La Xunta indigna a la patronal del juego: “Es la ruina del sector”
Ageo asegura que la nueva Lei do Xogo “rompe el consenso” y pone en riesgo la viabilidad de las empresas
La Asociación Gallega de Empresas Operadoras, la patronal de empresas del sector del juego, ha cargado con dureza contra el borrador de la Lei do Xogo de Galicia, la normativa que prepara la Xunta y que presentó esta mañana a los empresarios. La asociación considera que la nueva regulación “rompe el consenso sectorial” y sobrepasa “líneas rojas” que ponen en riesgo “la viabilidad de las empresas en el futuro”, en palabras del presidente, Serafín Portas.
Portas asegura que han hecho numerosas cesiones, acatando una Galicia “con menos juego presencial”, la paralización de apertura de nuevos proyectos, el cambio en las distancias entre los locales de juego y los centros educativos o el aumento de las medidas de control para el acceso a menores o autoprohibidos. Según el propietario de Recreativos Portas, la patronal aceptó muchos puntos que perjudicaban al negocio del juego “por lealtad institucional” y en defensa del “juego responsable” y de “los colectivos más vulnerables”, mientras que ninguna de las medidas del nuevo texto favorecen al desarrollo del sector.
La medida que dinamitó el consenso
Sin embargo, la gota que colmó el vaso fue la inclusión en el texto de un dispositivo electrónico en las máquinas B similar al mando de activación de las expendedoras de tabaco. “Ha sido un ataque directo a nuestra línea de flotación”, indica el presidente de las operadoras gallegas. “Puede significar la ruina para nuestros negocios en un sector modélico y todo un ejemplo en regulación, creación de riqueza y empleo, comprometido con el juego responsable y que nunca ha causado ningún problema”, asevera Portas.
Este sistema de control con mando a distancia para las máquinas B –popularmente conocidas como tragaperras-, que también se aplicará a las terminales de apuestas, “no ha sido reclamado para las máquinas recreativas ni por jugadores, ni expertos en problemas con el juego, ni colectivos; y carece de sentido porque nunca han supuesto ningún problema en los más de 40 años que llevan presentes en nuestros bares por su premio moderado y además no son atractivas para los jugadores más jóvenes, por lo que estamos sufriendo los daños colaterales de la proliferación de terminales de apuestas en Galicia, avalada por la Xunta y que desde el principio contó con nuestra oposición, también cuando se decidió ampliar el parque inicial”, indica Serafín Portas.
Ageo cree que paga la expansión de las apuestas deportivas
El presidente de Ageo considera, por lo tanto, que “si el problema está en las apuestas deportivas”, desde el sector presencial respaldarán “que se tomen medidas efectivas, proporcionales y no efectistas que garanticen que los menores no tengan acceso a estas terminales”.
La regulación de las apuestas deportivas fue una iniciativa de la Xunta que comenzó a fraguarse en 2011. Las primeras licencias para operar se concedieron dos años después, en 2013. En esta área de negocio operan grandes empresas del sector, desde las gallegas Comar y Luckia a Codere o Reta.
Ageo asegura que Galicia sería la primera comunidad en contar con el mando en las máquinas recreativas y se crearía un efecto dominó que sería nefasto para el sector del juego y de la hostelería a nivel estatal. En esta comunidad, el negocio de las máquinas B continúa con su dinámica descendente y si en la década de los noventa el parque era de 20.000, actualmente las operativas apenas superan las 8.400.
“La alarma social no se corresponde con la realidad”
Serafín Portas insiste que la actual “alarma social y política ante el juego no se corresponde con la realidad. “En Galicia llevamos muchos años como referencia de sector controlado y responsable, sin incidencias de ningún tipo, y la falta de reglas ante el sector online y la proliferación de las apuestas deportivas parece que nos ha arrastrado a todos”.
La patronal asegura que no se trata de un dispositivo atractivo para los jóvenes. El perfil de cliente es varón, con edad comprendida entre los 35 y los 60 años, y que destina normalmente a la máquina B el cambio recibido con la consumición.