¿Por qué Podemos ha dejado de crecer?
El partido que lidera Pablo Iglesias cae en intención directa de voto a medida que se enfrenta a la toma de decisiones
El ascenso fulgurante de Podemos ha comenzado a ralentizarse. Los datos de los diferentes sondeos muestran que la intención directa de voto ha caído, y que el techo lo alcanzó a finales de 2014, con un 22,2%, para pasar al 12,8% en los últimos sondeos de Metroscopia. Otras empresas, como Gesop, también han constatado esa pérdida de pasión del potencial electorado, en este caso en Cataluña: del 12,8% al 8,6% entre noviembre de 2014 y febrero de 2015.
El partido que dirige Pablo Iglesias comienza a valorar la realidad, y la dificultad de ganar unas elecciones a partir de una estructura mínima. Sin embargo, Podemos, al margen del peso electoral que pueda lograr, sí se ha estabilizado como una opción política que ha llegado para quedarse, y que se concreta en los 15 escaños que obtuvo en Andalucía.
El desencanto se ha producido en las propias bases del partido, que ha acabado cooptando a sus dirigentes en las diferentes comunidades autónomas y que ha dejado en la estacada a los románticos de los llamados «círculos», integrados por los militantes.
Las elecciones se ganan siempre en el centro
Pero los expertos han comenzado a ver las limitaciones de Podemos. Una de las claves es la persistencia en la ciudadanía española de un dato: la autoubicación en el eje izquierda-derecha. En todos los años de democracia no se mueve de entre el 4 y el 5, es decir: el centro-izquierda.
No es casual que José María Aznar conquistara la Moncloa por primera vez con su apelación al «centro-reformista», porque sabía que las elecciones se ganan en ese espacio, no en el centro-derecha, que era lo que le pedía el cuerpo. Quien parece conocer esa realidad es Ciudadanos, que no deja de apelar a la «clase media trabajadora», que se ubica en ese centro-izquierda.
Han pasado los años, y hay nuevas generaciones en el espacio político, pero esa autoubicación no se mueve. El profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Ignacio Urquizu, ha recordado que la media española está en el 4,7, y que, en cambio, la ubicación que se le da a Podemos es el 2,2, es decir, casi extrema izquierda, teniendo en cuenta que el 0 es extrema izquierda, y el 10 es extrema derecha.
Un cambio en el mensaje
Eso explica que la dirección de Podemos trate ahora de modificar su mensaje. La mayoría de cuadros, incluido Pablo Iglesias, provienen de Izquierda Unida o de Izquierda Anti Capitalista. Y ahora se ven en la necesidad de adaptar el proyecto a la demanda de la sociedad española: un cambio claro en las políticas socio-económicas, pero sin aspavientos, sin negar lo que España ha logrado en 35 años de democracia.
El número dos, Iñigo Errejón, lo ha asumido, y explica en los últimos días que Podemos debe aplicar «transformaciones estructurales para superar la crisis del régimen de 1978», pero que ello no debe implicar «una especie de impugnación ni revisión de 30 años de pasado». La imagen plástica de ello es el encuentro entre Pablo Iglesias y el Rey Felipe VI, consciente del enorme apoyo ciudadano que ha logrado el monarca.
Podemos, ¿como Izquierda Unida en los últimos años?
Podemos también es consciente de que necesita perfilar el programa económico, y que la lupa de los ciudadanos es mucho mayor en estos momentos y quiere saber cómo se concreta esa apelación a que las clases más pudientes paguen más impuestos. Los economistas que han colaborado en el programa, Vicenç Navarro y Juan Torres, no han catapultado de forma conveniente fórmulas sencillas, como sí lo ha hecho Ciudadanos, al margen de su mayor o menor acierto.
Quien deja claro que Podemos está experimentado un baño de realidad es Joan Botella, catedrático de Ciencia Política en la UAB. Botella recuerda que «los partidos más pequeños, los que atraen por su novedad, siempre consiguen movilizar a sus posibles votantes mucho antes que los partidos grandes, y a medida que se acerquen las elecciones eso se equilibrará. Le ha ocurrido durante muchos años a Izquierda Unida, que subía en las encuestas, y acababa con resultados mucho menores».
El apoyo mayoritario de los menores de 25 años
Botella, sin embargo, considera que el efecto determinante de Podemos es que ha logrado un apoyo mayoritario «en los jóvenes menores de 25 años, que son los niños que vivieron la guerra de Irak, y que tienen una mentalidad muy distinta».
El problema para Podemos es si esos jóvenes acabarán votando el día de las urnas, al margen de apostar ahora por el partido de Pablo Iglesias.
Para el PSOE se trata de una noticia esperanzadora, y también para Izquierda Unida, que ha experimentado una cierta recuperación.
El factor de las listas en Barcelona y Madrid
El techo de Podemos puede suponer una frustración para muchos votantes, a no ser que se produzcan algunos hechos: la lista de Barcelona en Comú, en la que participa Podemos, y encabeza Ada Colau, tiene serias opciones de ganar la alcaldía de Barcelona, en un escenario muy fragmentado.
La lista homóloga en Madrid lo tiene más complicado. Pero si son decisivas para formar los gobiernos municipales de las dos grandes capitales españolas el efecto arrastre en toda España podría ser enorme.