Pedro Sánchez, los difíciles equilibrios de un hombre orquesta
Pedro Sánchez parte de cero y se enfrenta a varias obligaciones para las cuales necesitará un montón de equilibrios en tiempo récord
Pedro Sánchez, el triunfo de la perseverancia. El hombre que susurraba a los caballos. El «renacido». Se merece, sobre todo, respeto. Una oportunidad.
El reto actual es del mismo calibre que los anteriores. Cuando tuvo que dimitir y renunció a su escaño. Cuando le ganó al aparato del partido recorriendo España en su viejo Peugeot. Que nadie asegure un fracaso porque lo imposible no ha sido un obstáculo. No es aconsejable apostar en contra.
Quizá no sea una exageración comparar la encrucijada que tuvo Adolfo Suárez con la que se enfrenta Sánchez.
Todo ha sido tan rápido que no tenemos tiempo para explicar por qué ha ocurrido. Solo hay una certeza. Mariano Rajoy no ha tenido nadie que le respalde, con la excepción de su propio partido.
No ha ganado exactamente Pedro Sánchez. Ha sucumbido Rajoy
El PNV, artífice de su caída y de la victoria de Sánchez, ha tenido el alma partida. El pragmatismo y la palabra dada, al aprobar los presupuestos, ha sido vencida por el temor a la calle. El realismo vizcaíno contra el núcleo guipuzcoano, que mira por el retrovisor al universo de Bildu.
El PNV, ferviente defensor de la estabilidad, no se arriesgó a aparecer como el único salvador de quien todo el mundo había condenado. Demasiados años de goteo de la corrupción, hasta que la sentencia de Gürtel ha rebasado los bordes del vaso. Los vascos le dieron la salida a Rajoy para que dimitiera hasta el último segundo.
Les interesaba que no hubiera moción de censura, pero no podían avalar a Rajoy. Y votaron a favor de Sánchez. No ha ganado exactamente Pedro Sánchez. Ha sucumbido Rajoy y el precio ha sido lo que Alfredo Pérez Rubalcaba llamó gobierno Frankenstein. Para condenar a Jesús hubo que liberar a Barrabás.
Pero el mundo no se ha hundido. No hubo viernes negro en la Bolsa.
Muchas decisiones que tomar, poco tiempo y escaso margen de error
El sábado no solo salió el sol, sino que ha amanecido con una toma de posesión en La Zarzuela, laica, institucional, solemne y sin tensiones.
Sánchez ya ha visitado La Moncloa. El próximo viernes, Consejo de Ministros. La máquina ha empezado a rodar. Horizonte límite, mediados de 2020. En medio, una yincana de obstáculos y equilibrios, ponderaciones y regates para manejar apoyos disímiles y contradictorios. Al nuevo presidente no le interesa crear vacíos, porque alguien podría ocuparlos.
«Vísteme despacio, que tengo prisa». Muchas decisiones que tomar, poco tiempo y escaso margen de error.
Hace una semana y media, nadie podía haber preparado este momento porque nadie lo creía posible. Incluido el nuevo presidente. Parte de cero. Un montón de equilibrios en tiempo récord.
Primer equilibrio: un gobierno socialista, paritario y de fieles. El hombre clave es José Luis Ábalos. Una máquina de trabajar. Con el background de viejo comunista. Transmite seguridad. Buen parlamentario. Buen portavoz. Distante simpatía. Un hombre de partido.
Los secretos de La Moncloa que necesita Sánchez los tiene él
Apoyó a Sánchez en todos los momentos amargos, sin dudas ni fisuras. Fue elegido para presentar la moción de censura. Telonero de la estrella.
Hay otras dos estrellas emergentes. Carmen Calvo y Margarita Robles. También Adriana Lastra. ¿Quién se queda en el Parlamento y en el partido y quien va al Gobierno? ¿Va a utilizar la vieja experiencia de gobierno socialista? José Enrique Serrano ya se ha remangado la camisa.
Los secretos de La Moncloa que necesita Sánchez los tiene él. Necesita un montón de nombres para altos cargos que conozcan los trucos de la administración.
Hay hombres importantes en la sombra. Pueden seguir ahí o pueden tener acceso a la cartera negra que les dan a los ministros. Jordi Sevilla y Manu Escudero están en la lista. Y no se puede olvidar a Iván Redondo.
Redondo el druida demoscópico que emitió el vademécum de condiciones para llegar al poder. Joven, discreto y componente. Un profesional de la política sin carné del PSOE. Va a estar muy cerca de Sánchez sin necesidad de estar en el escaparate.
Podría Borrell ser el interlocutor del Gobierno en la crisis catalana
Segundo equilibrio, catalanes en el ejecutivo, además de Josep Borrell. Meritxell Batet tiene muchas posibilidades. No parece probable que Miquel Iceta compagine la dirección del PSC con la de ministro. También José Zaragoza. Pero el Gobierno tiene que tener peso catalán.
Hay una apuesta que nadie espera, pero que se está calibrando. Podría Borrell ser el interlocutor del Gobierno en la crisis catalana. Pocos tienen las ideas más claras. Un negociador duro, pero inteligente. Una cartera ministerial para Cataluña.
Tercer equilibrio: un gobierno paritario. Un compromiso político y ético. Entre los nombres que circulan hay un buen porcentaje de mujeres. Ya están Margarita Robles, Adriana Lastra, Carmen Calvo, Meritxell Batet y Beatriz Corredor.
¿Habrá algún andaluz susanista en el Gobierno? Es otro equilibrio para consolidar la pacificación. Es cierto que Sánchez goza del apoyo de todo el partido. Pero solo porque no ha habido nadie que se atreviera a ponerle en cuestión.
Muchas dudas sobre la viabilidad de la aventura y los pelos que puedan caer en gatera. Temor a lo que pueda lastrar los resultados en las próximas elecciones en Andalucía.
Podemos fuera del Gobierno puede ser un dolor de cabeza; dentro, mucho más
Vigilancia extrema sobre el tema catalán. De momento, ni una pega. Luego depende. Tener en el Consejo de Ministros algún miembro de la cuerda susanista sería una ventaja. También, quizá, una servidumbre. Sería la forma definitiva de sellar la unidad.
El aliento de Podemos en el cogote. Un equilibrio muy complejo. Podemos fuera del Gobierno puede ser un dolor de cabeza. Dentro, mucho más. Las mayores tensiones están en ese flanco.
Los presupuestos, cuando se aprueben en el Senado, no serán de plastilina. Bruselas ya lo ha advertido. Si se exigen medidas sin respaldo económico, no serán posibles. Y ahí está la primera batalla.
Muchos socialistas no se fían un pelo de Pablo Iglesias. No va a digerir fácilmente quedarse fuera del Gobierno. Desde el exterior, va a pedir lo imposible, lo que no cabe en las cuentas públicas. Manejar ese apoyo es quizá la piedra angular de la gobernabilidad.
El equilibrio catalán. Sánchez tendrá la obligación de demostrar que es posible hacer política en Cataluña con el Govern de Quim Torra. El «Le Pen» español. Torra se ha apresurado a pedir diálogo con Sánchez colgando una pancarta de los presos políticos en el balcón de la Generalitat.
El Govern de Quim Torra le cogerá gusto al poder, y Berlín queda muy lejos
En 60 días conoceremos si la justicia alemana nos envía al prófugo Carles Puigdemont. Si ingresa en Estremera puede ser un alivio o una pesadilla añadida. El nombramiento del Fiscal General del Estado nos puede dar una pista del rumbo judicial. También la intención de Sánchez de modificar la tipificación del delito de rebelión en él código penal.
El ex president está a la baja. Ya no tiene los focos en su escenario. El apoyo de los soberanistas para sacar a Rajoy, en alguna medida, dificulta la confrontación y favorece la política. A Puigdemont le iba mejor que Rajoy hubiera seguido en La Moncloa. El nuevo Govern le cogerá gusto al poder. Y Berlín queda muy lejos.
Quizá sea el equilibrio más complicado de Sánchez. Tiene que demostrar que es el mismo que apoyó el 155 y que desde la defensa estricta de la Constitución se puede dialogar con los golpistas. Todas las lupas, desde dentro y fuera de su partido, van a estar encima.
Rajoy no se puede dar el lujo de aparecer como un resentido
Las relaciones con el PP no van a ser más complicadas. Bastante ocupados en la crisis interna, no parece el momento para ejercer la irresponsabilidad. El PSOE y el PP tienen intereses compartidos. Los dos tienen un enemigo común, Ciudadanos. A los dos les interesa reactivar el bipartidismo.
Una vez fuera de La Moncloa, no será tan difícil entenderse con Rajoy o con su sucesor. El ex presidente no se puede dar el lujo de aparecer como un resentido. Si se queda, se tiene que resituar y definir las relaciones con el nuevo gobierno.
Ciudadanos, después de Rajoy, es el gran perdedor de esta crisis. Se le han achicado los espacios y la hoja de ruta. Su empeño será elecciones anticipadas. De ahí se puede esperar la oposición más dura.
Ya no va a tener encima los focos de los últimos meses. Sabremos algo más cuando se publiquen las próximas encuestas. Si baja, el calvario puede ser doloroso. De ser estrella a estar en riesgo de irrelevancia.
Un político que ha conseguido un milagro como este se merece que su misión no sea absolutamente imposible
En una semana conoceremos el grupo de los elegidos para formar gobierno. Luego hace falta un centenar de cargos de primer nivel. Hay que formar un ejército para manejar el funcionamiento de las instituciones del Estado.
Sánchez dice que no tiene prisa, pero tiene que hacer guiños rápidos para que no se enfríen las expectativas creadas. Ser al mismo tiempo un hombre de estado y un rebelde. A la fuerza debe ejercer como hombre orquesta. Y le van a dar caña por casi todos los lados.
Un político que ha conseguido un milagro como este se merece sin duda un crédito para que su misión no sea absolutamente imposible.
Ahora, solo nos queda esperar.