Rebelión de los barones socialistas contra Sánchez para evitar un congreso exprés
El líder del PSOE quiere poner contra las cuerdas a quien apueste por investir a Rajoy acelerando el proceso para la reelección de secretario general
La pregunta comienza a ser ésta: ¿Qué hacer con Pedro Sánchez? Los dirigentes territoriales del PSOE se han rebelado en contra de la idea del secretario general de acelerar la convocatoria del congreso socialista. Con ello, Sánchez se podría blindar, e inyectaría toda la presión a los dirigentes que apuestan por permitir la investidura de Mariano Rajoy. Sánchez fue elegido por los militantes socialistas, y a ellos apelará si se ve acorralado.
Los que han mostrado un rechazo frontal son los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y de Aragón, Javier Lambán, que se niegan a que el congreso se celebre en diciembre, con unas primarias para el 23 de octubre. Entienden que sería «irresponsable», y recuerdan que el compromiso que todos los socialistas adoptaron es que ese congreso no podía llegar antes de la formación de un nuevo Gobierno en España.
El dibujo de Sánchez para salir del atolladero es que los militantes, los mismos que lo encumbraron, voten a un nuevo secretario general el 23 de octubre, cuando todavía no se habría acabado el plazo para evitar las terceras elecciones. El 30 de octubre es la fecha límite, si no hay investidura, automáticamente se convocarían elecciones para el 25 de diciembre.
Susana Díaz y el ataque a la dirección
Esos planes se comentan entre los dirigentes del PSOE, pero no hay nada oficial. Sánchez mantiene sus cartas, sigue sin ponerlas sobre la mesa, pero juega con ellas, al entender que la militancia le avalará. Y eso asusta a todos posibles contrincantes, como Susana Díaz, que no no sabe en qué momento iniciar el ataque al liderazgo del PSOE.
Prueba de ese rechazo frontal, es que García-Page y Lambán se presentaron conjuntamente en Cuenca este viernes, con un mensaje claro: se debe resolver el bloqueo político en España, aunque precisaron que matienen el no a Rajoy. El problema es que nadie quiere decir abiertamente, en el seno del PSOE, que no hay otra alternativa que no sea abstenerse en la investidura del líder del PP. Porque, un instante después, los dos mismos barones territoriales insistían en que no se podía depender de los independentistas. ¿Entonces, cuál es la salida?
Investidura con independentistas
Pedro Sánchez quiere intentar una alternativa a Rajoy, que sólo puede pasar por el voto de los independentistas catalanes, aunque no los vaya a buscar. Una suma entre el PSOE, Ciudadanos y Podemos es impensable, porque Albert Rivera no quiere saber nada de Pablo Iglesias, ni éste del líder del partido naranja.
Ante ese autobloqueo del PSOE, lo que pretende Sánchez es salvar su propio liderazgo, y eso es lo que ha puesto de los nervios a los principales dirigentes territoriales. No al líder del PSC, Miquel Iceta, que secunda a Sánchez, e insiste en explorar un gobierno alternativo.
Con ese calendario sobre el congreso, Sánchez trata de advertir a sus adversarios internos que todavía tiene capacidad de reacción, aunque no haga realidad esa amenaza. El lunes se analizarán los resultados de las elecciones gallegas y vascas, que podrían ser muy negativos, y algunos dirigentes planean enfrentarse a Sánchez. Sin embargo, la guerra real llegará en el comité federal del sábado 1 de octubre. «Allí se deberá saber quién quiere investir a Rajoy», señala un dirigente.
¿Quién aparece como responsable?
Lo que temen todos, –los principales dirigentes territoriales– es aparecer como responsables de apartar a Sánchez, en vísperas de un congreso, que, oficialmente, debería llegar después de la elección del presidente del Gobierno. Quien lo haga podría tener pocas posibilidades de ser elegido secretario general. Y, principalmente, quién asuma que ha permitido la investidura de Rajoy.
La cúpula del PSOE en estos momentos sigue pensando en sus militantes. No valora si los electores socialistas quieren o no que se permita a Rajoy gobernar e impedir unas terceras elecciones. Y esa es la incógnita que deberán esclarecer en los próximos días, cuando comprueben cómo les ha ido en Galicia y el País Vasco.