Pedro Sánchez busca ya sin complejos la complicidad de Podemos
Defiende, frente al escepticismo de los empresarios, endurecer la ley de incompatibilidades de dos a cinco años
Al PSOE le puede suceder algo similar a lo que ha experimentado CiU. La federación nacionalista era el adalid de un catalanismo conservador, paternalista, con importantes dosis socialdemócratas. Se fue transformando, y ahora es ya, principalmente en el caso de Convergència, un partido independentista, y con tintes liberales.
En el caso de los socialistas, la estrategia pasa por mantener sus características desde la democracia: un partido de gobierno, sensato, defensor de la socialdemocracia clásica, que ya en 1982 –tras la experiencia de los socialistas franceses– renunció a un programa de máximos que incluyera amplias nacionalizaciones. Y, con la idea de que los españoles nunca verán al PSOE como un partido radical, Pedro Sánchez ha decidido arriesgarse para buscar la complicidad de Podemos con propuestas más atrevidas.
Ahora bien, podría ocurrir que esa apuesta transformara la imagen original, exactamente como ya le está ocurriendo a CiU.
Ganar las elecciones
Pero Pedro Sánchez quiere ganar las elecciones generales. Y, lo que hace sólo dos meses parecía imposible, ahora lo tiene a su alcance tras los resultados de las elecciones autonómicas y locales del pasado domingo. El PSOE necesita a Podemos. Y, pese a todos los riegos, Sánchez entiende que pesará la imagen de los socialistas «sensatos», pero con algunas dosis de la ‘nueva política’, porque los españoles quieren cambios.
Lo explicitó este viernes en las jornadas de economía en Sitges del Círculo de Economía. Ante un comprensivo Antón Costas, el presidente del lobby empresarial, que no quiso contrariarle en exceso, pero sí constatar el escepticismo del mundo económico ante la propia figura de Sánchez, el líder socialista defendió un cambio en endurecimiento de la ley de incompatibilidades, para que pase de dos años a cinco años.
Sánchez clamó en contra de las puertas giratorias, que hacen mucho daño a los ojos de los ciudadanos, y que han practicado los últimos ministros socialistas, como Elena Salgado, o Pedro Solbes, recolocados en el sector eléctrico.
Ahuyentar a los profesionales para formar parte del Gobierno
Los empresarios consultados, incluso algunos miembros socialistas, presentes en Sitges, bajaron la mirada en ese momento, molestos con una iniciativa que entienden que es un claro guiño electoral, para buscar también en las próximas semanas el apoyo de Podemos. Con acuerdos con la formación que lidera Pablo Iglesias, y con otros grupos de izquierda, los socialistas podrían recuperar mucho poder territorial, en Castilla-León, Aragón, Extremadura, o Comunidad Valenciana.
Pero la crítica a la medida, verbalizada posteriormente, en los pasillos del hotel donde se celebraba el cónclave, se basaba en la necesidad de no ahuyentar a profesionales para que formen parte de un Gobierno, si después deben pasarse cinco años en barbecho.
A Pedro Sánchez ya le ha advertido de ese peligro Susana Díaz, al señalar que no se puede buscar acuerdos a cualquier precio. Pero es que las cosas han cambiado. Y la ciudadanía reclama cambios que no ha visto, hasta ahora, plasmados en propuestas concretas por parte del PSOE.
Reforma de la Constitución
Sánchez defendió la reforma de la Constitución, con un proyecto de regeneración democrática. Y, siguiendo esa tesis de colaborar con Podemos, pero marcando distancias, insistió en no buscar una ruptura. «Hay que renovar, que no romper ni dejar como está la política», incidió.
Y enumeró un paquete de propuestas que sí forman parte de la marca PSOE desde hace años, aunque nunca las acaba de dibujar con el detalle necesario: transformar el Senado en cámara territorial; regular los lobbys, y reformar el sistema electoral. Además de que los candidatos a la presidencia del Gobierno se elijan «por primarias», con listas abiertas, representación paritaria o la regulación del voto de los españoles en el extranjero.
También defendió Sánchez que la Agencia Tributaria debería poder certificar el patrimonio de los políticos cuando sean elegidos, nombrados y cesados, además del límite citado sobre las puertas giratorias.
La política española entra en un camino de pasión
El líder del PSOE, sin embargo, fue frío en su discurso. Costas intentaba ayudarlo, para que adoptara un tono más directo. Los empresarios lo notaron. Hay interés en que Sánchez siga adelante, en que gane posiciones. Pero no se apreció en la sala del hotel en Sitges la vibración que se percibió con la intervención de Albert Rivera, impetuoso, lanzado, pasional, aunque las medidas puedan ser muy similares.
La política española ha entrado en un momento de pasión. Flor de Pasión, que diría el locutor de radio, Juan de Pablos. Y en ese terreno se deberá mover también Mariano Rajoy, le guste o no, que cierra este sábado las jornadas de Sitges.