Montoro asume sin pestañear que el estado de las autonomías ha fracasado
El ministro quiere poner en cintura a las autonomías, como en 2012, pero ha incumplido todos sus objetivos y se dispara el déficit de la Seguridad Social como ha denunciado la AIReF
Actor principal, y comentarista externo. Responsable de las medidas fiscales, pero sorprendido porque no se han podido cumplir. Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda, asumió este jueves que el estado de las autonomías ha fracasado, sin proponer una posible alternativa, aunque las comunidades la han reclamado en los últimos cuatro años.
Montoro justificó la carta que ha enviado a 12 comunidades autónomas, las que incumplieron el déficit en 2015. Lo que les pide es un esfuerzo que ya se consideraba superado, propio de los años más complicados durante la crisis económica, en 2012 y 2013. Montoro, pese ejercer de ministro en funciones, presiona. Las autonomías «deben aprobar en el plazo de 15 días la no disponibilidad de créditos que garantice el cumplimiento del objetivo de estabilidad presupuestaria establecido». La orden taxativa es que «no se puede incrementar el gasto».
Contra las autonomías
En la comisión de Hacienda del Congreso, con el ánimo ya de dejarlo, y de forma explítica, «son ya trece años que he dedicado a este área de los números y ya va siendo hora, nada dura para siempre», Montoro evidenció el problema que plantea el estado de las autonomías, con una financiación compleja y una distribución de los objetivos de déficit que ha llevado a los gobiernos autonómicos a incumplirlos, aunque es cierto que no todas.
En esa tesis no ha creído el Gobierno de Montoro, que ha mantenido a capa y espada esa presión a las comunidades. Pero expertos de ámbitos distintos, como José Ignacio Conde-Ruiz o Juan Rubio Ramírez, desde el blog Nada es Gratis, vinculado a Fedea, o Guillem López-Casasnovas, consejero del Banco de España, defienden que el «ahogo» a las comunidades ha sido sistemático en los últimos años.
Sin nuevo modelo de financiación
El ministro asumió, en el Congreso, que no se ha producido un acercamiento en el crecimiento de las autonomías, y que el modelo de financiación no ha paliado las diferencias. Así, aunque «ha habido una convergencia en los ritmos de crecimiento» en las comunidades, esa equiparación «no se ha dado en los niveles de desarrollo, donde las diferencias entre los territorios siguen siendo altas». Eso llevó a Montoro a sostener que «ésta es una gran tarea y hemos fracasado en la construcción del estado de las autonomías, porque no hemos sido capaces de conseguir el objetivo».
Pero Montoro no impulsó un cambio en el modelo de financiación, que se debía modificar, tras una exhaustiva revisión, en enero de 2014, tras los cinco años de vigencia del que se firmó en 2009 con el anterior gobierno de Rodríguez Zapatero.
Los gobiernos autonómicos no quieren congelar el gasto
Ahora las cosas se han complicado. Aunque Montoro aseguró que, tras un cambio en el cálculo del déficit a partir de la oficina de estadística de la Unión Europea, España cerró 2015 con el 5%, y no con el 5,16% presentado hace una semana, las exigencias de Bruselas serán enormes. El próximo ejecutivo deberá reducir el déficit hasta el 2,8%, a no ser que negocie con la Comisión Europea.
La idea de Montoro es que las comunidades no aumenten el gasto. Y sólo con eso, considera que podrán cumplir el objetivo. Pero los gobiernos autonómicos, la mayoría de ellos, con Cataluña a la cabeza, quieren aumentar sus presupuestos, con subidas del 1% del sueldo de los funcionarios, o la devolución de la paga extra y programas sociales, que se desean recuperar tras la crisis.
Ese es el conflicto, entre administración central y autonomías, que prestan los servicios de sanidad, educación y servicios sociales. Por el camino, no se prevé un cambio en el modelo de financiación, con la formación de un nuevo gobierno, además, en el aire.
Mejoras en la liquidez
El cuaderno de Montoro es rocoso. Según el ministro, hay solución. Con la mejora de la financiación autonómica, porque se prevén más ingresos, se aportará al conjunto 7.448 millones de euros más; con el ahorro en intereses por la financiación del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), que implica reducir casi un 45% los gastos financieros, se lograrán retener 2.785 millones, y si no se recurre a más gastos extraodinarios, como en 2015 –año de elecciones– se podrían dejar de gastar unos 3.000 millones. Eso llevaría a lograr el objetivo de déficit de las autonomías, del 0,3%.
Se trata de un duelo continuo, de un toma y daca, porque no se han resuelto, todavía, –tras 26 años de gobiernos autonómicos– las responsabilidades en el gasto y en los ingresos por parte de la administración central y de las comunidades. Esa es la realidad que Montoro no pudo esconder este jueves, ni tampoco quiso. Sus recetas se basan en la disciplina, pero por parte de las comunidades, que también han incurrido en excesos durante años.
El hecho es que Montoro acaba su mandato –no pareció que quisiera repetir en el cargo, aunque el PP siguiera en el Gobierno– con una severa reprimenda. No por parte de las autonomías, que también –la consejera de Economía del gobierno del PP de Castilla-León— sino por parte de las autoridades europeas.
La reprimenda de la AIReF
El presidente de la AIReF, José Luis Escrivà, que se inspira en Bruselas, porque fue la Comisión Europea la que reclamó que se constituyera una autoridad fiscal independiente, ha formulado serios reproches al Gobierno. Primero, que el gran problema es la Seguridad Social. La AIReF sostiene que en 2016 la Seguridad Social incumplirá el objetivo previsto de bajar el déficit al 0,3%, y que superará el ya peligroso 1,3% de 2015.
Eso explica en gran parte que España incumpla sus objetivos de déficit, y supone unos 20.000 millones de euros que no se equilibran, por encima de los 13.000 del pasado año. «Los presupuestos son poco creíbles», mantiene Escrivà, que es la voz de Europa en Madrid y que no esconde las fricciones con Montoro porque a Hacienda le cuesta que le supervisen.
El otro problema es ese reparto con las autonomías, que lleva a la AIReF a considerar «arrogante» al ministro.
Pero Montoro se despidió con ese reconocimiento de que el estado de las autonomías ha dejado de funcionar, a la espera de un nuevo ejecutivo. Se va sin modelo nuevo.