Madina se convierte en el eje de la campaña socialista
Tras la renuncia de Irene Lozano a encabezar la lista socialista en Madrid, surge la figura de Eduardo Madina. Y el partido elabora una nueva estrategia electoral con la mira puesta en anular a Podemos
Los partidos hace días que están centrados en el diseño de la campaña electoral, que de hecho ya ha comenzado con la disolución de las Cortes Generales. Estudian cómo atacar a sus enemigos de referencia para marcar territorio y centrar sus esfuerzos en los nichos reales del mercado de los votos. Se estudian los resultados de cada mesa electoral el 20-D.
El primer ruido se ha producido en los engranajes del PSOE. Carme Chacón se retira antes de que se hubieran celebrado primarias en el PSC. Lo hace con un mensaje enigmático: «son razones políticas pero no son relevantes».
Ella confesó que se lo había comunicado al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero –su mentor político- hace un mes; al secretario general del PSOE se lo dijo doce horas antes de comunicarlo a la prensa.
Lozano también se aparta
Irene Lozano se ha dado cuenta durante estos meses que no era querida en el grupo parlamentario socialista y ha aducido proyectos profesionales para declinar formar parte de la lista de Madrid. Estas dos bajas pueden interpretarse como un problema para Pedro Sánchez o como un alivio. Daños menores y problemas eliminados.
Pero ha surgido Eduardo Madina, «condenado» al número siete por la lista de Madrid que solo alcanzó seis escaños. El hecho de que obligatoriamente las listas del PSOE sean cremallera –un hombre, una mujer, del principio a fin- dificulta la inserción en un mejor sitio, salvo sacrificando a un varón que esté en mejor lugar.
El problema es que subir su posición es una señal de debilidad, como reconociendo que los resultados en Madrid no mejorarán y el número 7 no saldrá elegido.
Pulso a Madina
De forma aparentemente sincronizada, Susana Díaz y Guillermo Fernández Vara han reclamado la presencia de Eduardo Madina en el próximo Congreso de los Diputados. Le quieren doblar el pulso al secretario general, obligando a modificar la lista de Madrid para introducir a quien fuera su oponente en la lucha por la secretaría general.
En la sede socialista de Ferraz se piensa que la maniobra está destinada a tener un «recambio» en el Congreso de Pedro Sánchez por si deja la secretaría del PSOE en el próximo congreso socialista.
Se es consciente de que Susana Díaz no se arriesgaría a lanzarse como alternativa de Sánchez, a no ser que previamente ganara el congreso al anterior secretario. Son escenarios sin definir en espera de conocer los resultados de las próximas elecciones.
A pesar de que en la primera fase de las negociaciones, Pedro Sánchez ocupó con inteligencia el escenario, en el último tramo ha dejado pelos en la gatera, mostrando demasiada insistencia en un pacto imposible con Podemos. Si el PSOE fuera un hipódromo, los jugadores cubren sus apuestas para no quedarse fuera de la carrera.
La nueva estrategia socialista
El gabinete de expertos socialistas diseña la campaña electoral, estudiando como esquivar los escollos con más aristas. El primero, sin duda, la contaminación que se ha producido al mezclar su programa con el pacto con Ciudadanos. Se ha suavizado mucho el perfil de izquierdas en ese envite.
El leit motiv que más suena es el de «una izquierda responsable, una izquierda democrática posible». Frente a la imagen izquierdista de bloqueo que ha podido señalar a Podemos, el PSOE busca un perfil que sea de ganador y de un proyecto realista, pragmático, renovador y de cambio.
No van a hablar en ningún caso de pactos. Pretenderán querer y poder ganar para no depender de nadie. Izquierda realista versus izquierda utópica. Perfil democrático frente a perfil autoritario.
Van a presentarse como la única alternativa posible para frenar el carácter autoritario de Podemos y desplazar a Mariano Rajoy de la Moncloa con la premisa de que no solo necesitan ganar las elecciones sino que debe ser por mayoría suficiente para poder gobernar sin dependencias.
Dos frentes de batalla
Como en las grandes guerras, el PSOE va a abrir dos frentes, ignorando a Ciudadanos. Por la derecha, sepultar el pasado de Mariano Rajoy sin que tenga posibilidades de que sus resultados permitan un nuevo bloqueo.
Por la izquierda, la imagen de Pedro Sánchez como un líder consagrado, con firmes convicciones democráticas que incluyen una defensa sin límites de la libertad de expresión y de prensa.
Un rechazo absoluto al personalismo y autoritarismo del líder de Podemos. «El PSOE es fiable, la aventura de Podemos ya ha salido bastante cara con la parálisis que sufre el país», murmullan algunos socialistas con la esperanza de que muchos electores de izquierda lleguen a esa misma conclusión.
Pedro Sánchez está preocupado con obtener una imagen de unidad en el partido. Su mayor debilidad es la contestación interna y probablemente busque un hueco con posibilidades a Eduardo Madina para pacificar a los barones.
Madina tiene tirón entre muchos potenciales votantes del PSOE pero la clave para que sume votos no reside en su puesto en la lista sino en algo mucho más sencillo: que se remangue la camisa y se involucre en la campaña. Para eso hace falta que se lo pidan y que él quiera.