Los enigmas de Cervantes persisten en su cuarto centenario
La muerte de Cervantes impulsó la designación del 23 de abril como el Día del Libro. Pero el gran escritor manchego no murió ese día, no se conoce con exactitud su rostro, y tampoco escribió la famosa frase de ''Ladran Sancho''
Hace 400 años que Miguel de Cervantes Saavedra murió en Madrid, y aunque hay numerosos documentos que reconstruyen el puzzle de su vida y carrera literaria, todavía quedan varias piezas ausentes.
Hay dudas sobre el lugar de nacimiento, quedan varios años de su historia las penumbras, y apenas hay pistas sobre su carácter, su acento o sus rasgos faciales.
Dudas del nacimiento
El escritor más importante de la literatura española, y uno de los más influyentes de las letras universales, nació el 22 de abril de 1547 y fue bautizado en Alcalá de Henares, pero eso no necesariamente significa que haya nacido allí. Esa es la tesis del investigador Leandro Rodríguez, quien afirma que el autor de El Quijote vio la luz en la localidad de Cervantes de Sanabria, en la provincia de Zamora, y de allí tomó su primer apellido.
Y pone dudas sobre el documento que certifica su nacimiento. Dice que corresponde a un tal Miguel Carbantes, que luego estudió gramática en Madrid. Para Rodríguez, el escritor no nació en 1547 sino en 1549, y dice que en el prólogo de ‘Novelas Ejemplares’ Cervantes revela su edad, que sacando cuentas situaría su nacimiento dos años después de la fecha oficial.
Para no desaprovechar la oportunidad, en el pueblo de Cervantes de Sanabria crearon una ruta que enseña los supuestos lugares de la infancia del escritor.
La misteriosa huida a Roma
La vida que llevaba en su juventud en Madrid se interrumpe de repente a los 22 años y huyó a Roma. ¿Por qué? Según José Manuel Lucía, presidente de la Asociación de Cervantistas, Cervantes hirió en un duelo a Antonio de Segura, y se enfrentaba a una pena de diez años de prisión y a que le cortaran la mano derecha.
Aunque salvó esta extremidad, no pudo salir airoso de la batalla naval contra los turcos que le valió el mote de ‘manco de Lepanto’. Pero no es que se haya quedado sin una mano, como se puede pensar, sino que «era manco porque no podía usar el 100% de su brazo y mano izquierda, por los tres disparos de arcabuz que recibió en la batalla» dijo Lucía en una entrevista con Efe.
Un retrato ficticio
No hay documentos que permitan conocer con precisión cómo era su carácter, si prodigaba un gran amor a su hija o si era un marido fiel a su esposa Catalina de Salazar. Se supone que sí, porque ella le legó todos sus bienes cuando muere en 1610.
Tampoco se sabe con certeza cómo era el acento de Cervantes, porque además de Madrid y de la temporada en Roma, también vivió en Sevilla y estuvo cinco años prisionero en Argel. Es más, no se conoce con certeza sus rasgos faciales. Según Lope de Vega, usaba gafas, pero se ignora hasta qué punto el retrato de Juan de Jáuregui es fiel al rostro original, o cuánto de imaginación aplicó en el óleo.
El gran best seller
La publicación de ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’ en 1605 fue un éxito literario, un best seller del Siglo de Oro. Pero los investigadores no terminan de ponerse de acuerdo por qué, si Cervantes pretendía ser escritor, demoró ocho años en publicar su segunda obra, las ‘Novelas Ejemplares’, que es una recopilación de relatos breves. Y la segunda parte de El Quijote recién vería la luz una década más tarde, en 1615.
Y en ninguna parte de su obra cumbre escribió «Ladran Sancho, señal de que cabalgamos». En realidad, la frase pertenece –en parte- a un poema de Wolfgang von Goethe de 1808, y luego era citado con frecuencia por el poeta Rubén Darío, con el agregado del famoso ‘Sancho’.
Los enigmas de la muerte
La tumba de Cervantes se encuentra en el Convento de las Trinitarias, en Madrid. O eso es lo que se cree, porque la última exhumación, en marzo de 2015, se descubrió que los restos de Cervantes están mezclados con los de otras 16 personas, entre ellas los de su esposa. Hay suficientes documentos y evidencias arqueológicas que precisan que allí descansa el escritor, aunque no hay pruebas de ADN que lo puedan confirmar.
Siempre está dando vueltas el mito que Cervantes murió el 23 de abril de 1666, el mismo día que William Shakespeare. Pues tampoco es así: en realidad la muerte del manchego fue el 22 de abril, y además, Inglaterra y España usaban diferentes calendarios.
En este país, se había cambiado al gregoriano, pero en tierras inglesas todavía seguían con el calendario juliano, y así continuaron hasta 1752. Cuando Shakespeare murió en Stratford-upon-Avon un 23 de abril inglés, en España ya era el 3 de mayo de 1666.