autonomía en número de militantes. Pero más que eso lo que pesa es «la apuesta sin tapujos de Rivera por España, por ser el gran referente del centro-derecha en España».
Eso choca con algunos de los fundadores, como Francesc de Carreras o Arcadi Espada. Este último lleva un tiempo distanciado de Rivera, y explicita su enojo con el cambio ideológico. En el caso de De Carreras, la toma de conciencia ha llegado más tarde, con el objetivo de defender a la imagen de Ciudadanos en Cataluña: Inés Arrimadas.
Reivindicación de la ciudadanía
A juicio de De Carreras no se había producido un cambio en el discurso, en el caso de Arrimadas, respecto al combate contra el nacionalismo. Pero las formas son muy importantes en la política, y lo que se traslada, a juicio de otros cuadros y cargos medios del partido es que «comienza a no haber ninguna distancia con el proyecto que desea impulsar Antoni Fernández Teixidó, con Lliures: una fuerza de centro-derecha, liberal, catalanista, pero no independentista».
Uno de los dirigentes que deseaba no perder nunca de vista esa idea, la de que el origen de Ciudadanos es la lucha contra el nacionalismo, con la defensa del concepto de ciudadanía, que defienden intelectuales como Fernando Savater, es Juan Carlos Girauta, diputado en el Congreso. Pero, a la hora de la verdad, la apuesta por «el laicismo identitario», que plasmó De Carreras en el Congreso de 2007, «ha desaparecido» en el texto que se prepara para febrero.
Rivera se ha nutrido de un pequeño grupo de dirigentes: el propio Girauta, Carlos Carrizosa, Pedro de Páramo, o José Manuel Villegas. Y, teniendo en cuenta que en Ciudadanos no hay ejecutivas regionales, –sólo existe una para todo el territorio– ese núcleo es el que toma todas las decisiones.
El partido de Robles
Los críticos a la dirección buscan cómo aunar fuerzas. Una primera muestra se podría ver este sábado en el consejo general. Pero el objetivo es tener lista una alternativa en el congreso de febrero. Entonces se producirá otro hecho, y es que ese consejo general cambiará por completo, porque deberá reflejar el peso de Ciudadanos en las distinas comunidades autónomas, con una pérdida de influencia notable de la delegación catalana.
Ante esa posibilidad, frente a esos cambios ideológicos, distintos cuadros y militantes consultados adivierten de que se podría producir un traspaso hacia el partido que acaba de poner en marcha Antonio Robles, Centro Izquierda Nacional. Robles, uno de los fundadores de Ciudadanos, acabó dejando el partido de Rivera.