Nadia Calviño emerge como la gran esperanza para la industria gallega

A la incógnita de la adscripción de Industria a la vicepresidencia de Calviño se une el relevo en Energía, al nombrar Teresa Ribera a una asesora climática

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Demasiadas ecuaciones por despejar para la gran industria con la configuración y estructura del nuevo Gobierno. Nueve ministerios con competencias económicas, repartidas por 14 secretarías de Estado, representan todo un sudoku, parafraseando a Pedro Solbes, de difícil solución si lo que se pretende es delimitar áreas de trabajo y responsabilidades últimas. Todo un maremagnum si no hay la pertinente coordinación. Y esta preocupación recorre los despachos de San Caetano y preside las reuniones de los comités de empresa de las grandes industrias en crisis en Galicia.

Todas las miradas, tanto de la propia Xunta como de los trabajadores de empresas como Alcoa, Endesa o Ferroatlántica, entre otras, apuntan ahora hacia Nadia Calviño, según las diversas fuentes consultadas por Economía Digital. La vicepresidenta económica, enlace del Gobierno de Sánchez con Bruselas, está llamada a ocupar un espacio por el que asoma una transversalidad de competencias difícil de definir todavía.

La incógnita del Ministerio de Industria

La coruñesa Calviño ocupa ahora una de las cuatro vicepresidencias, y es la encargada de coordinar los asuntos económicos y la transformación digital. Sus atribuciones, marcadas a grandes trazos, son ahora difusas y varios de los consultados por Economía Digital apuntan a la eventual adscripción directa del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo al negociado de Calviño como tabla de salvación para los problemas que acechan al sector industrial gallego. También la fluidez de las relaciones institucionales, según las mismas fuentes, correrá mejor suerte con ella al frente.

Reyes Maroto, que contra pronóstico revalidó el Ministerio de Industria tras las últimas elecciones, fue una de las ministras con menor peso político en el Gobierno anterior. Su departamento cuenta con dos secretarías de Estado: Comercio y Turismo. Ante este escenario, la baza de Nadia Calviño viene reforzada por la continuidad de la Secretaría de Estado de Energía en la órbita de Teresa Ribera, responsable de Transición Ecológica y Reto Demográfico, ahora también vicepresidenta.

Han sido varias las legislaturas, tanto de PP como de PSOE, que contaban con la Secretaría de Estado de Energía adscrita a Industria. El poder de Teresa Ribera se constata, en Galicia, al comprobar cómo ha sido y es una de las interlocutoras en las mesas impulsadas para la salvación de Alcoa o Endesa, ya sea para abordar el esperado estatuto electrointensivo como para plantear alternativas para As Pontes. Las subastas de interrumpibilidad también estaban en manos de Ribera.

Nueva secretaria de Estado de Energía

El nombramiento de una auténtica desconocida en Galicia, en palabras de responsables de la Xunta, para relevar a José Domínguez Abascal en la secretaría de Estado de Energía, añade todavía más incógnitas para el futuro del sector industrial asentado en Galicia. La sustituta de Abascal es una entusiasta del cambio climático. Se trata de Sara Aegesen Muñoz. En el Gobierno gallego ni siquiera le ponen cara. La nueva secretaria de Estado, experta en la lucha contra el cambio climático, ha sido durante el último año y medio asesora de la ministra Ribera. Aegesen coordinó los trabajos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y trabajó en la oficina española de Cambio Climático.

El viraje del Gobierno hacia la transición energética es una evidencia que preocupa en determinados estamentos gallegos, al igual que entre los comités de empresa de grandes industrias, que ni ven transición, por lo abrupto de los cambios activados, ni justicia, por los empleos que todavía están en el aire sin alternativas viables.

Nadia Calviño, que ya enmendó en su primera comparecencia pública a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, al abordar los cambios en la reforma laboral como simples «ajustes», sin aludir a la derogación integral de la norma, emerge ahora como la esperanza de prácticamente todos los actores de la industria gallega para reconducir la crisis de compañías como Alcoa, Endesa, Ferroatlántica o Celsa, que tienen la energía como denominador común.

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