Muere Ariel Sharon, el halcón de Israel
En coma desde 2006, ordenó la retirada unilateral de Gaza
Sufrió un derrame cerebral el 4 de enero de 2006, y ha estado en coma desde entonces, hasta que se ha apagado definitivamente este sábado. Ariel Sharon es uno de los grandes símbolos de Israel, y a partir de ahora se renovará un debate que nunca se agota sobre las posiciones enérgicas o dialogantes del Gobierno israelí respecto al eterno conflicto con Palestina.
Porque Ariel Sharon ha sido una figura que impone, que no ha dejado espacio para el término medio ni para posiciones tibias. El hecho es que, en su último tramo de vida, optó por posiciones de cierta reconciliación. Y, con el legado de su impresionante carrera militar y política, ordenó en 2005 la retirada unilateral de Gaza y la evacuación de los asentamientos en la franja. De ser uno de los ídolos de los colonos judíos pasó a ser uno de sus enemigos, y nunca recibió el perdón. Cosas de los halcones que acaban rectificando sus posiciones.
En todas las guerras
Muere Sharon, el símbolo de todas las guerras que ha protagonizado Israel. Nació el 27 de febrero de 1928 en la Palestina que estaba bajo el yugo británico, de familia bielorrusa. Y, desde los 17 años, cuando se alistó en la milicia clandestina, que sería el embrión del futuro Ejército israelí, no dejó de participar en todos los conflictos bélicos.
En la Guerra de Suez (1956), cuando ascendió a general; en la Guerra de los Seis Días (1967), y en la Guerra del Yom Kippur (1973), cuando Israel repelió el ataque de Egipto y Siria. Sharon fue el gran protagonista, al darle la vuelta a la situación y salir victorioso. A partir de entonces, entró en política ocupando los principales cargos del país.
Sabra y Chatila
Sharon, sin embargo, será siempre conocido como el ministro de Defensa que dirigió la invasión del Líbano en 1982. Miembro del Gobierno del Likud de Menahem Begin, el primer gobierno derechista de Israel, Sharon logró la expulsión de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Beirut. Y no pudo o no quiso evitar que las milicias cristianas del Líbano, aliadas de Israel, acabaran asesinando a cientos de civiles palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, bajo responsabilidad israelí.
Ello provocó la dimisión de Sharon, y sigue siendo uno de los episodios más negros del conflicto palestino-israelí.
Segunda Intifada
Pero Ariel Sharon vivió en sus últimos años, antes de sufrir el derrame cerebral en 2006, otro gran estallido de violencia. El 28 de septiembre de 2000, ya en la oposición, visitó la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén Este, porque para los judíos es el Monte del Templo. El contexto en ese momento era las fracasadas negociaciones de paz de Camp David, y hizo saltar todas las alarmas, con la explosión de la Segunda Intifada, o Intifada de las Mezquitas.
Con atentados suicidas palestinos, Sharon ganó las elecciones en febrero de 2001, al frente del Likud. Fue reelegido en 2003, y, ya como primer ministro, fue el impulsor del triste muro de Cisjordania.
De duro a negociador
¿Pero qué ocurre en muchas ocasiones con los halcones, con los más duros del lugar? Que acaban asumiendo que no consiguen sus objetivos, y que todo se radicaliza.
Por eso, Sharon cambió de rumbo, y acabó replegando las fuerzas israelís en Gaza, ordenando a los colonos a retirarse. Fue un órdago que los suyos no entendieron. Quiso liderar una nueva fuerza política más moderada, el Kadima, pero no tuvo más tiempo para nada más. El derrame cerebral en 2006 le dejó en coma.
¿Qué hubiera pasado si hubiera tenido salud, si hubiera seguido en activo? Sharon es Israel, con todos sus defectos y virtudes.