Rajoy se asusta y acelera las negociaciones con el PSOE

Los populares ven posible que Sánchez pueda tejer una alternativa, y tras la constitución del Congreso buscarán el sí de Ciudadanos y la abstención de los socialistas

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Mariano Rajoy quiere actuar. Se ha asustado y quiere acelerar las negociaciones con el PSOE. Aunque los socialistas están divididos y la posibilidad de maniobrar para presentar una alternativa es remota, el PP tiene algunas sospechas fundadas. Y desea, según distintas fuentes del entorno de Rajoy, impulsar un posible acuerdo tras la constitución del Congreso, el próximo martes.

En ese momento, el PP entiende que comenzará de verdad la negociación. La primera prueba será la composición de la Mesa del Congreso. El PP teme quedarse solo, porque distintos factores confluyen en que el PSOE pueda conservar la pieza de Patxi López como candidato, de nuevo, a presidir el Congreso.

Convergència y su necesidad vital en el Congreso

Los propios socialistas negocian con Ciudadanos y Podemos para que el PP compruebe que está solo, y que deberá esforzarse para lograr la abstención del PSOE, y el sí de Ciudadanos. Pero es que el PSOE tiene ahora unos aliados con los que no contaba. Convergència, que acaba de transformarse en el Partit Democràta Català (PDC), necesita tener grupo propio en el Congreso. Y depende de los socialistas, porque poco podrá negociar con el PP, como han admitido fuentes del entorno de Francesc Homs, que se entrevistó la pasada semana con Rajoy reclamando para ello que no se fotografiara el encuentro.

Convergència no cumple los requisitos legales para tener grupo, y sólo la cesión de diputados socialistas –la otra opción es un pacto con Esquerra—les podría ofrecer tenerlo, con las aportaciones económicas que ello significa y la presencia mediática que representa.

Un paquete de medidas

«La negociación comenzará muy en serio a partir del martes», señalan dirigentes del PP, que entienden que no es suficiente con esgrimir que han sido la fuerza más votada, y que nadie quiere una repetición de las elecciones. Para ello, el equipo de Rajoy, apuntalado por alfiles del Gobierno en los últimos años como Ana Pastor o Rafael Catalá, han comenzado a estudiar a fondo las peticiones del PSOE, y, principalmente, el acuerdo que establecieron los socialistas con Ciudadanos tras el 20 de diciembre.

Desde mejoras en la reforma laboral, para que se recupere el papel de los convenios colectivos hasta una nueva reedición del Pacto de Toledo para buscar medidas a medio largo plazo que garanticen las pensiones, pasando por un acuerdo en materia de Educación, y la posibilidad –lo que queda más abierto—de poner en marcha una comisión en el Congreso para la reforma de la Constitución.

La gran paradoja

El PP está abierto a todo eso para que, además, en caso de que todo se frustre, quede bien claro que no será por ellos. Aunque a Rajoy le ha dado muy buenos resultados su estrategia de asumir el mínimo riesgo, lo que se presenta ahora es la mayor paradoja desde la convocatoria electoral del 20D.

Y es que con Podemos debilitado, y con los nacionalistas catalanes sin ningún horizonte político claro, se podría producir un apoyo a Pedro Sánchez una vez se compruebe que Rajoy no puede reunir más que los 137 diputados del PP.

En el PSOE esa posibilidad es minoritaria. Sólo la defiende con convicción Francina Armengol, la líder de los socialistas baleares. Pero Pedro Sánchez, muy tocado internamente, no la ha rechazado de forma tajante.

Los socialistas esperan no tener la tentación

Está ahí, y lo estará hasta que Rajoy la desmonte, y eso pasa por una negociación seria con Ciudadanos, con un programa concreto de medidas económicas, sociales y de regeneración democrática –como pide Albert Rivera—y por una abstención del PSOE, que, de hecho, lo están deseando hacer los socialistas.

Sin embargo, para que eso suceda, Rajoy debe demostrar que sí, que esta vez se lo toma en serio, que le ha visto las orejas al lobo, aunque pueda estar ahora en mejor situación que tras el 20D. Y todo comenzará este martes, una vez se pueda comprobar en el Congreso el nuevo equilibrio de fuerzas. El PSOE quiere la presidencia, y el resto de grupos están dispuestos a brindarle esa primera victoria.

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