Montoro y Gallardón, en la cuerda floja
Rajoy empieza el diseño de un nuevo ejecutivo para zanjar las dudas sobre su continuidad
El futuro político español pasa por un gobierno de concentración o por una crisis de gobierno. Los equilibrios de fuerzas decidirán y se trata de los dos escenarios más probables debido al desgaste que la crisis financiera ha provocado en la actual nómina de ministros y a las luchas internas.
El presidente Mariano Rajoy, que ya ha comunicado a sus asesores que pasará agosto en Moncloa “para reflexionar”, tiene claro que si apaga ambos incendios, el de deuda y la rebelión a bordo para que dimita, los titulares de Hacienda, Cristóbal Montoro, y de Justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, cesarán en sus responsabilidades.
Los tambores de guerra suenan atronadoramente en Génova y, extrañamente, los tocan al unísono los marianistas y los aguirristas, aliados contra un enemigo común: el ex alcalde de Madrid.
Ni siquiera los duros momentos personales que atraviesa el actual titular de Justicia, su hijo fue tiroteado esta semana en Brasil, aunque logró escapar sano y salvo, han calmado los ánimos revanchistas de esas corrientes populares que han cerrado filas en torno al presidente. No perdonan a Gallardón los guiños a la izquierda ni las maniobras de sus colaboradores para formar un gobierno de concentración con el Partido Socialista.
Debilidad
La cúpula popular da por amortizados a ambos políticos pero no a Rajoy. Sin embargo, en Génova admiten que el Gobierno es débil, a pesar de la mayoría parlamentaria, y apoyan el diseño de un nuevo reparto ministerial. El núcleo duro del Partido Popular, con María Dolores de Cospedal a la cabeza, cree que esa precariedad la aprovecha incluso otro ejecutivo también en uno de sus momentos más bajos: el de Artur Mas.
Josep Antoni Duran Lleida, el hombre de CiU en la capital española, tiene órdenes para cerrar un acuerdo de rescate blando, sin apenas condiciones. Hasta que Catalunya no se asegure el esquema que quieren Mas y el conseller d’Economia, Andreu Mas-Colell, no se formalizará la petición de ayuda. La Generalitat tiene un préstamo puente atado con un pool de bancos para aguantar el periodo de negociación.
Montoro, el encargado de tratar con la comitiva catalana, a la que se añadiría en última instancia Mas-Colell, no goza ya de la confianza del partido y no le ven capaz de aplicar la normativa establecida en el Congreso para el fondo autonómico ni de imponer un paquete de exigencias acordes al nivel del rescate: los técnicos de Hacienda han calculado 5.775 millones.
El principio del fin
Pero no son las dudas sobre su capacidad de negociación las que han puesto definitivamente en la picota a Montoro. Si el principio del fin de Gallardón empezó con sus pretensiones presidencialistas, al titular de Hacienda podría condenarle el paquete de medidas fiscales diseñadas a favor del sector termosolar.
Mientras el Ministro de Industria, José Manuel Soria, es partidario de que la presión fiscal sea homogénea para todo el sector, sin beneficiarios, Montoro quiere que las termosolares paguen menos.
Más allá de la diferencia de criterios, la gota que ha colmado la paciencia de Rajoy ha sido la revelación de La Gaceta sobre los vínculos entre Montoro y uno de los consejeros de Abengoa. Ricardo Martínez Rico fue ex socio en el bufete Montoro & Asociados además de íntimos amigos. La energética contrató a Martínez un mes antes de que el PP ganara las elecciones.
Optimistas
Con el relevo de estas dos hombres, la cúpula popular se ve capaz de darle la vuelta a la situación. De momento, reina el optimismo y este miércoles le pusieron fecha de caducidad a Rajoy: “Nuestro contrato con los ciudadanos es de una mayoría suficiente a cambio de superar la crisis. Dentro de cuatro años, lo habremos logrado y el PP habrá cumplido su programa electoral”, dijo el vicesecretario de organización del partido, Carlos Floriano.