La penúltima lección del profesor González Laxe
Capaz de citar a Arsenio Iglesias y a Xosé Manuel Beiras con la misma naturalidad que a Keynes, Kant o Porter, la última clase del catedrático en la Universidade da Coruña, de especial profundidad, derivó en fraternal encuentro y reencuentro con alumnos, compañeros y amigos
Comenzó y terminó a la hora prevista y pasando lista a los alumnos. Como un día cualquiera en la Facultade de Económicas de A Coruña. Sin embargo, la de este miércoles no fue una cita normal y todos los presentes, desde alumnos a compañeros y amigos, invitados para la ocasión, lo sabían. Y a todos concedió Fernando González Laxe igual importancia en su última clase, de puertas abiertas. Un rasgo, ese de reconocer en cada uno su capacidad propia, independientemente de quien sea o llegue a ser su interlocutor, que define una personalidad templada y generosa.
La última clase en la facultad se convirtió en la penúltima lección del catedrático Fernando González Laxe. Porque siempre habrá una más. La definición aristotélica del pensamiento económico, esa que consiste en “el arte de administrar la casa”, le sirvió al coruñés para comenzar un viaje de poco más de una hora que le llevó a realizar varios altos en el camino, periplo inabarcable a ojos ajenos, pero de cristalina sencillez en la exposición.
Los mensajes
No debe resultar fácil comenzar citando a Arsenio Iglesias (“qué duda cabe”, se arrancó para concitar sonrisas) o a Xosé Manuel Beiras, uno de sus referentes, y terminar por Kant, animando a sus alumnos a “atreverse a pensar”. Y hacerlo con pasmosa naturalidad. El título de la lección lo decía todo: “De la economía a la resiliencia y a la atractividad regional”. Y en ese océano se sumergió.
En ese ir y venir constante por la historia económica y sus protagonistas y el escenario actual y su complejidad, propio de un intelectual más preocupado que inquieto, el catedrático González Laxe tuvo tiempo en su última clase para lanzar mensajes, de esos que casi nunca suelen caer en saco roto, claves dirigidas a apuntalar un modelo económico, el gallego. Por ejemplo, como se demostró en su última exposición ante tal foro, el expresidente de la Xunta señaló que “estamos peor que el Norte de Portugal” en competitividad regional.
La atractividad
De Galicia, también le preocupa la falta de atractividad: “Para ser atractivos tenemos que ser competitivos, seducir… Como hacen las empresas, siempre preocupadas por este aspecto”. Y dejó también unos cuantos titulares, al asegurar que “ninguna nación es autosuficiente”, y “la globalización es prácticamente irreversible, esto es algo que no se acaba, se ajusta”, o que “la resiliencia nos obliga a cambiar el patrón de crecimiento”.
Los compañeros de viaje
Comenzando por su mujer, Rosa Liaño, entre los presentes en el aula 1.6 de Económicas se encontraban nombres propios de la política, la empresa y la universidad gallegas. Entre ellos, históricos como Francisco Vázquez o Salvador Fernández Moreda, el conselleiro de Facenda, Miguel Corgos; el exconcejal Juan Díaz Villoslada, Eduardo Blanco o Chema Paz Gago. También, desde la empresa, Emilio Bruquetas (Reganosa) y José Luis Vázquez Mariño (exconsejero de Inditex), no faltaron a la cita. Como tampoco los profesores Antonio Grandío, María Cadaval, Isabel Novo Corti, Santiago Lago Peñas, Miguel Vázquez Taín, Venancio Salcines, Francisco Armesto y Patricio Sánchez, entre muchos otros. Y entre los periodistas que acudieron a esa última clase, José Luis Gómez, Luis Pousa, Fernando Salgado o José Castro. El médico Fernando Márquez tampoco se quiso perder a González Laxe en Elviña.
Del Laxe político al académico
Economista de salitre, como se autodefinió minutos antes de comenzar la clase ante los oyentes de la Radio Galega, por su vinculación de siempre al mar y a la economía azul, Laxe podrá jubilarse, pero no hacerse mayor; en todo caso, más sabio. Y este miércoles lo demostró otra vez. Hay un González Laxe académico, sí, como hasta no hace mucho hubo un González Laxe político en ejercicio. Queda el estratega. Ese nunca dejará de estar ahí. El Laxe político es capaz de reconocer el mérito ajeno sin rubor, y reprender el error propio con igual intensidad. Eso de hablar con libertad, poniendo el sentido común por delante de cualquier otra querencia, quizá solo se lo puedan permitir unos cuantos, aquellos que tienen colmadas sus aspiraciones políticas. Y, además, como es el caso, cuando no hay soberbia, tampoco puede haber resentimiento.
A buen seguro que a Fernando González Laxe le gustará ser recordado por su gestión política en Galicia al frente de la Xunta, por haber sido el impulsor de las universidades de A Coruña y Vigo, de las relaciones con Europa o de infraestructuras clave. Pero quién sabe si pondrá por delante de todo ello esa vocación cincelada en casa, heredada de su madre, la de profesor.