Rajoy acudirá Congreso para frenar la «rebelión de los abuelos»
El 60% de quienes declaran su voto al PP tiene más de 55 años
Hay un dato que certifica la preocupación de Mariano Rajoy por la rebelión de los pensionistas. La rapidez con la que ha solicitado un pleno monográfico para debatir sobre la situación y el futuro de nuestro sistema de pensiones. Tan amigo de que el tiempo solucione sus problemas, ante la petición de competencia efectuada por Podemos, el presidente ha intentado tomar la iniciativa con un pleno para explicar la posición del Gobierno.
Desde 2013 está en vigor el sistema de revalorización automática de las pensiones en un 0,25 por ciento anual. Sin embargo, las protestas se han disparado después de cuatro años aplicando este criterio. En los anteriores ejercicios, la congelación del IPC había soportado el poder adquisitivo de las pensiones. En la media en que ha cambiado de tendencia el índice de precios nos encontramos ante la primera rebelión de los pensionistas de la democracia.
Los resultados de las elecciones catalanas han disparado el auge de Ciudadanos y el declive electoral del Partido Popular con un sistema de vasos comunicantes que se generaliza en toda España. Ahora, las manifestaciones de los pensionistas, la «rebelión de los abuelos», amenaza el futuro del PP como nunca antes había ocurrido.
Para entender la gravedad del problema hay que recordar que, en los estudios demoscópicos de los últimos años: el 60% de los que declaran su intención de votar al PP tienen 55 años o más. Un universo de pensionistas que ahora podrían dar la espalda al partido de Rajoy.
El negro futuro del sistema de pensiones exige respuestas inmediatas bajo la amenaza electoral
La revuelta de las pensiones ha tenido apoyo inmediato del PSOE y de Podemos, con la incorporación de Ciudadanos. Los tres partidos apoyan ahora vincular la revalorización a la inflación para asentar el principio de que las pensiones no pierdan poder adquisitivo. La respuesta de Rajoy ha sido de manual, denunciando el «electoralismo irresponsable» de una propuesta para la que el Estado no tiene recursos. Dos días después de la primera reacción, Rajoy ha tranquilizado a los suyos con la promesa de que en el debate parlamentario dejará en evidencia la demagogia de las propuestas de los partidos de oposición.
El negro futuro de nuestro sistema de pensiones se conoce desde hace mucho tiempo. Ahora, de repente, un asunto que necesita consenso, sosiego y reformas profundas, se ha acelerado hasta un punto que exige respuestas inmediatas bajo la amenaza electoral y con un Gobierno en soledad y extremadamente débil.
La seguridad social arrastra un déficit a finales de 2107 de 18.000 millones de euros. Para este ejercicio, subir las pensiones de acuerdo al IPC significaría un incremento anual de 1.600 millones. ¿Cómo se puede improvisar una respuesta presupuestaria de este calibre que compromete además para el futuro?
Cristóbal Montoro ha tenido un intento fallido de neutralizar las protestas, proponiendo beneficios fiscales para personas de más edad y de pensiones medias y bajas. Inmediatamente se le ha recordado al ministro que las rentas de menos de 12.000 euros anuales –las que cobran la mayoría del universo que el ministro quiere compensar– no tienen obligaciones tributarias. Un brindis al sol.
Las pensiones quizá sean el último cartucho del Gobierno de Rajoy
Un gobierno que no ha conseguido aprobar los Presupuestos Generales del Estado, sin normalizar la situación de Cataluña se enfrenta ahora al más letal de los retos con la sublevación de quienes forman su fondo de armario electoral.
Los equipos de trabajo de Moncloa y del Ministerio de Empleo, y Seguridad Social están trabando intensamente en la preparación de la competencia de Rajoy en base a tres líneas argumentales. La descalificación de la posición del PSOE, que congeló las pensiones, frente a los logros de los gobiernos del PP para aumentar en los últimos años su poder adquisitivo. Además, la inconsistencia de las propuestas anunciadas de la oposición para sostener la financiación vía incremento de impuestos y tasas sin un análisis de las consecuencias de esas medidas. Y el grueso de la argumentación de que sólo con los logros económicos del Gobierno puede aumentar la recaudación y generar fondos para aumentar la cuantía de las pensiones.
Será un pleno denso y tenso. Obligará a todas las partes a coger las calculadoras y respaldar sus propuestas con cifras para conseguir que cuadren dentro de los límites del déficit de la seguridad social y de la incipiente recuperación de la economía.
Quizá sea el último cartucho del Gobierno de Rajoy para aguantar un ejecutivo con apoyos tan precarios y además con un mal pronóstico electoral.