Radiografía del mensaje del Rey: lo que no dijo y la escenografía

Aparecen referencias del linaje borbónico en los planos televisivos y se evita la salud de Juan Carlos, el ‘caso Urdangarín’, el destierro de las infantas y el terrorismo

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El mensaje de Navidad del Rey ha presentado varias novedades este año. Desde la escenografía hasta la duración del mismo. La puesta en escena tomó como marco el despacho del monarca, en el que no se aprecia ningún ordenador, y permitió a Juan Carlos dar cierta imagen de institucionalidad y aires de trabajo. Apareció apoyado en el escritorio principal y quizá por ello –acaba de ser operado de la cadera— la duración de la alocución fue de sólo nueve minutos. Habitualmente duran hasta el doble.

La realización televisiva usada esta vez era de mayor dinamismo. Aunque cada cambio de plano estaba medido. A las nueve en punto, Juan Carlos dejaba de repasar su discurso, colocó los folios en la mesa y comienzó a hablar. Un nuevo enfoque de la cámara deja ver la estantería preparada para la ocasión. Hay nueve fotos: la más reciente simboliza el estrechamiento con Hispanoamérica, en ella los reyes y los príncipes están con los jefes de estado en la pasada Cumbre de Cádiz.

Linaje borbónico

Hay otras ocho fotos que recogen distintos momentos de la Familia Real: En tres de ellas, el Rey con el Príncipe de Asturias en el bautizo de la Infanta Leonor. Los Príncipes de Asturias, el día del anuncio de su compromiso, y cuatro imágenes individuales de la Reina, Juan de Borbón, la Infanta Elena y la Infanta Cristina. Quien no aparece es Iñaki Urdangarín.

Nuevo cambio de plano y vemos lo que tiene el rey en la mesa. A la izquierda de la imagen, con tapas rojas, un ejemplar de la Constitución, detrás, libros apilados, las banderas de España y de la Unión Europea y un cuadro que representa al Infante Felipe de Borbón, futuro duque de Parma, fundador de la dinastía Borbón-Parma. Además, podemos ver el belén, de la colección de las Descalzas Reales.

Lo que no dijo

Además de por la inédita escenificación, el mensaje navideño ha llamado la atención por lo que no dijo el Rey. Una vez digerida la reprimenda a la clase política para que aparquen diferencias y afronten la crisis unida, se echan a faltar menciones en los discursos como el respaldo a las víctimas del terrorismo. Si habitualmente, se ha orientado el discurso para insuflar ánimos a la sociedad, esta vez la dureza de la alocución se mide con el uso de determinadas palabras.

Entre las 1.086 palabras utilizadas por el monarca para dirigirse a los españoles con motivo de las fiestas navideñas, seis veces repitió el término «crisis», la palabra que más usó, aunque acto seguido la atemperó por conceptos como «fortaleza», «bienestar» o «creación de riqueza». «Difícil», «sacrificio» o «pesimismo» fueron otros de los vocablos que don Juan Carlos pronunció en repetidas ocasiones. Tampoco hubo referencias directas a Catalunya, aunque indirectamente se centró en la deriva soberanista.

Sus problemas, aparte

El monarca también ha preferido esta vez ignorar los numerosos problemas que ha sufrido la Casa Real. Urdangarín, además de no aparecer en ninguna fotografía, provocó que por primera vez no se mencionara a la Familia Real, sino a la Corona. Ni siquiera nombró al Príncipe de Asturias. El polémico viaje a Botsuana a cazar elefantes, el disparo de Froilán en un pie cuando jugaba con un arma junto a su padre o el destierro de las infantas no copó ni una sola palabra del mensaje. La salud de Juan Carlos tampoco.

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