Reconstrucción europea a dos velocidades: de Alemania a España
Francia, Italia y Portugal han buscado una figura de prestigio para pensar en la estrategia anticrisis. El atasco entre gobierno y oposición predomina
Europa no solo se ha construido a dos velocidades a lo largo de toda su historia, sino que también se está reconstruyendo a dos marchas distintas. El viejo continente, enormemente castigado por la coronacrisis, busca soluciones a la caída en picado que ha provocado la pandemia y, como en tantas otras ocasiones, Alemania ha tomado la delantera siendo el primer país de la Unión Europea en aprobar su hoja de ruta para recuperarse. En contraste, los vecinos de España no logran definir su estrategia pero se diferencian de nuestro país en un aspecto: han buscado a quien encargarle el cometido.
Si en algo destaca el caso de España es en que ha sido el primer país en dejar al descubierto la incapacidad de Gobierno y oposición para negociar planes de recuperación. Ya hace dos meses que este combate político se alarga, mientras que en países como Portugal apenas han comenzado ahora a abrir fuego a cuenta de los proyectos de reconstrucción. Otros como Francia e Italia apenas han puesto a sus cámaras legislativas a trabajar en ello.
Pedro Sánchez quiso adelantarse a todos con su oferta de reeditar unos Pactos de la Moncloa, pero la oposición obligó al Gobierno a llevar el debate sobre la reconstrucción al Congreso de los Diputados hace más de dos meses. Aquella decisión conjunta, que se plasmó con una comisión parlamentaria presidida por Patxi López, no ha obtenido resultados concretos, aunque todavía queda algún tiempo (hasta mediados de julio) para presentar conclusiones.
Así se está negociando, siempre a distintas velocidades, la reconstrucción de los vecinos europeos.
Italia
Los paralelismos entre España e Italia han sido continuos a lo largo de la crisis, particularmente al inicio debido al avance descontrolado de la pandemia y a las drásticas medidas de confinamiento. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ofreció grandes pactos a la oposición y los actores económicos y sociales mediante negociaciones celebradas en sede ejecutiva y no parlamentaria. Recientemente, el pasado 8 de junio, Conte los convocó al Palazzo Chigi, pero la oposición en bloque rechazó la invitación.
Conte, impulsado por el Movimiento 5 Estrellas, incluso halló resistencias de su principal socio de gobierno, el Partido Demócrata, que en un inicio criticó que el primer ministro convocara las negociaciones de forma unilateral, pero después acabó haciendo un llamamiento para involucrar también a la oposición (cuyos principales partidos son la Lega, Fratelli d’Italia y Forza Italia). Pero el «no» fue rotundo: «El lugar de discusión es el Parlamento, no las villas ni los desfiles», dijo el líder de la Lega, Matteo Salvini.
La coalición que gobierna en Italia tiene una mayoría de 343 escaños, apoyada por seis partidos. Quizá por esa holgada ventaja parlamentaria, cuando Conte supo que los tres principales partidos de la oposición no acudirían a su cita, sus planes siguieron intactos. El primer ministro lamentó la decisión y en los días siguientes presentó un plan de nueve puntos y 54 medidas para acelerar la recuperación económica, cubriendo desde el turismo hasta el 5G.
Aunque los trabajos con la oposición no avanzan, Conte se garantizó un interesante golpe de efecto al fichar en abril a Vittorio Colao, antiguo consejero delegado de Vodafone, para liderar un comité técnico de 17 personas —entre ellos, por antiguos ministros, ejecutivos, economistas, psicólogos, sociólogos y físicos— y diseñar la desescalada y la reactivación económica.
Francia
Francia, el tercer país europeo con más casos de coronavirus después de España e Italia, también ha vivido tensiones políticas en los últimos tres meses, pero en su mayoría en torno a las medidas de confinamiento y las respuestas sanitarias, quedando la economía en otro plano del combate político. Tanto es así, que no fue sino hasta este pasado 14 de junio cuando Emmanuel Macron anunció «un gran proceso de negociación» para «relanzar la reconstrucción económica y afirmar nuestra soberanía nacional y europea».
El presidente francés adelantó que no se subirán impuestos y que el Estado negociará con las empresas y los sindicatos, sin mención al diálogo político para la recuperación económica. Macron anunció el plan, sin apenas precisar en los detalles, en el mismo discurso en el que celebró el fin del confinamiento. La oposición le criticó fuertemente por «anunciar que nos contará más en julio», como por ejemplo reprochó el partido Francia Insumisa, situado más a la izquierda de La República en Marcha de Macron.
Su principal oposición, Los Republicanos, reprobó la «autocomplacencia» mostrada por Macron y puso en duda que el presidente siga siendo «consciente de la realidad». Por su parte, El Partido Socialista francés, que atraviesa una de las peores crisis de su historia con una ínfima representación, se preguntó: «¿Dónde está el plan de recuperación esperado? ¿Y las respuestas a los jóvenes? No podemos llegar tarde a una crisis cada vez».
Macron se toma la reconstrucción con calma. «Se preparará durante todo el verano» y se implementará «lo antes posible». Podría ser el último trabajo de su ejecutivo, toda vez que su partido perdió la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional cuando varios diputados se unieron a un nuevo grupo parlamentario, surgido durante la pandemia. La soledad de Macron incluso ha llevado a especulaciones sobre un adelanto electoral para salir por lo alto de la crisis política y optar por la relección, al no tener rival viable.
En cualquier caso, el presidente francés se apresuró a crear en mayo un comité de sabios liderado por dos figuras de relumbrón: Jean Tirole, premio Nobel de Economía (2014), y Olivier Blanchard, economista en jefe del Fondo Monetario internacional (FMI) entre 2008 y 2015.
Alemania
Al conservar una mayoría absoluta en el Bundestag, las principales desavenencias del gobierno de Angela Merkel durante la crisis del coronavirus se han producido dentro de su propia coalición. A inicios de junio, la canciller alemana se encerró con otros miembros de su partido CDU y sus socios del SPD para cerrar un acuerdo sobre el paquete de estímulos, puesto que los suyos querían poner coto a la nueva deuda y los socialdemócratas defendían un mayor gasto y más ayudas para las familias.
Pero alcanzaron un acuerdo y esa misma semana anunciaron un paquete de 130.000 millones de euros para la recuperación económica al que solo le falta el previsible aval del parlamento. La mayor economía europea fue la primera en anunciar un plan cerrado de reconstrucción y, con toda seguridad, será la primera en aprobarlo.
Cabe decir que la pandemia ha servido, en realidad, para catalizar un plan económico que ya se había diseñado previamente para reimpulsar la economía alemana y que se había presentado en febrero de 2019. En aquel momento fue tildado de muy radical y fue duramente criticado por empresarios, oposición y hasta diputados de la CDU de Merkel. Algunas medidas se ensayaron en los primeros paquetes de estímulo en plena crisis sanitaria, sin contar con oposición dadas las circunstancias.
La canciller anunció que en junio desvelaría el plan de estímulos para disparar el consumo y acelerar la recuperación postpandemia. Y así sucedió. Tras llegar a un acuerdo con los socios de la coalición, Merkel se anotó otra negociación exitosa en su dilata carrera política que prevé una reducción del IVA, ayudas a inversiones en innovación, apoyo a la compra de coches eléctricos y ayudas a las familias de 300 euros por hijo, entre otras medidas.
Portugal
En Portugal, el primer ministro socialista, António Costa, también siguió el ejemplo de buscar a un experto de prestigio a quien encargar el trabajo de pensar en la reconstrucción. Lo hizo hace apenas dos semanas cuando fichó al consejero delegado de la petrolera Partex, António Costa Silva, para asesorar al gobierno portugués sin renunciar a su puesto. El mandatario luso defiende la decisión diciendo que «técnicos, especialistas y personas que están fuera pueden aportar algo nuevo y valor de reflexión».
El primer ministro encargó al empresario un plan económico de aquí a diez años, lo que ha generado críticas por parte de la oposición por posible conflicto de interés en el asunto medioambiental y porque el ejecutivo de Costa es el más copioso de la historia portuguesa, con 70 ministros y secretarios de Estado. También ha tomado por sorpresa a la clase política que Costa Silva ha sido un gran crítico del gobierno socialista, y que el petrolero no tiene experiencia en la primera línea de la política.
No obstante, los principales adversarios políticos del gobierno, los socialdemócratas del PSD, que se definen como una oposición «colaborativa y responsable», no se oponen a las conversaciones con Costa e Silva. No quiere decir que no les sorprendiese la decisión y que no opinen que es «muy arriesgado para alguien no experimentado» liderar estas negociaciones, que sin duda probarán ser difíciles con las fuerzas minoritarias de la Asamblea de la República, opuestas frontalmente al nombramiento.
Tanto a la izquierda como a la derecha del primer ministro Costa, partidos como Bloco de Esquerda y CDS-PP rechazan negociar la recuperación económica con alguien que no forma parte del gobierno. Sobre los planes de Costa Silva se sabe poco, pero el empresario ya ha adelantado que apuesta por «más Estado en la economía», «acelerar la transición digital», y «explorar» las energías renovables. Y concede que no debe negociar con los partidos, sino que su trabajo es diseñar un plan y dárselo al gobierno. Sin más.